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opinión

La política vuelve a las Cortes

Castilla y León se encuentra ante un Parlamento inédito, en el que los grupos van a tener más peso en la política del día a día, que ya no estará tan marcada por lo que hace y deshace la Junta, sino al revés

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El pasado jueves varios dirigentes del PP de Valladolid se mandaban mensajes y whastsapps recomendando la lectura de La Tercera de ABC escrita por el prestigioso jurista Antonio Garrigues Walker bajo el título «La cultura del diálogo». Una premonición que ya barruntaban los que se consideran más pegados al terreno, a la realidad de la calle y que a la vez constituía un claro mensaje al resto de navegantes: se imponen los pactos. Muchos dirigentes del PP de Castilla y León se despertaron ayer con la sensación de que se les caía el mundo encima, de que semejante debacle no podía estar ocurriendo en este territorio, donde las mayorías absolutas populares llevan varias legislaturas considerándose una marca diferencial, casi una denominación de origen de la Comunidad.

Una primera lectura de los resultados nos deja la sensación de que todos pierden y de que Podemos gana. Aunque la formación popular sigue siendo la que vence en votos, deja de «dominar» sus feudos históricos (Valladolid, Salamanca, Ávila y Burgos) y los más recientemente conquistados (Zamora, León y Palencia), necesitando alianzas en todos para poder gobernar, mientras que Juan Vicente Herrera se queda con su peor resultado electoral tras haber elevado al PP a sus máximos históricos en la Comunidad.

Pero gobernar es desgastarse y hacerlo en época de crisis y teniendo que adoptar medidas impopulares, aún más. Así, último mandato, peor resultado. Sin embargo, Herrera salva los muebles y, sin quererlo, convierte a Castilla y León prácticamente como el único bastión del PP a nivel nacional. Y es que a pesar de todo, Herrera ha conseguido el mejor dato autonómico para el PP en estos comicios. Él, que nunca quiere ruidos, no hace excesiva actividad de partido, y en ocasiones hasta se enfunda el traje de barón díscolo con el Gobierno central, ahora le regala a Mariano Rajoy la mejor nota del país. A cambio, algunos ministros parecen haberle restado numerosos votos a causa de su nula atención a la minería leonesa, mientras que los sonoros casos de corrupción del PP también han restado muchos apoyos.

Como resultado, y de cara a los ciudadanos, Castilla y León se encuentra ante un Parlamento regional inédito, en el que los grupos parlamentarios van a tener mucho más peso en la política del día a día, que ya no va a estar tan marcada por lo que hace y deshace la Junta, sino más bien al revés. En ese nuevo «ágora» regional y en la mayoría de los salones municipales de plenos tocará dialogar, hablar de verdad. Adiós al denostado rodillo de las mayorías del PP. Y es que por más que Castilla y León, sobre todo su presidente, haya apostado desde siempre por la cultura del acuerdo tanto con el PSOE como con los agentes sociales y económicos, de lo que se trata ahora es bien distinto. Será un diálogo permanente y no sólo en cuestiones de Comunidad, lo cual es sano y necesario.

Pero antes de ello, lo que ahora toca es ir al «rincón de pensar»: hacer examen de conciencia y en algunas plazas tomar decisiones drásticas. Si el resultado ha sido malo, si se ha perdido poder, si no se ha sabido estar a la altura y no se ha optado por los mejores, tampoco se puede seguir igual que antes del 24M.

Por su parte, los socialistas, pese a sus caras sonrientes y sus brazos en alto, han tocado suelo y puesto en evidencia que Luis Tudanca no ha logrado impulsar a su partido pese al viento a favor. Son los candidatos municipales los que tiran del carro, manteniendo las plazas de Soria -todas las miradas están de nuevo puestas en Carlos Martínez- y Segovia, por mayoría simple. Pero es Valladolid la que ejemplifica el cambio, la que refleja ese mapa político fragmentado y la que demuestra que el PP ha cedido su poder territorial a la izquierda. Óscar Puente apeará a Javier León de la Riva a través de las «temidas» coaliciones de izquierdas. ¿Era De la Riva el mejor candidato? ¿El único que podía o quería ir encabezando la lista? ¿No constituía un riesgo tras sentarse días antes de la campaña en el banquillo? De nuevo, al rincón de pensar.

En Ciudadanos, tras una noche electoral con el baile de la yenka, las expectativas han superado a los resultados, si bien serán la llave, que no el «timón» como pronosticaba Albert Rivera, para gobernar en muchas capitales y municipios. Candidatos desconocidos que se verán las caras con alcaldes con experiencia. Los de Pablo Iglesias irrumpen con fuerza en el hemiciclo autonómico, casi una fila entera de sillones morados, pero apenas serán definitivos en las municipales, a excepción de Valladolid.

En definitiva y parafraseando a Garrigues Walker, «los partidos políticos tienen ahora una ocasión histórica perfecta para recuperar la credibilidad que han perdido casi en su totalidad». Habrá que pensar que van a estar a la altura.

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