La opción turca se ha presentado hasta cinco veces en las últimas seis ocasiones para albergar los Juegos. Sin embargo, en ninguna de ellas estuvo cerca de lograr la ansiada elección y solo su empeño y capacidad de maniobras la rescataron en una ocasión. Para 2020 cuenta todavía con un gran apoyo popular, puesto que los habitantes de Estambul son los que más animan a que su ciudad intente organizar el evento según las encuestas del COI.
Desde las dos orillas que unen Asia y Europa en el estrecho de Dardanelos apuestan por unos Juegos «históricos» y con la apertura del mundo islámico -aunque en un país oficialmente laico-. Los turcos ofrecen a los Juegos Olímpicos casi un cheque en blanco para desarrollar unos Juegos con novedades, como un estadio dedicado únicamente para las ceremonias de inauguración y clausura que podrían seguirse desde ambas orillas. Además, la inversión en una ciudad de 13 millones de habitantes se efectuará con o sin evento olímpico.
Sin embargo, la posibilidad estambuleña amparada por la riqueza económica y cultural cuenta con numerosas reticencias por parte de la organización olímpica. Desde el primer corte contó con la peor nota. Los examinadores han reprobado que algunas zonas de la ciudad todavía no cuentan con los terrenos disponibles en propiedad, que las estimaciones de los organizadores de desplazamientos en la caótica ciudad son «demasiado optimistas» ante la frecuencia de los atascos de circulación (antes del futuro puente bajo el Mármara) y el gran trabajo que faltaría para terminar las sedes en la zona asiática. A pesar de ser la sexta ciudad con mayor número de visitantes, la comisión de examinadores avisó sobre las posibles subidas de precio de los hoteles con el cambio de tasas, la falta de capacidad de hospedaje y la necesidad de mejorar en el sector turístico. Además, el apoyo político se ha visto empañado por la dura represión de las manifestaciones en la ciudad en los últimos tiempos y desde la familia olímpica se las señalado por ocultar su vertiente musulmana en la promoción de la ciudad en las presentaciones de la candidatura.
La última debilidad interna que han atacado los turcos es su lucha contra el dopaje. En los últimos meses se ha sancionado a más de 30 atletas por el uso de sustancias prohibidas, incluidos algunos de sus representantes más prestigiosos. Así, los otomanos trataron de hacer ver que el país se toma en serio la lucha antidopaje.
