lavozdigital.es
nuboso
Hoy 5 / 18 || Mañana 7 / 16 |
más información sobre el tiempo
Estás en: >
Noticias

LONDRES 2012

España salva los muebles con 17 medallas

La gran aportación de sus mujeres, sobre todo Belmonte y las regatistas, el pleno del taekwondo y el récord de Cal son lo mejor del equipo español en unos Juegos en los que ha vuelto a fracasar el atletismo.

13.08.12 - 16:31 -
España salva los muebles con 17 medallas
El equipo de femenino de Elliott, tras recibir su oro./Reuters
Si algo se puede decir, a modo de balance, de la participación española en los Juegos de Londres es que, al final, se han salvado los muebles. La satisfacción de los representantes del CSD y del COE en la última semana de los Juegos no ha dejado de ser, sobre todo, el alivio de quien temió el petardazo, que en este caso no era otro que el regreso de España a las cifras de medallas anteriores a la eclosión de Barcelona 1992. Puede que hubiera algo de alarmismo en los negros presagios del principio, pero lo cierto es que aquellos cinco primeras días de competición sin estrenar el medallero, con los periodistas recibiendo a diario en sus móviles lo que parecía un parte de bajas de guerra -la coletilla 'Fin de participación' se hizo popular entre los enviados especiales- fueron muy duros.
Todo parecía salir al revés. Nada funcionaba. Hasta el fútbol se lió con una pifia monumental. No era extraño, por tanto, que muchos comenzaran a temerse lo peor y a lanzar oscuros vaticinios. Los Juegos siempre tienen algo de cura de humildad para España, un país que puede alardear de tener algunas de las principales figuras mundiales del deporte profesional (sus futbolistas, sus jugadores de baloncesto, que este domingo volvieron a exigir al máximo a las estrellas de la NBA, Nadal, Fernando Alonso, Jorge Lorenzo, Contador, etc.), pero que en el deporte olímpico está muy lejos de ser una potencia. Ahora bien, una cosa es que en unos Juegos a nadie se le ocurra soltar eso tan campanudo de 'soy español, ¿a qué quieres que te gane? porque lo normal es que piensen que tiene un serio problema con la cerveza tibia, y otra bien diferente es regresar a lo que podríamos llamar el período pre-Barcelona.
Hasta esos Juegos históricos, nuestro país se movía en cifras muy modestas. Tras años en la ultratumba olímpica (desde Roma 1960 hasta Montreal 1976, sólo se lograron 4 medallas y de Tokio y México, por ejemplo, se volvió sin ninguna), España se situó entre los estados que fluctuaban entre las cuatro y las seis medallas, es decir, a la altura de lo que en estos Juegos han conseguido Turquía, Croacia, Argentina, Mongolia, Uzbekistán o Corea del Norte, por citar sólo algunos ejemplos. Las 22 medallas de Barcelona resultaron un salto histórico y se convirtieron en algo parecido a un símbolo o a una frontera.
Nunca volvieron a igualarse, pero aquella inercia cambió ya para siempre la posición de España en el medallero. De Atlanta se volvió con 17, en Sidney se bajó a 11, se remontó en Atenas con 19 y se mantuvo el nivel en Pekín con 18. En este sentido, las 17 obtenidas en Londres (3 oros, 10 platas y 4 bronces) suponen, en el mejor de los casos, un estancamiento del deporte olímpico español. Porque tampoco habría que ser demasiado punzante para referirse al principio de un retroceso que, en un escenario de grave crisis económica y con los patrocinadores huyendo del deporte en desbandada, como si les persiguieran los comanches, va a resultar muy complicado evitar. Las perspectivas no son halagüeñas pensando en Río de Janeiro 2016. Muchos deportistas, de hecho, tirarían cohetes si se les prometiera que el programa ADO se va a mantener al menos tal y como está.
