Las posibilidades de padecer un accidente cardiaco o cerebrovascular aumentan en personas con obesidad, en las que se producen además enfermedades asociadas, como la diabetes tipo 2, el incremento de los niveles de colesterol y la hipertensión.

Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la forma en que se distribuye la grasa en el organismo juega un papel fundamental en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y en la aparición de la diabetes.

La acumulación excesiva de grasa en el abdomen y el torax equivale a un riesgo alto de padecer estas patologías, según explicó Luis Escobar, médico del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Puerta del Mar.

La obesidad abdominal hace referencia a algo más que un simple exceso de peso, pues refleja un aumento del tejido adiposo rodeando los órganos situados en el interior de la cavidad abdominal (hígado, intestino, páncreas) y torácica (corazón y pulmones).

Este tipo de obesidad conlleva en la mayoría de los casos riesgo de complicaciones cardiometabólicas, con un incremento de los niveles del colesterol y los triglicéridos. Dentro del síndrome metabólico, se elevan también los niveles de insulina en sangre a la vez que aparece una resistencia del organismo a la insulina.

El perímetro de la cintura es la medida utilizada para calcular la obesidad abdominal. Los niveles de riesgo se sitúan por encima de los 88 centímetros en las mujeres y de los 102 en los hombres.

El otro tipo de obesidad, la ginoide, se debe a la acumulación de grasa en la pelvis y los muslos y puede repercutir en la sobrecarga de las articulaciones y en la aparición de diabetes, pero no conlleva un riesgo alto de sufrir accidentes vasculares, según expuso el doctor Escobar. La forma en que se distribuye la grasa en el organismo viene determinada por factores genéticos y hormonales. El tipo ginoide es característico de la mujer, pero ello no impide que la obesidad abdominal o androide afecte también a las mujeres.

Es importante atajar la obesidad cuanto antes, según subrayó el especialista, porque «cuanto más tiempo pase más factores de riesgo (cardiovascular) aparecen». Una reducción del 10% del peso corporal podría reducir a la mitad la probabilidad de sufrir un evento cardiovascular.

El 95% de los casos tiene su origen en unos hábitos alimenticios inadecuados y un estilo de vida sedentario, y sólo el 5% restante se debe a razones genéticas o a enfermedades asociadas.

Infancia y adolescencia

El sobrepeso en los adolescentes puede acarrear graves consecuencias para la salud, ya que incrementa el riesgo de enfermedad en la madurez, independientemente de que persista más adelante. Las principales secuelas que provoca la obesidad infantil en el adulto son hipertensión, dislipemia (aumento del colesterol y triglicéridos) e incluso problemas psico-sociales. Los hijos de padres obesos tienen el 80% de posibilidades de sufrir sobrepeso, un riesgo que se reduce a la mitad cuando sólo uno de los progenitores lo padece, tal y como informó el doctor Escobar.

Las estrategias terapéuticas se basan en la prevención de la enfermedad, el diagnóstico precoz y el tratamiento, e incluyen terapia psico-social y familiar, basadas en la modificación del estilo de vida y la educación nutricional.

Un cambio en la alimentación acompañado de ejercicio físico moderado y frecuente (tres o cuatro veces por semana) y de apoyo psicológico son suficientes para lograr la pérdida de peso que se persigue, pero siempre bajo la tutela de un especialista.