arando en el mar

La suerte de ser líderes

Canarias sigue atrayendo a millones de personas que buscan unas vacaciones sin complicaciones y en paz

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Otro año más España en general y Canarias en particular siguen siendo líderes mundiales en materia turística. Enhorabuena. Al menos eso es lo que se desprende del informe publicado recientemente por el World Economic Forum (WEF) donde España, entre un total de 141 países evaluados, ha pasado a liderar por primera vez el índice de países más competitivos del mundo; de lo que se establece que el sector turístico español es sostenible económicamente y, sobre todo, que es capaz, y esto es lo realmente importante, distribuir parte de los beneficios obtenidos a través de dicha actividad económica en beneficios sociales y laborales.

¿Pero que tenemos los españoles para que la mayoría de los turistas que deciden salir de su casa para pasar sus vacaciones nos elijan a nosotros? ¿Y, especialmente, qué tiene Canarias que no tengan otros destinos en principio mucho más competitivos que nosotros? Muy sencillo: sol y playas, pero sobre todo aptitud, seguridad, amabilidad, educación, precios razonables, y alojamientos de una calidad incuestionable; además de una cultura singular, una gastronomía envidiable y unos paisajes y una naturaleza inigualables.

Que no es poco.

Otros destinos turísticos, sobre todo las grandes capitales europeas, supongamos que hablamos de París, tienen algo que no se les puede cuestionar como son los grandes museos y una arquitectura arrebatadora y muy fotografiable: El Louvre, la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, Versalles, Los Inválidos, Notre Dame, El Sacre Coeur… y un largo etc., que constituyen un legado cultural y turístico incomparables e incuestionables, pero que tienen el demérito de que, en general, no suele ser o constituir un reclamo turístico fidelizante; ni, mucho menos aún, vacacional en el sentido de descanso y relax. Podríamos llamarlo un turismo cultural donde el visitante, por lo general, le dedica unos pocos días a satisfacer, sobre todo a través del selfie-stick, sus deseos de cumplir con un sueño que ha de mostrar principalmente a los amigos a través de las redes sociales.

Claro está que a ellos –a los responsables de esa tipología turística—, esto les da igual, porque mientras que haya millones de europeos, chinos y japoneses que aún no conozcan las grandes capitales europeas, seguirán aguardando que sus ciudades se llenen masivamente de turistas sin que les importe un ápice de que éstos se quejen de la aptitud indolente, pasiva, esquiva y aburrida que reciben, porque priorizan sus cuentas de resultados antes que el bienestar y la satisfacción del visitante.

Seguirán con sus alojamientos tristes, caros y ascéticos; sus comportamientos y tratos apáticos, fríos y desagradables; sirviendo unas comidas insípidas, austeras y caras. Y lo harán, lo continuarán haciendo, porque saben que las empresas de viajes que se dedican a proporcionarles la necesaria “carnaza turística” no son capaces de hacerles frente, porque tal vez les dé igual el grado de satisfacción de sus propios clientes mientras sigan sacando tajada de ambas partes.

Por ello es muy meritorio este liderazgo español. Y por eso Canarias sigue atrayendo a millones de personas que buscan unas vacaciones sin complicaciones y en paz. Un lugar donde realmente se sientan importantes como turistas y como personas; porque saben que aquí se les trata bien, con educación y amabilidad; que no se les engaña; que además se les ofrece además de cultura, gastronomía e historia, que también las hay, algo que tiene mucho más valor en los tiempos que corren: seguridad, tranquilidad, paz y sosiego; además de la posibilidad de disfrutar de la mayor de las artes: la propia naturaleza en vivo y en directo y envuelto todo ello en la mayor de las sonrisas. ¿Hay quién dé más?

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