confieso que he pensado

Tontos y listos

Las formaciones que han sufrido el sistema electoral solo lo pueden obviar desde la más profunda estupidez, y las beneficiadas desde la más absoluta sinvergonzonería

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Para que las cosas cambien no tiene, necesariamente, que cambiar todo. La mayoría de las veces basta con sustituir una o dos cartas de la baraja para que la partida tome unos derroteros harto diferentes. Es el caso de Canarias, donde buena parte de la imprescindible reforma política pasa, sencillamente, por la modificación de un sistema electoral que las formaciones que lo han sufrido sólo pueden obviar desde la más profunda estupidez, y las beneficiadas desde la más absoluta sinvergonzonería. Tontos y caraduras, no hay medias tintas.

El modelo vigente, producto de los miedos de unos y las vivezas de otros, se ha revelado profundamente injusto y antidemocrático legislatura tras legislatura, pero ello no ha sido un acicate para que sus víctimas, en el colmo de la estulticia, hayan movido un dedo, un solo dedo, el del aparato de votación, para tratar de modificarlo cuando han podido.

Y en la práctica han podido siempre, porque siempre han constituido la mayoría en la cámara autonómica. Las mieles del poder son demasiado sabrosas como para desairar al compañero de viaje y arriesgarse a una posible ruptura. La cobardía es patrimonio de los incapaces, y ellos lo han sido. Y mientras no se demuestre lo contrario, lo siguen siendo.

Salvando la posible conveniencia de tener en cuenta ciertos aspectos de la denominada doble insularidad, que alguien que se jacte de ser un demócrata defienda un modelo tan injusto como el del archipiélago nos debería llevar a reflexionar sobre qué clase de personajes se sitúan al frente de las organizaciones políticas. Si son tontos, porque son tontos; si son unos aprovechados, porque son unos aprovechados, pero ni una ni otra parecen las mejores vías para defender la libertad e igualdad de los ciudadanos de las siete islas. Resulta obvio que para ellos lo importante no son los votantes, sino mirarse cada mañana en el espejo y preguntar quién manda aquí.

Así, que la política canaria es un esperpento al frente del cual se sitúan, cómo no, personajes esperpénticos, parece quedar cada vez más nítidamente claro. Y para muestra el botón del presidente saliente, que tras convivir durante años con el inaceptable sistema electoral y aprovecharse de él, se desmarca del mismo manifestando su opinión favorable a una reforma. Un resentimiento político y personal que le lleva a protagonizar un adiós de chiste. Pero lo de verdad importante es que sus palabras nos proporcionan la certeza de que incluso los principales beneficiados son conscientes de cuan injusto e insoportable es el actual sistema.

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