Un soldado surcoreano vigila la repatriación de ciudadanos en Kaesong
Un soldado surcoreano vigila la repatriación de ciudadanos en Kaesong - AFP

El polígono industrial de Kaesong, víctima colateral de la crisis de las dos Coreas

El Sur cierra este parque industrial conjunto, enclavado en plena frontera, como represalia por las provocaciones de Kim Jong-un

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
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Enclavado en pleno Paralelo 38, la última frontera que queda de la Guerra Fría, el polígono industrial de Kaesong ya se erige como la víctima colateral de la última crisis entre las dos Coreas, que permanecen separadas desde seis décadas. En represalia por el reciente ensayo nuclear del joven dictador Kim Jong-un y su posterior lanzamiento de un cohete, el Gobierno de Seúl ha decidido cerrarlo «completamente».

Construido y gestionado por la multinacional Hyundai desde 2004, en dicho parque operaban 124 pequeñas y medianas empresas del Sur que tenían contratados a 54.000 empleados norcoreanos para producir desde ropa hasta componentes de automóviles pasando por aparatos electrónicos y menaje para el hogar. Con unos sueldos medios de 150 dólares mensuales (135 euros), la mayoría de ese dinero iba a parar a las necesitadas arcas estatales de Corea del Norte, que se embolsaba cada año unos 100 millones de dólares (90 millones de euros).

Sospechando que buena parte de dichos ingresos han servido para financiar el programa militar y nuclear del régimen estalinista de Pyongyang, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, ha optado por clausurar el polígono de Kaesong para mostrar su mano dura contra Kim Jong-un. «Se supone que la mayoría de los dólares que hemos pagado han sido transferidos al Partido de los Trabajadores, responsable del desarrollo nuclear y de misiles, en lugar de mejorar la vida de la gente corriente», señaló Park la semana pasada ante la Asamblea Nacional. Aunque el cierre del parque industrial ha generado gran controversia en el Sur por afectar a sus empresas, Park indicó que es «solo el principio» y sugirió más medidas contundentes para anular los planes atómicos del Norte.

A tenor del ministro para la Unificación surcoreano, Hong Yong-pyo, el 70 por ciento del dinero transferido a Kaesong ha sido desviado por el régimen de Pyongyang a su carrera armamentística. Pero, justo un día después de hacer esta aseveración, reconoció no tener «pruebas claras» de dicha financiación. Por ese motivo, tanto los empresarios surcoreanos que operaban en Kaesong como el principal partido de la oposición, Minjoo, han criticado duramente la decisión de cerrar el complejo industrial.

Aunque este recinto, ubicado dentro de Corea del Norte, ya estuvo parado entre abril y septiembre de 2013 tras otra escalada de la tensión, su clausura puede ser definitiva esta vez. En aquel entonces, las empresas instaladas en el parque sufrieron unas pérdidas de más de un billón de wones (782 millones de euros), pero ahora muchas de ellas se enfrentan a la bancarrota porque el régimen de Pyongyang se ha incautado de sus activos y máquinas.

Lejanos quedan ya los días de la «sunshine policy» («política de acercamiento») impulsada por el presidente surcoreano Kim Dae-jung, quien en junio de 2000 protagonizó una cumbre histórica con el «Querido Líder» del Norte, Kim Jong-il, que permitió la apertura del polígono industrial de Kaesong. Además, era el último ejemplo de colaboración entre las dos Coreas tras el cierre en 2008 del complejo turístico del monte Kumgang, que la multinacional Hyundai explotaba también en territorio del Norte. Pero dicho recinto fue cerrado después de que un soldado norcoreano matara a una turista del Sur cuando, según la versión oficial, traspasó el perímetro de seguridad. Aunque ambos proyectos generaron ingentes sumas de dinero durante años, ahora están suspendidos. Son los riesgos de hacer negocios con Kim Jong-un.

El comercio del Norte con China cae un 15 por ciento a pesar de las sanciones internacionales contra Corea del Norte, China prolonga su supervivencia suministrándole petróleo y permitiendo la entrada de todo tipo de productos a través de su frontera. Pero, con sus ensayos nucleares y de misiles, el régimen estalinista de Kim Jong-un está minando las relaciones con su único aliado.

Buena prueba de ello es que su comercio bilateral se contrajo el año pasado un 14,8 por ciento, según los datos recopilados por el Instituto de Desarrollo de Corea entre enero y noviembre. En total, sus intercambios sumaron 4.900 millones de dólares (4.415 millones de euros), pero tanto sus exportaciones como sus importaciones cayeron estrepitosamente al reducirse las ventas de minerales norcoreanos y las compras de productos chinos. Con la única excepción de 2009, su comercio había aumentado un 22,4 por ciento desde 2000. Mientras tanto, aumentó el número de norcoreanos enviados a China, de 79.600 en 2012 a 94.200 el año pasado, para trabajar en fábricas, restaurantes y obras y enviar divisas al régimen.

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