La OEA exige a Evo Morales dar marcha atrás con el pucherazo

El vicepresidente del Tribunal Electoral de Bolivia dimite por el «descrédito del sistema», mientras la comunidad internacional reclama transparencia

Protestas en Bolivia tras el retraso en el conteo de las elecciones AFP

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Otra vez el asalto a las urnas. De nuevo los votos convertidos en cenizas, como sucedió en el referéndum que perdió para presentarse a esta tercera reelección. Evo Morales , el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, durante los últimos trece años largos, transformó las elecciones del domingo y su escrutinio, en una farsa de la democracia.

Si la OEA y la comunidad internacional (la UE también ha pedido transparencia en los resultados) no lo remedian, el último sobreviviente, con Nicolás Maduro, del denominado «eje bolivariano», estaría a un paso de consumar el golpe en las urnas para perpetuarse en el poder. El instrumento elegido es el Tribunal Electoral Nacional, una instancia que es fiel, como la mayoría de los organismos e instituciones bolivianas, a sus deseos antes que a la ley y a la Constitución que él mismo promulgó.

El polvorín de los disturbios, protestas y revueltas en La Paz se propagó la madrugada anterior por una decena de ciudades con quema de centro de cómputos, manifestaciones e intervenciones de las fuerzas de seguridad. Por cierto, con mejor puntería al lanzar los gases lacrimógenos cuando tenían en la mira a los opositores que cuando los que vociferaban eran los militantes del MAS (Movimiento Al Socialismo) que ven en Evo Morales a un ídolo de carne y hueso aunque tenga un rostro más próximo al cemento armado.

Resultado amañado

El expresidente y candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, no se resignó ni se resigna al pucherazo que se cocina en el Gobierno y llamo a «la resistencia democrática» porque «este resultado está totalmente tergiversado y amañado». Mesa, historiador y periodista, apuntó contra el Tribunal Supremo Electoral, «este fraude escandaloso se ha producido por la acción de este Tribunal que no merece el nombre de Tribunal porque es una vergüenza para el país».

La decepción se impuso tras la euforia de la noche del domingo, cuando el expresidente (2013-2015) celebraba, con el 83 por ciento del escrutinio, una segunda vuelta con el esperado cara a cara en las urnas entre él y Evo Morales, al no conseguir éste más del 40 por ciento con una diferencia de diez puntos sobre su seguidor ni superar el 50 por ciento de los votos. Con temple y pidiendo calma, Mesa evitó agitar o incitar a la violencia aunque el Gobierno le acusa, exactamente, de eso. «Las armas de la democracia –insistió– son las únicas posibles con las que tenemos que enfrentar esta situación inaceptable y vergonzosa».

Un vacío en el recuento

El origen del malestar en la población y en las filas que no responden al oficialismo viene de lejos pero la chispa que provocó el estallido se prendió el lunes, después de que el Tribunal Supremo Electoral ordenase la suspensión del sistema TREP (Transmisión de Resultados electorales Preliminares) cuando se había alcanza el 83 por ciento del escrutinio. «Lo hizo sin explicación lógica», observa el diputado electo José Ormachea. 24 horas después se reinicio pero «arrancó a partir del 95 por ciento». El resultado original, que garantizaba una segunda vuelta, desapareció en ese lapso de tiempo y reorganizó a su antojo los guarismos que pueden permitir –si no se remedia antes del 100 por ciento del recuento– la proclamación de Evo Morales o su prórroga como caudillo de Bolivia, cinco años más.

Ormachea observa, «se suponía que el TREP iba a ser un instrumento confiable pero ya no lo es. Aquella interrupción lo ha desvirtuado todo. No se sabe qué paso en todas esas horas». Lo que sucedió es posible que no se aclare nunca si finalmente se ajustan los números en el recuento oficial para que haya un balotaje pero, en cualquier caso, quedan para la historia –o la Justicia verdadera– las denuncias presentadas. «Yo la cursé ante la OEA para que conste en su informe», aclara el diputado de Comunidad Ciudadana.

El tiempo corre en contra de la imagen de Bolivia y del Gobierno. Cuanto más tarden en proclamar los resultados más riesgo hay de que empiece el serial de violencia que, por fortuna., hasta ahora se ha saldado sinmuertos.

«Legalmente –comenta Ormachea- tienen seis días para facilitar el recuento completo pero estimamos que antes de mañana (por este miércoles) podría estar todo». Este martes, el cómputo oficial al 84% del escrutinio , arrojaba un 44% de sufragios para Evo Morales, y un 40% para el opositor Carlos Mesa. De mantenerse, la segunda vuelta el 15 de diciembre sería un hecho.

Huelga general

Las escenas de la madrugada pasada no pasaron inadvertidas y encendieron las luces de alarma. La Paz, Oruro, Chuquisaca o Tarija fueron campos de batalla y escenarios de saqueos . En Potosí, paraíso de las minas de plata, la turba prendió fuego al Tribunal Electoral Departamental (TED). Dos personas se arrojaron al vacío, desde un segundo piso, para evitar las llamas. En Santa Cruz, la región «camba», donde la población blanca y de alta estatura rompe con el tópico de que los bolivianos son de baja estatura, se convocó una huelga general para mañana miércoles. El lunes, de norte a sur del país, la población, con experiencia en revueltas, hizo acopio de víveres en supermercados y colas descomunales de automóviles aguardaban su turno en las estaciones de combustibles para llenar los depósitos. Hoy la escena era otra, después del aviso de la OEA y la reunión de los Embajadores convocada por Evo Morales, la calma volvía y las manifestaciones eran cosa del pasado (reciente).

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