Silvia Navarro posa para ABC en Castellón, donde ganó la Copa de la Reina con el Rocasa Gran Canaria
Silvia Navarro posa para ABC en Castellón, donde ganó la Copa de la Reina con el Rocasa Gran Canaria - ROBER SOLSONA
DEPORTE FEMENINO

Silvia Navarro: Una portera omnipresente

Silvia Navarro, referencia bajo palos del balonmano nacional e internacional, disfruta al máximo de su deporte

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En las piernas está la clave. En la fortaleza, la elasticidad, el trabajo continuado para afinar esa calidad que le hace, por pequeño tamaño que tenga ella (169 centímetros), una de las mejores porteras de balonmano que se han visto. Y su figura, curtida ya en un recorrido duro y exitoso, se hace demasiado larga, omnipresente casi, para quienes intentan batirla. Silvia Navarro Jiménez (Valencia, 20/3/1979) representa la ruptura con la idea pasada, añeja casi, de las guardametas grandes para tapar lo más posible la portería y el subrayar con rotundidad que las pequeñas pueden ser extraordinariamente imponentes. Lo es para España -referencia de la Selección de Jorge Dueñas, colgando ya en su cuello un bronce olímpico en Londres 2012, otra medalla del mismo material en el Mundial de Brasil de 2011 y una presea de plata en el Europeo de 2014- y lo es para su equipo, el Rocasa Gran Canaria, flamante campeón de la Copa de la Reina en Castellón

con innumerables paradas de la valenciana. Conversa siempre reposada, humilde, cercana y sin darse cuenta de que está escribiendo historia con esas piernas que alcanzan las escuadras y esas manos imposibles que pone en el balonmano.

La génesis de su relato resulta incluso curioso. Una niña que practicaba todo tipo de deportes, pero a la que le costó decidirse a acudir a una prueba con las categorías inferiores del Mar Valencia: «Con nueve años un entrenador me dijo que me quería hacer una prueba para el club que llevaba Cristina Mayo. Fue mi madre la que de alguna forma me estiró de la oreja para ir. ‘No te cuesta nada hacerla’, me decía. Así que le tengo que agradecer a mi madre que por ella empecé a jugar a este deporte, que hoy puedo decir que en mi experiencia vital es una forma de vida».

Silvia, en aquel primer entrenamiento, actuó como jugadora y como portera. Le dieron a elegir: «Cuando me metí debajo de los tres ‘palitos’ supe que no quería salir de allí. Me sentí muy cómoda». Progresó por todas las categorías inferiores del Mar Valencia hasta que en juveniles, Mayo le abrió la puerta para entrenar con el División de Honor hacia los diecisiete años. «Entrenaba con las juveniles, el Primera y el primer equipo. Era semiprofesional, compaginaba con los estudios, pero nunca me perdía un entrenamiento», recuerda. Por entonces ya tenía meridianamente claro que quería dedicarse al balonmano.

Su primera ficha profesional la tuvo con el Ferrobús. «Era muy chiquitita y Cristina Mayo tenía otro prototipo de portera más grandota. Pero le tengo que agradecer, por un lado, que me alentó a que buscase suerte en otro equipo para que no se cortase mi progresión. Y, además, que fue ella la que comenzó a machacarme para trabajar muchísimo las piernas. Innumerables repeticiones de pesas y saltos. Eso ya fue fundamental para potenciar mis cualidades y con los entrenadores que he tenido luego siempre he trabajado mucho este aspecto», detalla.

En el Ferrobús, coincidió con una magnífica guardameta, la rusa Svetlana Bogdanova. «Aprendí mucho de ella. Como también fue importante que Gregorio García comenzó a darme poco a poco minutos y responsabilidad en partidos tanto de liga como europeos», relata. Pasó luego dos años por el Marítim para recalar en el Itxaco: «Fue donde alcancé y exploté mi madurez deportiva, donde pasé grandes años y disfruté de logros también, y donde Ambros Martín se encargó de formarme como portera y darme toda la tranquilidad que me tenía que dar».

Allí ganó la liga, la Copa de la Reina, la Supercopa y tuvo dos finales de EHF y una de Champions. Su pasó por allí le marcó profundamente. Llegaron los Juegos de Londres y el bronce obtenido, sin embargo, chocó con la crisis que engulló en España a importantes equipos históricos, entre ellos Itxaco. Su siguiente experiencia fue en Rumanía, en el Oltchim: «Se dio la oportunidad de vivir una experiencia en otro país y conocer otra liga. Al principio fue duro, pero acabé por adaptarme y disfrutarlo. Luego, el Rocasa y Paco Santana me dieron la oportunidad de volver a mi país, de estabilizarme, de encontrar tranquilidad emocional, de tener más cerca a mi familia, que es mi pilar, y disfrutar del balonmano».

Pilar de la Selección

Navarro pasó un pequeño periodo jugando en un Primera de Torrente entre su salida del Osito L’Eliana (Mar Valencia) y el Ferrobús. Jovencísima ya tuvo una llamada de Torrescusa -segundo hoy del actual seleccionador- con la Selección. De forma alterna desapareció de las convocatorias y regresó para afianzarse ya definitivamente en su segundo año en Itxaco cuando ya se convirtió en una fija para Jorge Dueñas: «Fundamentales somos todas. La gente que entra nueva se acopla estupendamente y se está haciendo un trabajo entre todos maravilloso. La suerte es que Jorge es conocedor del balonmano femenino y eso ayuda a que la jugadora se integre. De la primera a la última suma. Este grupo tiene mucho compromiso y capacidad de trabajo para luchar con las mejores».

Silvia Navarro, de 35 años, mantiene la pasión por su deporte y se encuentra con plenas fuerzas para seguir parándolo todo y sumar experiencias, más aún de las que tiene ya en su mochila, con referencias para ella como Sagrario Santana; Andrea Barnó, quien fuera capitan del Itxaco, con quien mantiene una gran amistad; Jorge Dueñas o Ambros Martín... Su filosofía: «Siempre lo doy todo por este deporte, dar lo mejor de mí».

Reclama más apoyo para «el deporte femenino en general. A mí me toca hablar por el balonmano, pero creo no tenemos la suficiente ayuda como para que un club pueda subsistir ya no para ir a Europa, sino para competir en España. No hay derecho a que el campeón de liga tuviese que renunciar a jugar la Champions. Si este año mi equipo pudiese ser campeón de liga, pues quizás tampoco podría costearse jugar Copa de Europa».

La valenciana subraya, en todo caso, que «quiero romper una lanza en favor del presidente de la Federación española, Francisco Blázquez, que está haciendo un trabajo maravilloso. A nivel selección española, la verdad es que no nos podemos quejar. La cobertura que estamos teniendo, el escaparate que tenemos, es espectacular. No imaginaba que fuera a ser así. Poco a poco va remontando, pero en esas cuestiones estamos lejos del masculino cuando los éxitos están ahí».

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