El obispo de Palencia despide el cuerpo de Hernández escoltado por su viuda y el presidente de la Junta
El obispo de Palencia despide el cuerpo de Hernández escoltado por su viuda y el presidente de la Junta - ical
funeral por el presidente de la diputación de palencia

Emotivo y multitudinario adiós a Hernández, «un hombre de bien»

El obispo de Palencia destaca su «honradez, laboriosidad, humildad y cercanía»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un reguero de alcaldes y alcaldesas se arremolinaban ayer en las calles que desde los aparcamientos del centro de Palencia conducen al Palacio Provincial, sede de la Diputación. Ya fueran de la Montaña Palentina o del Cerrato, de Campos o de la Vega, del PP o del PSOE, caminaban en silencio, en la misma dirección y con el mismo gesto compungido por el dolor. Todos, y muchos más, tenían ayer una última cita con el presidente de la Diputación, José María Hernández, que les aguardaba en el interior de un elegante coche fúnebre presto a partir en un último viaje hacia la Catedral de Palencia, escoltado por policías locales y nacionales con sus uniformes de gala.

A las 11.30 horas, puntual, el cortejo fúnebre con los restos mortales de Chema Hernández partía de la calle Burgos entre aplausos de decenas de palentinos que detenían su caminar por las aceras de las calles, cortadas al tráfico, al paso de la comitiva encabezada por su viuda y hermanos, seguidos de alcaldes, concejales, diputados, parlamentarios nacionales, compañeros y amigos.

Una silenciosa procesión de dolor que desembocaba minutos después en la Plaza de la Inmaculada, donde se levanta una Catedral que esperaba abarrotada con cientos de personas en su interior.

Nunca en su vida política quiso ir bajo palio Hernández, pero ayer sus compañeros del Grupo Popular en la Diputación cargaron a hombros el féretro para atravesar la Puerta del Obispo y llevarlo hasta el crucero de la Catedral, a los pies del altar, en el mismo lugar donde el presidente de la Diputación hizo su última aparición pública el pasado miércoles con motivo de la presentación de un proyecto cultural auspiciado por la Junta de Castilla y León y el Obispado de Palencia.

Allí, frente al altar, ya estaban esperando al féretro en primera fila el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera; la presidenta de las Cortes, María Josefa García Cirac; el delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano; y el alcalde de Palencia, Alfonso Polanco. Detrás, la mayoría de consejeros del Ejecutivo regional, el director general de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, el del Imserso, César Antón, y el secretario general del PSCL, Luis Tudanca.

No faltaron al sepelio los alcaldes de Valladolid, Javier León de la Riva; Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, o Burgos, Javier Lacalle. También estuvieron todos los presidentes de las diputaciones provinciales, el responsable de campaña del PP nacional, Pablo Casado, y los presidentes del Consejo de Cuentas, Jesús Encabo, del Consultivo, Mario Amilivia, y el Procurador del Común, Javier Amoedo.

«Íntegro»

Solemne y emotiva, la homilía del obispo de Palencia dibujó a un Chema Hernández como un «hombre de bien, que se caracterizó por el servicio a los demás con laboriosidad, humildad y cercanía en el trato». Monseñor Esteban Escudero reflexionó que «la grandeza de nuestra propia vida no está en el puesto, alto o bajo, socialmente considerado, que hayamos ocupado, sino en el grado en el que hemos hecho el bien a los que nos rodean». A juzgar por la despedida que le tributó ayer el pueblo de Palencia, es evidente que Chema procuró siempre el bien del prójimo, seguramente por encima del suyo.

Junto al prelado palentino oficiaron la misa una veintena de sacerdotes y canónigos, entre los que figuraban el deán de la Catedral, Mateo Aparicio, y el abad de San Isidro de Dueñas, Juan Javier Martín. Todos ellos acompañaron a las voces de «La capilla clásica de la Catedral», «Los niños del coro de la Catedral» y la «Coral Vaccea».

Hubo otras voces que condujeron a la ceremonia al punto álgido de emoción, las de dos sobrinas de José María Hernández que, con palabras cargadas de emotividad y sentimiento, definieron a su tío como un hombre «íntegro, honrado, humilde y generoso».

Ver los comentarios