El papel del atletismo tiene bastante que ver en esa sensación de desconfianza en el futuro. Lo cierto es que la participación de España en el deporte rey de los Juegos Olímpicos no ha podido ser más lamentable. Al igual que en Pekín, no se ha logrado ninguna medalla y ha habido que conformarse con tres diplomas olímpicos, los de Miguel Ángel López en 20 kilómetros marcha, Frank Casañas en disco y Ruth Beitia en salto de altura. Ello nos devuelve a los tiempos de la Reconquista. A Mariano Haro y compañía.
Lo peor, sin embargo, no ha sido esta sequía de resultados sino lo que la ha rodeado. Por un lado, toda la polémica del caso Mullera, a la que se puede unir, aunque no tenga nada que ver con ella, la 'rajada' de Sergio Sánchez cuando la Federación Española de Atletismo le comunicó que el COI no le permitía sustituir al lesionado Jesús España en los 5.000 metros. Más lacerante, sin embargo, ha resultado la confirmación del derrumbe de algunas de las mejores tradiciones del atletismo nacional. No deja de ser penoso que en Londres 2012 no haya habido un español en las finales de 800 metros, 1.500 -`el 1.500!- los 3.000 obstáculos o el 5.000. Por no hablar de la longitud, que tan barata ha estado en estos Juegos. No iba nada descaminado el veterano Jesús Ángel García Bragado el otro día cuando dijo que el atletismo español necesita un cambio "aunque sea para tirarse al vacío".
Del medallero español en Londres 2012 se desprenden una serie de obligaciones. La primera es la de felicitar al equipo de taekwondo, protagonista de un pleno histórico con Joel González Bonilla, Nicolás García Hemme y Brigitte Yagüe. Nunca había sucedido que todos los representantes españoles de un mismo deporte obtuvieran medalla en unos Juegos. Una segunda felicitación hay que reservarla a David Cal, que con su plata en canoa 1.000 metros ya puede decir con legítimo orgullo que es el mayor medallista olímpico español de la historia. Otro piragüista, Saúl Craviotto, ha tenido el mérito de volver a subir a podio como en Pekín, aunque esta vez en otra prueba, el sprint de kayak individual. En el caso de Javier Gómez Noya, el mérito ha sido diferente: sacarse la espina de los anteriores Juegos y lograr la plata metiendo una cuña entre los gemelos Brownlee, dos máquinas.
De todos los reconocimientos, sin embargo, el mayor hay que reservarlo a la representación femenina. Las protagonistas de Londres 2012 han sido, sin duda, las chicas. Las españolas. Una de ellas, Mireia Belmonte, inauguró por fin el medallero el 1 de agosto, y volvió a subir al podio dos días después. Su consagración como una de las mejoras nadadoras del mundo ha sido, quizá, la mejor noticia para España en estos Juegos. Ahora bien, sería injusto no referirse a campeonas olímpicas como la windsurfista Marina Alabau o al trío de Match Race formado por Echegoyen, Toro y Pumariega, a las chicas del waterpolo, una de las sensaciones estos días en Stratford, a las del balonmano, a las de la 'sincro', a Maialen Chorraut o Maider Unda.
En todas ellas es posible encontrar historias conmovedoras de perseverancia, ilusión y capacidad de sacrificio. Uno piensa en la 'skipper' gallega Tamara Echegoyen buscando barco, tripulación y entrenador para cumplir su sueño de ser olímpica o en Maider Unda entrenando en el desván de su caserío de Olaeta tras haber ordeñado a sus 300 ovejas y vuelve a entender que, en gran medida, los éxitos del deporte español siguen siendo mucho más el resultado del genio individual que el producto de unas estructuras bien cimentadas que permitan una buena 'producción' de deportistas que vayan a los Juegos con verdaderas opciones y no a disfrutar del desfile de la ceremonia de apertura y el ambiente de la villa olímpica. Y lo peor es que los tiempos no invitan a pensar que esto vaya a cambiar sino todo lo contrario.
TAGS RELACIONADOS
lavozdigital.es

EN CUALQUIER CASO TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa.