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Kako Aramburu, el ojo del perdigón

El guipuzkoano competirá en la modalidad de skeet

27.07.12 - 12:44 -
Kako Aramburu, el ojo del perdigón
Kako Aramburu apunta a su objetivo. /Archivo
Juan José 'Kako' Aramburu. Irundarra. Tirador de plato. Una de las opciones de medalla en Londres. Eso sí, en una modalidad tan desconocida o poco reconocida como el tiro olímpico. Tiro con escopeta de perdigones, para que se entienda. Y en una modalidad, el skeet, en la que España ya posee dos medallas olímpicas: Jorge Guardiola, que se colgó el bronce en Seúl 1988, y María Quintanal Zubizarreta, que lo hizo en Atenas 2004, aunque en otra modalidad: foso olímpico.
Pero no nos desviemos, que de quién hay que hablar es de Kako Aramburu, campeón del mundo el pasado año y uno de los referentes en cada competición que se disputa por el mundo. Aramburu ha logrado algo que está al alcance de muy pocos: vivir prácticamente de apuntar y apretar el gatillo. Porque esa es la primera condición del buen tirador: ser profesional.
Dicen los técnicos de la Federación que el tiro, en cualquier modalidad o especialidad, tiene como denominador común que se trata de una lucha contra uno mismo. Y esa es la peor pelea de todos. Cuadno tu mayor enemigo eres tu mismo, es necesario mucha cabeza fría, mucho control de las emociones y de los pensamientos. “El tirador que empieza a darle vueltas a un fallo en la cabeza está perdido”, señalan, “pero, claro, no siempre puede uno controlar sus pensamientos”. Y esa, quizá, sea la principal virtud del guipuzcoano: su frialdad, su capacidad para evadirse de los problemas durante la competición y buscar siempre la manera de subsanar el error en un disparo.
El skeet es una modalidad de tiro puro. Hay ocho posiciones desde las que disparar, dos platos en cada una de ellas y dieciseis ángulos diferentes. En total 75 platos que romper y 150 disparos como límite. Y para lograrlo es necesario estar siempre concentrado.Y concentración es lo que rara vez le falla a Kako Aramburu. Porque cuando el tirador pide los platos, debe tener el arma sin encarar, a la alura de la cadera. Y cuando salen los platos hay que aculatar la escopeta, apuntar, mover la mano para acompasar el tiro a la velocidad del plato y apretar el gatillo. Y todo el proceso no puede durar más allá de medio segundo. Y para eso hace falta concentración.
Desconocido en España, salvo en Guipuzcoa y en los ambientes del tiro lógicamente, su progresión en los últimos años le convierte en una de esas opciones claras a metal. Pero su especialidad reclama tanta precisión que cualquier mínimo detalle te condena. En 2008 perdió el título mundial, acabó segundo, porque en el último plato fue una milésima de segundo lento y su tiro se quedó detrás del plato. Después de dos días disparando un error de ese tipo puede provocar frustración. Como lo provoca el no elegir correctamente la munición. O tener el día tonto en el que el movimiento del cuerpo no termina de acompasarse al vuelo de los platos... Muchos problemas, que Aramburu afronta desde la sencillez. Sabe que hacerlo bien hoy no implica seguir igual al día siguiente. Al fin y al cabo, el enemigo eres tú mismo.
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Un tirador dispuesto a recargar el arma tras un disparo. /Afp
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