Miembros del Ejército ucraniano cerca de la localidad de Debáltsevo, en el este del país
Miembros del Ejército ucraniano cerca de la localidad de Debáltsevo, en el este del país - reuters
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Los rebeldes no levantarán el cerco de Debáltsevo tras el comienzo de la tregua

Los prorrusos pretenden dejar morir de hambre a los 6.000 militares ucranianos que mantienen rodeados

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El armamento pesado enviado desde Rusia a las milicias separatistas parece tener como principal misión reforzar el cerco en torno a los más de 6.000 militares ucranianos embolsados en la zona de Debáltsevo. Los dirigentes separatistas aseguran que cumplirán el alto el fuego acordado el jueves en Minsk y no atacarán al contingente confinado en la «olla» de Debáltsevo, pero no les dejarán salir con vida.

El líder de los rebeldes de Donetsk, Alexánder Zajárchenko, dio orden ayer a sus hombres de detener las hostilidades a la hora establecida. Su mano derecha, Eduard Basurin, afirmó que los rodeados en Debáltsevo «morirán seguramente de hambre», ya que, si intentan huir, se toparán con una lluvia de balas.

Zajárchenko recalcó además que la retirada de material pesado de la línea de separación, el segundo punto de los acuerdos de paz, no se aplicará en Debáltsevo porque «no forma parte del protocolo de Minsk al tratarse de una zona interna que está cercada».

¿Deberán entregarse?

De manera que, si las unidades sitiadas desean sobrevivir tendrán que entregarse al enemigo o violar el alto el fuego. De este problema habló ayer por teléfono el presidente ucraniano, Piotr Poroshenko, con los iniciadores del proceso de paz, su homólogo francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel.

Según un comunicado de la Presidencia ucraniana, los tres mandatarios mostraron su «preocupación» por la situación en Debáltsevo y decidieron «seguir atentamente el desarrollo de los acontecimientos». Subrayaron la importancia de que «todas las partes, incluida Rusia, cumplan los compromisos adquiridos».

Ayer no cesaron los combates en la horas previas al comienzo de la tregua ni en Debáltsevo, localidad que está casi destruida, ni en las inmediaciones del puerto de Mariúpol. Una decena de kilómetros más al este, en el poblado de Shirókino, se continuaban librando encarnizados combates. Esta localidad ha sido también borrada de la faz de la Tierra.

«Con la ayuda de unidades regulares rusas, los insurgentes intentan culminar tareas tácticas a fin de ampliar las zonas bajo su control», antes del comienzo del alto el fuego, declaró ayer el portavoz castrense ucraniano, Andréi Lisenko.

Poroshenko subrayó ayer la trascendencia del actual momento. «Estamos ante una crucial disyuntiva: o el enemigo cesa el fuego y se da comienzo a la solución política (...) o nos empuja a nosotros y a todo el mundo a una escalada del conflicto», señaló.

El presidente ucraniano dijo tener la esperanza de que «el sentido común prevalezca sobre las ambiciones imperiales enfermizas» y, en clara alusión al presidente ruso, Vladímir Putin, expresó su confianza en que «aquel que dio luz verde en su momento al comienzo de las acciones militares recapacite finalmente y ordene su cese». Advirtió además que, si el actual proceso no conduce a la paz, decretará la ley marcial, no sólo en Donetsk y Lugansk, sino en todo el país.

Al menos dos personas perecieron ayer en el centro de Donetsk y otras tres resultaron heridas tras un ataque con morteros. Los proyectiles cayeron a escasos metros de un edificio en donde Zajárchenko había convocado una rueda de prensa.

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