José M. de Areilza - Monnet & Co.

Brexit, un partido a medias

La UE no puede permitirse gastar tanta energía en un dossier que tiene que ver con la desintegración

José M. de Areilza

José M. de Areilza

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Jean-Claude Juncker ha confesado que sufre «fatiga del Brexit», como tantos europeos. Ha vivido ya más de dos años y medio de negociaciones infructuosas, en primer lugar porque los principales desacuerdos son intra-británicos. La Unión Europea no puede permitirse gastar tanta energía en un dossier que tiene que ver con la desintegración y no con el futuro. Mientras tanto, Theresa May ha viajado a la cumbre de la UE con los países árabes en Sharm-el-Sheikn para gastar su última bala, pero ha sido advertida de que no habrá pactos en el desierto.

En casa, esgrime el miedo a llegar al 29 de marzo sin acuerdo y provocar el caos económico y una gigantesca inseguridad jurídica. Antes de la siguiente votación parlamentaria sobre Brexit al final de febrero puede conseguir una declaración política que suavice la salvaguarda irlandesa. Pero este brindis al sol no alteraría la unión aduanera prevista para la isla de Irlanda, muy difícil de excluir en un futuro acuerdo comercial Reino Unido-UE. Queda sin embargo partido en torno al Brexit.

Un nuevo grupo independiente se ha formado en el Parlamento, a partir de la escisión de once miembros provenientes de los dos grandes partidos, ambos en riesgo de descomposición.

Los fundadores de esta iniciativa quieren prórroga y segundo referéndum, algo que descartan Theresa May y Jeremy Corbyn. La primera ministra lo hace tal vez por razones tácticas, para concentrar la atención en su intento desesperado de salir con un acuerdo ya rechazado por la Cámara.

En el caso del líder laborista se trata de un prejuicio de fondo contra la propia UE. En su visita esta semana a Bruselas ha dicho vaguedades y parecía más un jubilado haciendo turismo que el lider de la oposición.

La gran mayoría de los Comunes no quiere la salida de la UE sin acuerdo y de aquí a final de marzo deben organizarse para forzar al ejecutivo a prolongar la negociación.

Si May vuelve entonces a estrellarse con la Unión Europea a 27 y en Westminster, su último servicio al país puede ser volver a dar la palabra a los ciudadanos.

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