«Lo he dado todo por el Cádiz y la afición ha sabido valorarlo y recompensarlo. No hay que quedarse con uno o dos partidos». Al menos le queda ese consuelo. Roberto Suárez se marcha de la Tacita de la misma forma en la que llegó: sin hacer ruido. Un frío y escueto comunicado aparecido en la web oficial confirmaba una noticia que comenzó a gestarse en Navidad con el frenesí de la Copa. El club, que intentó prolongar su contrato antes de esa fecha, ahora ha decidido no renovarlo. «Lo siento pero hay que aceptarlo. Ya me lo esperaba por cómo se estaba desenvolviendo la temporada. Hoy me tocó a mí y mañana le tocará a otro porque la cosa en el fútbol funciona así». No era ninguna sorpresa, estaba cantado.

Aún así, el asturiano no gozó del privilegio de otros que pudieron despedirse en el césped ni escuchó de primera mano los cánticos de apoyo de su hinchada. Da igual, el sonido lo tiene grabado en su memoria y por ello disculpa al público. «La situación era complicada. La gente no sabía que me iba, y yo corría un riesgo importante de caer lesionado y complicarme el futuro. Pero pude vivir lo que se vivió con la misma emoción». Hasta sus dos hijas pequeñas lloraban en la grada porque para ellas la despedida era completa.

El principito reconoce estar «triste, con mucha pena por irme del Cádiz porque he vivido cosas muy bonitas y, por supuesto, he disfrutado del mejor momento de mi carrera deportiva». Grandes y gratos recuerdos «a nivel personal, familiar y de club, pues hasta con el descenso se sacan cosas positivas. Ha sido el lugar donde más a gusto he estado y me hubiera encantado seguir aquí». Suárez cree que «podría haber continuado algún año más porque física y mentalmente me veo capacitado, pero los que planifican no lo han creído así».

De bien nacido

Pero el centrocampista se ha labrado una buena fama en estos cuatro largos años como cadista, logrando dos ascensos casi consecutivos de Segunda B a Primera. Por ello, varios equipos de la categoría de plata ya han mostrado su interés. «Queda esperar hasta que termine la temporada en Segunda para conocer mi futuro. Estoy muy ilusionado aunque todavía no sé si me voy a ir de Cádiz».

Habla maravillas del club y la ciudad que abandona. «Está poniendo en práctica la filosofía más idónea y yo me he sentido involucrado en el crecimiento de la entidad. Esta ideología va muy acorde con mi forma de trabajar. Hasta me considero un gaditano con muchos amigos aquí». Se acuerda de Benito, «que me conocía, apostó por mí y vine con los ojos cerrados. Se lo agradezco todo». Siempre contó con la confianza de sus técnicos, ya fueran José González o Víctor Espárrago, «porque tuve muy clara mi función desde el principio», y no tiene malas palabras para nadie. «De verdad que no merece la pena, porque de bien nacido es ser agradecido. Este club apostó por mí y le tengo que dar las gracias».

Tiene muy claro que lo mejor «es cuando la gente te da las gracias por todo lo que hemos hecho, subir o bajar, da igual. Lo que conseguimos ha estado muy valorado, y hemos hecho felices a muchísima gente».

¿Con su marcha se acaba un ciclo en la entidad? «Seguro que no, porque el Cádiz seguirá creciendo debido a que hay gente muy válida». Es la hora de decir adiós, aunque él seguirá trabajando con el equipo hasta que finalice su contrato. Y para recoger las últimas cosas que se deja en el vestuario. «A los amigos no los dejó allí, porque siempre los tendré a mi lado».