La historia de la marca Rioja: un siglo de sudor y lágrimas en peligro por el nacionalismo vasco

La tradición viticola de esta región se remonta a la época romana, de la que hoy son herederos 15.000 productores que temen que este denominación de origen creada en 1925 se pierda para siempre en una nueva batalla política provocada por el PVN

Un grupo de recolectores de uva de La Rioja a principios del siglo XX Riojawine.com

Israel Viana

Un total de 15.000 viticultores, 600 bodegas y miles de ciudadanos de La Rioja, Álava y Navarra están preocupados de que la primera marca de calidad creada en España , en 1925, se pierda en otra batalla política. Un siglo de éxitos que justo el año pasado de la pandemia, que supuso un examen muy duro para toda la economía mundial, mostró una fortaleza extraordinaria. Sin embargo, desde hace más de un lustro, las bodegas alavesas intentan constituir una nueva denominación de origen que en su día bautizaron como ‘ Viñedos Alaveses ’.

Aquel intento estaba paralizado en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, pero el PNV ha preferido no esperar y plantear una proposición de ley para que las denominaciones de origen que engloban a más de una comunidad autónoma puedan dividirse. Esta propuesta, que se votará el próximo martes en el Congreso, pasa por la creación de una regulación Rioja Alavesa que se integre dentro de la actual Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja . Eso implicaría la creación de un nuevo órgano regulador con capacidad de decisión y también el traspaso al Gobierno vasco de las funciones de control, inspección y sanción, hasta ahora en manos del ministerio.

«Siempre hemos defendido la unidad de la denominación de origen», aseguran con rotundidad los socialistas riojanos. Sin embargo, el silencio del PSOE nacional resulta inquietante para todo el sector, sobre todo, si tenemos en cuenta que la Denominación de Origen Rioja aumentó, en 2020, en un 8,3% sus exportaciones con las que pudo minimizar la hecatombe de la caída en ventas de hasta el 40% del producto dirigido a la hostelería española. Ahora, con un ambicioso plan de recuperación en marcha, el Consejo Regulador se opone a la «amenaza» que supondría a las puertas del centenario una subdivisión del Rioja auspiciada por los nacionalistas vascos para crear un órgano de control propio en la Rioja Alavesa.

Edad Media

Casi 350.000 habitantes del sur de Álava, de La Rioja y del suroeste de Navarra viven de un producto que sólo en venta directa del vino supera los 1.300 millones de euros. No es más que el último episodio de la importancia económica que durante siglos ha tenido la viticultura para la región y que tiene su origen hace más de dos mil años, como así lo atestiguan los numerosos restos arqueológicos de lagares y bodegas datadas en la época de dominación romana.

Producción de vino en La Rioja SWL

Mantenida esta cultura vitivinícola durante la alta Edad Media al abrigo de los monasterios, sería en el de San Millán de la Cogolla donde el poeta Gonzalo de Berceo subrayó en sus versos las virtudes del vino riojano, cuyo incipiente comercio local controlaba el monacato emilianense. El gran cambio, sin embargo, se produjo cuando se convierte en un producto de mercado en la transición entre la Edad Media y la Moderna, al igual que le ocurrió a otros grandes vinos europeos, cuando tienen que empezar a atender la creciente demanda de una población cada vez más concentrada en las ciudades.

Esto requería la modernización del hasta entonces difícil y controlado comercio del vino, que experimentó un gran crecimiento gracias a esta transición en aquellas zonas vinícolas, como Rioja, que consiguieron incrementar su producción muy por encima de sus necesidades de autoabastecimiento. En este largo camino, un hito muy significativo fue la creación, en 1787, dos años antes de que en París estallara la Revolución Francesa , de la Real Junta de Cosecheros. Mientras el Antiguo Régimen se derrumbaba, este organismo se dedicó en cuerpo y alma a fomentar el cultivo de la vid, a mejorar la calidad de los vinos y a facilitar su comercialización en los mercados del norte.

Puentes y caminos

Su impacto fue importante, incluso, en las infraestructuras, pues una de sus principales tareas desde entonces fue la de construir y mejorar caminos y puentes para unir los pueblos vinateros riojanos con Vitoria y con el puerto de Santander. A esto se suma la introducción de nuevos métodos de elaboración y crianza por parte de los productores de La Rioja, que fundaron nuevas bodegas en la segunda mitad del siglo XIX. Pero el empujón definitivo se produjo, sin duda, con la llegada del ferrocarril y el incremento de las compras desde Francia debido a la crisis provocada por una plaga de la filoxera en la década de 1870.

