«¡Duck and cover!»: el gran engaño de EE.UU. para evitar el caos ante el holocausto nuclear

Tras la detonación por parte de la URSS de su primera bomba atómica, Harry Truman ordenó rodar películas para tranquilizar a una sociedad que temía las consecuencias de una guerra nuclear

Manuel P. Villatoro

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La culminación del Proyecto Manhattan con la destrucción de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 fue una sorpresa imprevista para Europa. Cuando los científicos nazis al servicio de Estados Unidos vieron las primeras imágenes de lo acontecido en las dos ciudades niponas no pudieron más que asombrarse. Aunque Alemania ya había capitulado ante los Aliados , saber que habían perdido la carrera nuclear a pesar de la ventaja que tenían sobre sus competidores en los años 20 y 30 les supuso una verdadera puñalada en el orgullo.

El 6 de agosto de 1945 , con la caída de la bomba de uranio «Little Boy» sobre Hiroshima , los soviéticos también se percataron de que habían sido adelantados por el bolido estadounidense. Aunque lo encajaron mucho mejor y, de la mano de Avraami Zavenyagin , protegido del siempre controvertido edecán de Iósif Stalin , Lavrenti Beria , aceleraron la producción de la temible bomba nuclear. El Camarada Supremo, como solía sucederle con casi todo, se obsesionó con la producción de este endiablado artefacto y, en menos de cuatro años, ya lo tenía en su arsenal.

El 29 de agosto de 1949 , y más como una muestra de potencial ante su antiguo aliado estadounidense que por necesidad, la URSS detonó su primera bomba atómica en el gigantesco Centro de Pruebas de Semipalátinsk . Región alrededor de la cual residían, por cierto, nada menos que 700.000 ciudadanos rusos… Así comenzó, de iure , el toma y daca nuclear motivado por el temor de los dos nuevos bloques (capitalista y comunista) a que su contrario apretara el gran botón rojo que llevaría a medio mundo hasta la muerte. La Guerra Fría , vaya, como todos la conocemos en la actualidad.

Controlar el pánico

Como resultado, en los años posteriores se dio rienda suelta a una infinidad de estrambóticas campañas en las que, tanto uno como otro bando, enseñaron a sus ciudadanos a protegerse de la posible explosión de una bomba atómica en terreno patrio. Así nacieron vídeos como «Duck and Cover» («Agáchate y cúbrete»), un corto de nueve minutos elaborado por el gobierno norteamericano para ser emitido en los colegios de todo el país. Y no tanto como medida de seguridad, pues poco se podía hacer para sobrevivir a un ataque de tal calibre, sino para controlar la ansiedad de la población y evitar que el pánico se generalizara en plena Guerra Fría .

Este tipo de medidas supusieron además la aceptación por parte de los norteamericanos de que el teatro mundial había cambiado de forma drástica. «Durante este período, Estados Unidos se percató de que ya no era la única potencia nuclear que había en el mundo. De ver la bomba atómica como un activo que podía utilizar contra sus enemigos o no, pasó a darse cuenta de que sus enemigos tenían la capacidad de hacer lo mismo», explica el historiador especializado en armamento nuclear Alex Wellerstein, del Instituto de Tecnología Steves, en declaraciones recogidas por History Channel.

Wellerstein y otros tantos historiadores como Peter Carlson son partidarios de que campañas como la popular «Duck and Cover», orquestadas por el Gobierno federal y el presidente Harry Truman , demuestran que, tras la aparente imagen de opulencia y superioridad que vendía Estados Unidos, latía la sensación de que la destrucción total estaba solo a una explosión de distancia. Y debían acabar con aquella idea. La realidad, como desveló en un estudio elaborado en 2017 la organización educativa «Khan Academy» , era que los consejos que se ofrecían en aquellas películas infantiles habrían sido inútiles llegado el desastre, pero «daban a los ciudadanos una ilusión de control frente a la guerra».

