Viviendo en San Borondón

Eficacia y eficiencia energética

El gas y las renovables no compiten entre sí, son complementarias y cada tecnología busca su mejor posicionamiento en función de su productividad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es bien sabido y padecido que los políticos hablan con lengua de serpiente, tal como oíamos decir de las películas de indios y vaqueros que veíamos en los cines antes de que Hollywood se diera a poner su foco en las aventuras interplanetarias y de conquista del espacio profundo dejando atrás el salvaje oeste y las praderas canadienses.

Y uno de los asuntos que más se prestan a este doble lenguaje, tirando la piedra del alarmismo popular y escondiendo la mano que serviría para pasar las páginas de artículos científicos serios, es todo lo relacionado con el medio ambiente y el presunto cambio climático originado por el hombre, mayormente si éste prefiere el capitalismo al socialismo. Por cierto, hace unos días se publicaba la importante colaboración en la generación de gases efecto invernadero que tienen las flatulencias de las vacas, con un 14% de las emisiones de metano.

Eso sin contar con las producidas por el ganado porcino, que son aun mayores. Aún no se han pronunciado las plataformas pseudoecologistas, ni han salido en manifestación contra el atentado medioambiental perpetrado por estos poco sensibilizados animales para con el planeta.

La guerra abierta por el Cabildo de Gran Canaria contra la introducción del gas, de momento en Arinaga, pero dados los desatinos que son capaces de general los políticos en los despachos cuando su futuro electoral o su puesto de trabajo está en juego, cualquiera sabe dónde o cómo terminará. Si algo debería ser evidente es que no es esta una cuestión de sentimientos ni orgullos heridos, es una cuestión técnica fácilmente evaluable, si se tiene la voluntad y los conocimientos científicos suficientes para opinar con sensatez del asunto.

Para empezar, tal vez convendría recordar dos términos que aunque suenan parecido son conceptualmente diferentes. Uno es «eficacia», definida en el DRAE como la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera. Otro, que tiene más que ver con la cartera de los contribuyentes cuando intervienen los políticos, es el de «eficiencia» que consiste en el logro de las metas con la menor cantidad de recursos posibles, tanto técnicos como económicos. Obsérvese que el punto clave en esta definición es ahorro o reducción de recursos al mínimo.

La segunda cuestión que conviene volver a poner sobre el tapete por enésima vez es que el gas y las renovables no compiten entre sí, son complementarias y cada tecnología busca su mejor posicionamiento en el mix energético en función de su productividad para minimizar los costes de producción, y en consecuencia la factura al usuario, pero en ausencia de distorsiones políticas sobre el asunto. Si la política todo lo pudre, en este caso, ni el aire generado por los molinillos logrará disipar el tufillo que generan las subvenciones graciables y renovables.

Pensar que con las actuales placas fotovoltaicas y aerogeneradores se puede autoabastecer Canarias es de un nivel de pensamiento mágico que el desarrollo humano, industrial y turístico de las islas no se puede permitir. Ni siquiera en El Hierro se ha podido conseguir, a pesar de lo que parece decir con lengua de serpiente la propaganda antisistema, aunque no han tenido reparo en condenar a esa isla a ser una reserva para unos pocos y sin futuro económico.

Con mucho mayor detalle se desarrollaban estos asuntos en, al menos, otros tres artículos anteriores: Unos ganan lo que otros pagan (2013) y El color de la Tierra (I) y (II), publicados en el año 2008. Desgraciadamente, pues bien quisiera haberme equivocado, creo que siguen de rabiosa actualidad y poco o nada ha cambiado. Bueno, solo algunos políticos de poltrona.

Ver los comentarios