Así narró ABC el naufragio del Endurance: «Los hielos apresaron la nave atrevida entre sus terribles brazos»

Desde que el barco quedara anclado en el hielo, fue imposible permanecer a bordo y el 30 de octubre de 1914 sus tripulantes abandonaron el barco y acamparon en un iceberg

Hallan el Endurance en la Antártida, el histórico barco de Shackleton

Ernest Shackleton, al final de una de sus expediciones.
César Cervera

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Hay personas que no han nacido para la calma, ni para disfrutar del calor de una chimenea mientras lee un libro en silencio, sino que necesitan de un buen escalofrío en los huesos cada cierto tiempo y un meneo constante de proa a popa para sentirse vivo. Es el caso del explorador irlandés Ernest Shackleton , artífice de una vida de hazañas heladas y cuyo barco más emblemático apareció este miércoles en la Antártida. «Shackleton, de airada enérgica, andar firme y resuelto y fuerzas hercúleas. Escucha los cumplimientos y felicitaciones sonriendo, como si no concediera una gran importancia a la empresa que acaba de llevar a cabo», le presentaba ABC en sus páginas el 22 de junio de 1909 cuando regresó del punto más meridional jamás hollado por el hombre en la Antártida . Tampoco eso fue suficiente para el héroe que evitaba los cumplidos.

Una nueva aventura

Tras la victoria del noruego Roald Amundsen en el Polo Sur (1911), la última cima por conquistar en el Ártico era, en opinión del obsesivo Shackleton, cruzar el continente helado de punta a punta pasando a través del polo con el objeto de «caminar entre tinieblas –en palabras de Dy Safford en las páginas de ABC– para tener la dicha de que sus ojos sean los primeros de ser humano que admiren los picos cubiertos de nieve de una cordillera soñada, pero desconocida, y que sus pies pisen un continente inexplorado, será una compensación más que suficiente de las infinitas penalidades que se dispone á padecer. Si la suerte les es favorable, piensa traer pingüinos y focas para lo cual lleva jaulas a propósito y grandes depósitos de agua ».

El capitán Scott, compañero del famoso Schackleton, en 1909.

Para este fin organizó la Expedición Imperial Transantártica (1914-1917) bajo la famosa y nada apetitosa oferta de empleo dirigida a los más imprudentes: «Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito». El anuncio publicado en un periódico británico recibió más de 5.000 solicitudes y sirvió para enrolar finalmente a 56 hombres, que partieron en agosto de 1914 de Gran Bretaña hacia la Antártida a bordo de dos barcos: el Endurance y el Aurora .

A su paso por Vigo, donde hizo escala en septiembre, ABC se hizo eco del interés de Shackleton por el supuesto tesoro que se escondía en las aguas gallegas tras la batalla de Rande a principios del siglo XVIII: «Ha sido saludado a bordo por gran número de personas, a quienes preguntó acerca de unos galeones que en 1702 se hundieron en esta bahía, con enormes cargas de oro, plata y piedras preciosas pues, según ha manifestado, tuvo él interés de haber realizado trabajos para extraer tanta riqueza antes de organizar excursiones al Polo Sur». No era el primer británico que había preguntado por este tesoro. Luego, el irlandés continuó su travesía de 2.900 kilómetros en un viaje que, esta vez, acabó en tragedia.

«Perdidos en el desierto de las nieves, bajo las caricias satánicas de una temperatura de 6o grados»

«El 3 de diciembre de 1914 zarpó el barco de Georgia del Sur para el mar de Weddell , y el 10 de enero quedó el Endurance rodeado por los hielos, que ya no le abandonaron. En marzo, abril y mayo, meses en los que disminuía la luz, siguió navegando lentamente, y en los tres meses siguientes, en continua noche, fue aumentando la presión del hielo, que el 27 de octubre comenzaron a cubrir el buque y a destrozar con su formidable empuje», narraba en Blanco y Negro el 24 de diciembre de 1916, cuando la tragedia ya era un hecho escrito en los libros de historia.

Desde que el barco quedara anclado en el hielo, fue imposible permanecer a bordo y sus tripulantes abandonaron el barco y acamparon en un iceberg, refugiándose en barracas que construyeron con maderas del buque. «Los hielos apresaron la nave atrevida entre sus terribles brazos, y a los golpes de maza de una tempestad glacial la Endurance, hecha pedazos, se hundió en las riberas de la isla Elefante , quedando los que la tripulación a merced de las inclemencias del cielo; perdidos en el desierto de las nieves, bajo las caricias satánicas de una temperatura de 6o grados bajo cero, con pocos víveres, con elementos útiles limitados, convirtiéndose, los míseros náufragos en próximos candidatos al sepulcro», contaba en ABC el Bachiller Alcañices.

Después de varios intentos fallidos de alcanzar la isla de Paulet, a 400 km, a la expedición de Shackleton no le quedó más remedio que esperar a la deriva hasta llegar a tierra. En un momento crítico, tuvieron que embarcar en botes salvavidas y poner proa a la tierra más cercana en un viaje de cinco angustiosos días en dirección a la inhóspita isla Elefante, a más de 550 km del lugar en que se hundió el Endurance.

El 20 de abril, Shackleton decidió arriesgarse a emprender junto a dos compañeros un viaje de casi 1300 km en bote abierto hasta las estaciones balleneras de las islas Georgias del Sur , donde sabía que encontraría ayuda. Superó las tormentas, los vientos huracanados y las ropas afiladas de las que, valiéndose de un bote, tenían pocas opciones de esquivar, hasta llegar a su objetivo. Allí Shackleton pudo lograr ayuda por parte de la Armada chilena para sus compañeros.

Muerte en el hielo

A su regreso a las Islas británicas , la fama del explorador no hizo más que aumentar. Harto de dar conferencias y ser homenajeado, Shackleton volvió en 1920 a planear una nueva expedición polar, en este caso, primero con dirección a un área inexplorada del mar de Beaufort en el Ártico, y más tarde con el objetivo de ser «una expedición oceanográfica y subantártica» en estas aguas tan desconocidas. La expedición partió de Inglaterra el 24 de septiembre de 1921, pero cuando el barco recaló en Río de Janeiro (Brasil) Shackleton, de 47 años, sufrió lo que pareció un ataque al corazón, si bien no le prestó mucha atención.

A principios de enero del año siguiente, cuando el barco estaba en Georgia del Sur Shackleton sufrió un nuevo ataque al corazón y murió. Llovía sobre mojado... En Montevideo , la expedición, huérfana de capitán, recibió una carta por la que la viuda del explorador pedía que su marido fuera enterrado en Georgia del Sur : «Shackleton no ha dejado instrucciones definidas respecto a su entierro; pero sus parientes y amigos íntimos dicen que esto era deseo suyo, pues varias veces comentó que quería reposar en la puerta del Antártico, escenario de sus mayores hazañas. Allí fue donde obtuvo ayuda para salvar a sus camaradas que quedaron en la Isla Elefante, después de la pérdida del Endurance, en el Antártico, en 1916», como registró ABC a las pocas semanas de su fallecimiento.

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