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Chema

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La numerosa asistencia a la capilla ardiente y al funeral por José María Hernández celebrado ayer son la mejor muestra de que hemos perdido a un hombre querido que hacía de la política local y provincial una forma de vivir y una lección de la que aprender. Chema era un hombre vital, dialogante, seguro de sus convicciones y bien dispuesto a confrontar opiniones. Su visión de la política era la del servidor público con la tarea primordial de buscar solución a los problemas de sus vecinos. Puede parecer que en el momento de la despedida todo son buenas palabras, pero es que en el caso de Chema no hay nada que impostar. Era así y así se mostraba. Sin complejos, con unas ganas enormes de trabajar y de vivir.

Ha querido la desgracia que se haya ido muy joven, con mucha tarea por hacer y que deje una orfandad personal y política entre amigos y colaboradores que será difícil superar por mucho tiempo.

Salmantino de nacimiento, palentino por los cuatro costados, Chema apostaba por su tierra y su tierra era Castilla y León. Su paso por la gestión regional le habían forjado una visión de Comunidad que había que construir desde las provincias, que tanta identidad y presencia tienen en nuestra Comunidad. Desde la Diputación y su trabajo en el partido recorrió, palmo a palmo, la provincia y le inquietaba, y de qué manera, el aislamiento al que podían llegar algunas pequeñas localidades en el mundo rural. La tensión vivida con las últimas nevadas no le dejó tiempo para él, un tiempo que necesitaba porque la infección minaba su vida.

Las muertes de los seres queridos son muy difíciles de aceptar y más aun cuando se producen de esta forma. A Chema se le quería en Palencia y en Castilla y León y éste es ahora el único consuelo que le queda a María Antonia, su viuda, que sentirá mucho más un vacío que ya todos sienten.

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