CONFIESO QUE HE PENSADO

Envidias nacionalistas

Esa flagrante y hasta vergonzosa incapacidad para la autocrítica acaso sea uno de los principales obstáculos, si no el principal, para que cambien las cosas

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CULO veo, culo quiero, reza el dicho popular, perfectamente aplicable al supuesto malestar expresado por el presidente del Gobierno canario, el nacionalista Paulino Rivero, acerca del «olvido» de Canarias en el primer discurso de Navidad del Rey Felipe VI, quien convirtió a Cataluña en una de las protagonistas de su intervención. El jefe del Ejecutivo regional hace tiempo que se mira en sus homólogos catalanes a la hora de exigir un trato diferenciado para el Archipiélago, pero acaso no se ha percatado de que al contrario de lo que ocurre en el feudo de Artur Mas, donde la suma de las opciones políticas nacionalistas, recalcitrantes incluidas, se debate entre el primer y el segundo puesto de las preferencias ciudadanas, el nacionalismo canario se queda en mero segundón.

Sólo gracias a las peculiaridades del sistema electoral vigente en las Islas, dicho segundón gobierna pese a perder elección tras elección.

En cualquier caso, la alusión de Rivero al supuesto «desliz» del monarca no es sino un ejemplo de la realidad paralela que se ha instalado en las preclaras mentes del nacionalismo archipelágico, una realidad ficticia, valga la contradicción, que halla su máxima expresión en la observación realizada por el todavía presidente acerca de la conveniencia de que el Gobierno de España tome nota de las palabras del Rey sobre la necesidad de realizar reformas que permitan prevenir algunos de los dislates políticos que se han vivido en los últimos tiempos. Y es que, llegados a este extremo, la pregunta es: ¿no tienen la administración canaria, los partidos canarios, el presidente canario, ninguna responsabilidad en todo lo malo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en diferentes instituciones públicas de las Islas?

La interpretación de las palabras de Felipe VI que ha hecho Rivero es lo que comúnmente se denomina echar balones fuera, esto es, eludir cualquier responsabilidad a pesar de la evidencia de que están ocurriendo notables irregularidades en el Archipiélago, como bien han dejado en evidencia los jueces a través de sentencias firmes y de un importante número de casos abiertos en los que se hallan implicados importantes cargos de diferente signo político.

Esa flagrante y hasta vergonzosa incapacidad para la autocrítica acaso sea uno de los principales obstáculos, si no el principal, para que cambien las cosas, y para que todo lo malo que acogota a los poderes públicos canarios, que no es poco, pase a la historia en lugar de perpetuarse como un mal crónico.

Mirar hacia otro lado no es la mejor forma de enfrentarse a los problemas, especialmente cuando quien mira hacia otro lado se ha convertido en uno de los principales problemas.

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