Nicolas Sarkozy, ayer durante su discurso tras conocer los primeros resultados en la segunda vuelta de las elecciones
Nicolas Sarkozy, ayer durante su discurso tras conocer los primeros resultados en la segunda vuelta de las elecciones - EFE

Los resultados definitivos presentan una Francia ultra peligrosa para la derecha tradicional

Sarkozy y su partido deberán combatir al mismo tiempo contra la izquierda, la extrema derecha y la dispersión amenazante del voto

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La segunda vuelta de las elecciones regionales han transformado profundamente el paisaje político nacional. La derecha gobernará 7 de las 13 regiones de una Francia profundamente conservadora y ultra conservadora, donde las izquierdas gobernarán en 5 regiones.

Los resultados definitivos del ministerio del Interior confirman que el conservadurismo más profundo de la nueva Francia que ha dicho «no» al Frente Nacional (FN, extrema derecha).

En la primera vuelta, la extrema derecha estuvo a la cabeza en 6 regiones. Pero, finalmente, el FN no ha conseguido ganar ninguna región, en la segunda y definitiva vuelta. El voto «unido» de la izquierda y la derecha han derrotado al voto ultra.

El domingo, 8.082.502 electores votaron al PS (7.263.567 votos) y sus aliados ecologistas, comunistas y de extrema izquierda.

Aritméticamente, el PS apenas tiene unos 400.000 votos más que el FN de Marine Le Pen, en toda Francia.

136.380 electores votaron listas regionalistas, esencialmente corsas, confirmando la minúscula implantación de los regionalismos en Francia.

10.127.196 electores votaron a las listas de centro y derecha de Los Republicanos (LR), el partido de Nicolas Sarkozy, confirmado como el gran partido nacional francés.

6.820.147 electores votaron a las listas del FN de Marine Le Pen, confirmada como segunda o tercera fuerza política nacional, con un poder extremadamente desestabilizarte.

La totalidad del voto conservador (LR) o ultra conservador (FN) suma 16.947.343 electores. Una mayoría sociológica excepcional, que tiene efectos políticos perversos para la derecha tradicional que lidera Nicolas Sarkozy, que confirmó el domingo su hostilidad radical a cualquier entendimiento o negociación táctica con la extrema derecha.

Esa división sociólogica y política de Francia en tres grandes familias, extrema derecha, derecha e izquierdas, se convierte automáticamente en una «pinza» para Sarkozy y su partido.

A la izquierda, el PS y el presidente Hollande esperan beneficiarse, en el futuro, del voto unido de las izquierdas. A la derecha, Sarkozy y su partido deberán combatir al mismo tiempo en varios frentes: contra la izquierda, contra la extrema derecha, y contra la dispersión amenazante del voto de una Francia cuyo ultraconservadurismo profundo es una amenaza potencial para la derecha tradicional.

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