Otros proyectos

«Duck and Cover» no fue ni la primera, ni la última de las películas que alumbró el gobierno de los Estados Unidos. El pionero fue el pequeño folleto «Survival Under Atomic Attack» , editado apenas un año después de que la URSS mostrara al mundo que también disponía de la bomba atómica. En él se afirmaba que «los secretos de la supervivencia son conocer los verdaderos peligros de la bomba y saber los pasos que se deben seguir para escapar de ellos». La idea era que sus enseñanzas, entre las que se contaban la distancia a la que resultaba letal una explosión y las medidas que se podían adoptar para sobrevivir, fuesen replicadas en todos los colegios de Estados Unidos

«Survival Under Atomic Attack» prometía ofrecer todas las respuestas a las preguntas más habituales, pero la realidad es que, por entonces, Estados Unidos desconocía los efectos a largo plazo de bombas como las arrojadas en Iroshima y Nagashaki. Y otro tanto sucedía con los problemas que generaba en el cuerpo humano la radiación o las medidas más efectivas para que no se dañara el organismo de los afectados. El resultado fue un panfleto propagandístico en el que se corroboraba, entre otras cosas, que era posible sobrevivir a un ataque como los sucedidos en agosto de 1945 sobre territorio japonés. Una tesis que ayudó a relajar la tensión que la Guerra Fría producía en el pueblo llano.

Después llegó «You Can Beat the Atomic Bomb» , un cortometraje que, por primera vez, no buscaba solo explicar los posibles peligros de la radiación, sino mantener la atención del espectador hasta el final. Una película como tal en la que el reto era desvelar los pormenores de las bombas nucleares de una forma atractiva y divulgativa; algo que no había sucedido en dos producciones previas llevadas a cabo en 1945 y 1949. El tono, una vez más, era optimista y pretendía, en último término, tranquilizar a la socidad para evitar el caos general. Y todo ello, incidiendo en las bondades de este tipo de energía para el mundo. «¡Usando armas nucleares podemos salvar vidas!» , explicaba uno de los protagonistas.

La tortuga Bert

En 1951, la Administración Federal de Defensa Civil dio el siguiente paso y contrató a la agencia de publicidad Archer Productions , con sede en Nueva York, para que rodara una película que enseñara a los estudiantes como protegerse ante un ataque atómico. El resultado, «Duck and Cover», fue rodado en Queens con la ayuda de los estudiantes y los profesores de una pequeña escuela local. La máxima era advertir, más que alertar, y demostrar a los más pequeños con un lenguaje accesible que, si seguían una serie de pasos, no tenían nada que temer. Algo irrisorio si se ve desde la perspectiva de hoy.

La protagonista de la película era la tortuga Bert , quien mostraba a los chicos las dos reglas que debían seguir cuando vieran el característico «flash» nuclear en el cielo: «Agáchate y cúbrete». «Cuando explota una bomba atómica, se ve un destello brillante, más brillante que el sol, más brillante que cualquier cosa que hayas visto. Es una explosión tan grande que puede aplastar edificios y tirar letreros y ventanas por toda la ciudad. Pero, si te agachas y te cubres, estarás mucho más seguro», se explicaba en los primeros minutos del corto.

La sucesión de imágenes no era casual. A lo largo de la película, tanto el narrador como Bert equiparaban un desastre nuclear a catástrofes como un pequeño incendio . Una forma de reducir su importancia y normalizar el suceso. «En tu escuela todo el mundo sabe que la bomba atómica es muy peligrosa y puede ser utilizada contra nosotros. Debemos estar preparados para ella como debemos estar preparados para otros peligros que nos rodean». A partir de ese momento, y a lo largo de nueve minutos, el mensaje es el mismo: la explosión se puede suceder «en cualquier momento», de «día o de noche» y mientras «realizáis cualquier actividad».

Ante eso, en palabras del narrador, había que esconder la cabeza y la nuca entre las manos para evitar el impacto de los cristales cercanos. «Agáchate y cúbrete con mucha fuerza la parte posterior del cuello. Puedes cubrirte debajo de una mesa o de un escritorio», se determina en principio. «Recuerda mantener la cara y la nuca cubiertas con fuerza. Trata de alejarte de las ventanas y de los cristales. Pero si estás a cubierto, el vidrio no te cortará . Cubre la parte posterior de tu cabeza para no quemarte», añade el corto.

Sin embargo, el plan terminó volviéndose en contra del gobierno de los Estados Unidos. Según explica la historiadora Dee Garrison en declaraciones a History Channel, los estudiantes que vieron aquella película y participaron en los simulacros que se hicieron de forma posterior fueron los mismos que, años después, clamaron contra la guerra nuclear. «Los recuerdan con terror. Hablan de ellos de forma inquietante», desvela. A nivel práctico tampoco sirvieron de mucho ya que, con el paso de los años, el perfeccionamiento del armamento y la llegada de la bomba de hidrógeno hicieron que el «Duck and Cover» quedase desfasado. Si es que alguna vez fue útil.

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