la sombra de mis pasos

Salvar a los Pingüinos

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Hay pingüinos despistados, pingüinos fríos. Y los hay alternativos que han decidido hacer kilómetros, a pesar del asunto, en una migración por libre. El error, aunque el Ayuntamiento de Valladolid quisiera desviar responsabilidades, es cuestión de miras y de previsión por saber que había que buscar nueva sede y dejarlo para último momento, que por otro lado es una costumbre «made in Spain». Y esto es la política, donde nadie se va ni dimite, cuando en una empresa privada al responsable no le habrían consentido perder una operación de varios millones de euros.

Al no convocar esta edición de Pingüinos, quién nos dice que no migrarán a otro lado el año próximo, a un rincón con el mismo invierno. Zamora y Segovia hicieron sus ofertas.

No está la capital para que baje la ocupación de hoteles, ni el consumo que atraía consigo la concentración. Se estima que el dinero que se perderá por la ausencia de Pingüinos es de cuatro millones de euros. En esta región se pensó que, en 2015, no habría más pingüinos que los del monólogo, en Burgos y con trenca, pero vendrán, según últimos datos, unos dos mil por cuenta y riesgo. ¡Bienvenidos sean!

«La culpa fue del chachachá», del lío que se trajeron Ayuntamiento, verdes, -sandías incluidas- y Turismoto, por ese orden o por otro, qué más da. Pero la realidad es que sin Pingüinos se quedó esta orilla del Pisuerga, fría y desangelada en ese proceso interior de Sísifos de vuelta a la rutina del trabajo; a cargar con la roca de la realidad mientras se culmina el proceso triste y necesario de desmantelar la Navidad, luz tras luz. Esperemos, que como las golondrinas de Bécquer, vuelvan los Pingüinos a la ciudad el próximo año. Incluso a mí, que nunca me fueron las motos, me entra ahora la nostalgia de ver moteros de buen rollo por Valladolid, por llevar la contraria digo.

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