Pedro Rodríguez - DE LEJOS

Un genio para los negocios

El método Trump para convertirse en multimillonario: heredar una fortuna y no pagar impuestos

Pedro Rodríguez

Hay una expresión muy americana que Trump ha utilizado al construir su hiperbólico relato para saltar a la Casa Blanca: self-made billionaire (multimillonario hecho a sí mismo). Esas palabras combinan la ética protestante que eleva el enriquecimiento personal a la categoría de virtud. Y también esas ideas ferozmente republicanas que acompañan la génesis de Estados Unidos como un país excepcional donde todo es posible porque el éxito no queda reservado para los privilegiados por cuna, los enchufados, o los de la banda del corcho que siempre flota.

Trump, aplaudido por todos esos americanos que de buena fe creen en la iniciativa privada y el emprendimiento, ha presumido siempre de ser un genio de los negocios. Capaz de convertir un millón de dólares prestados por su padre Fred en más de 10.000 millones. Una gesta empresarial que no ha resistido el escrutinio de tres periodistas del New York Times que durante un año han rebuscado entre un laberinto de documentos y fuentes exclusivas.

Al final, resulta que el método Trump consistía en heredar una fortuna de su padre (el equivalente actual a unos 360 millones de euros) y no pagar impuestos. El capital inicial no sería un millón de dólares sino más de sesenta. Y cada vez que Donald desbarraba como empresario, papá acudía al rescate. Aunque lo más grave, con diferencia, es que este genio de las finanzas se habría pasado varios pueblos de la línea que separa los esfuerzos legítimos por evitar impuestos y los delitos asociados con la evasión de impuestos.

Desde 1976, y sin obligación formal, casi todos los candidatos presidenciales en Estados Unidos han hecho públicas sus declaraciones al Fisco del año anterior como parte de los requisitos básicos de transparencia exigibles a todo aspirante a la Casa Blanca. Trump se negó justificando su opacidad con una sucesión de explicaciones muy poco convincentes. Solo se sabía que en 1995 se desgravó 916 millones de dólares en concepto de pérdidas. Ahora queda bastante claro que para Trump cumplir con Hacienda es cosa de perdedores.

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