DESDE MI ESCAÑO

La petromurga de Rivero

Sólo le ha faltado ponerse como un Hugo Chávez redivivo y plantarse ante las plataformas petrolíferas de Repsol con una barcaza de Greenpeace al grito de «¡Exprópiese!»

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Paulino Rivero se empeña en convertirse en el presidente más nefasto para la historia del Gobierno de Canarias. El mendaz mandatario salió hace unos días en rueda de prensa para montar un numerito más propio de un ultra del Frente Blanquiazul que de alguien que tiene encomendados los designios de Canarias hasta mayo de este año.

Y es que el de El Sauzal, haciendo gala de su pequeña estatura…política, se dirigió a los medios de comunicación asegurando que el hecho de que Repsol se marchase de las aguas canarias sin haber encontrado bolsas de gas y petróleo suficientes era un triunfo para Canarias y, lo más importante, la derrota del ministro de Industria, José Manuel Soria López. Lo dicho, lo del señor Rivero es un caso digno de estudio.

El hincha más radical de las barras bravas argentinas tiene más capacidad de reflexión que el líder de Coalición Canaria.

Este petimetre del más rancio nacionalismo no ha caído (o no ha querido caer) en la cuenta de que la economía de las Islas va a seguir viéndose resentida por una falta evidente de industria, que Canarias no puede estar al socaire del binomio sol y playa, que hay que buscar alternativas a la masiva destrucción de la agricultura y a este sujeto no se le ocurre otra cosa que salir a jalear en rueda de prensa que Repsol no ha hallado nada. Es para hacérselo mirar con urgencia.

Además, tiene coña marinera que el presidente canario se nos ponga ecológico cuando, por ejemplo, podríamos recordarle, a bote pronto, obras que contaron con un rechazo tremendo por parte de la población canaria como el Puerto de Granadilla, el tendido eléctrico del Sur, el Anillo Insular para que Norte y Sur de Tenerife queden conectados y así un largo y extenso expediente de obras que se han hecho por los reales decretos de Coalición Canaria.

Y eso por no volver a traer a colación en esta columna que Rivero apostaba por las prospecciones petrolíferas hace siete u ocho años, pero claro, de repente el sesgo político provoca extraños borrados mentales.

Lo que ha hecho el señor Rivero sacando a pasear su forofismo más exacerbado no sólo no le reporta ningún beneficio a Canarias, sino que pone sobreaviso a otras empresas que en su momento decidan acometer alguna operación de enjundia. Con dirigentes como el de El Sauzal poco o nada bueno se puede esperar. Sólo le ha faltado a Rivero ponerse como un Hugo Chávez redivivo y plantarse ante las plataformas petrolíferas de Repsol con una barcaza de Greenpeace al grito de “¡Exprópiese!”.

Ya puestos, en estos carnavales, podríamos inventar el baile de la petromurga, con Paulino Rivero de majorette y con la cara pringada de chapapote, un símbolo del negro futuro que le aguarda al Archipiélago.

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