Se puede decir que es en ese momento, a finales del siglo XIX, cuando nace el Rioja moderno, dotando a su productor de una identidad propia y de un nombre vinculado a su origen. Surge entonces la preocupación de los viticultores y elaboradores de proteger tal identidad de los «usurpadores y falsificadores». Hacia 1920, el vino de la región volvía a ser un negocio próspero. La exportación era de nuevo un factor importante, por lo que un grupo de importantes bodegueros riojanos logró que el Gobierno de Miguel Primo de Rivera creara, el 6 de junio de 1925, la Denominación de Origen Rioja, un verdadero monumento histórico al pacto entre desiguales, bodegueros y viticultores, todos pendientes de que el producto fuera bueno y se pudiera vender. En caso contrario, perderían todos.

Fruto de esa legislación, al año siguiente se constituyó el Consejo Regulador, el símbolo de lo que ya se llamó ‘ Marca Rioja ’ y que todavía hoy sigue defendiendo la calidad de los buenos vinos. Tras los felices años 20, la Segunda República , proclamada el 14 de abril de 1931, dictó nuevas normas, con el objetivo de crear una ley del vino «democrática y nacional». Esta no tuvo apenas efectos, pues en 1934 varios pueblos vinateros sufrieron la violencia de los movimientos anarquistas y, con la Guerra Civil , se interrumpieron las exportaciones.

La Guerra Civil y la posguerra

Los siguientes años fueron muy malos, al igual que para toda la economía española,, tal y como explica José Luis Gómez Urdáñez en su artículo ‘El Rioja, 500 años de historia social y cultural de un gran vino’ (Universidad de La Rioja, 2014):

«La vendimia de 1936 fue desastrosa. Faltaban los brazos de los miles de soldados movilizados y los de otros tantos miles (unos 2.000 en La Rioja), cuyos cuerpos aparecían en cunetas y descampados, asesinados. Además, como lo importante era comer, muchas viñas se abandonaron. No menos de 10.000 hectáreas se convirtieron en trigales, campos de alfalfa, patatares, etc. Durante los años cuarenta no se exportó prácticamente nada, mientras seguía reduciéndose la superficie plantada. Franco había decretado la autarquía, mientras las potencias democráticas aislaban a la España franquista».

En los primeros años 50, la entrada en la ONU y en los organismos internacionales, así como el reconocimiento de Estados Unidos y la llegada de las primeras ayudas en dólares, permitieron el comienzo de la normalización del mercado de exportación, que no se logró plenamente hasta mediados de la década siguiente. Al final de los sesenta, el gobierno tecnocrático, monopolizado por miembros del Opus Dei, intentó por encima aumentar las exportaciones, lo que se tradujo en un nuevo impulso para la marca Rioja. Se crean nuevas bodegas, se mejoran los cultivos y el Consejo Regulador, dirigido por el ingeniero y humanista Antonio Larrea , retoma las labores de propaganda en la radio y la televisión y emprende campañas de enseñanza a los viticultores.

La democracia

La alegría asoma de nuevo y el espíritu de la Transición y la marca Rioja empieza a apuntarse un hito tras otro hasta convertirse, entre 1985 y 1995, en uno de los grandes vinos del mundo. La fecha más emblemática es la concesión de la Denominación Calificada en 1991, fruto del tesón de los riojanos, cuyo Consejo Regulador garantizó ya un control exhaustivo de calidad que no ha logrado ninguna denominación española todavía. «Así pues, aquel vino malo pero único; barato pero remunerador en tiempo de los hidalgos; celoso de Burdeos, pero arraigado entre sagas de familias liberales; cultivo popular, pero distinguido ya en el mundo; aquel Rioja milenario es hoy también sujeto y objeto de historia, arte y cultura, pues ha propiciado un modo de vivir y una sociabilidad muy distintos al de las tierras sin vino. El vino, toda una cultura», apunta Gómez Urdáñez.

Tras el parón de la economía por la pandemia del coronavirus, viticultores y bodegueros recibieron con esperanza los primeros datos de 2021 con un crecimiento del 6% respecto a 2020. En ese momento se vieron sorprendidos por la reactivación de una reivindicación política del PNV, demandando la mencionada creación de una subdenominación dentro del DOC Rioja para los vinos de Rioja Alaves. Según los datos del Consejo Regulador de 2020, las bodegas ubicadas en la comunidad de La Rioja produjeron 186 millones de litros frente a los 66 millones de litros elaborados por las bodegas alavesas y los 16 millones de las bodegas navarras.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación