La carta más venenosa de Marco Antonio a Roma: «¿Por qué os molesta que me tire a Cleopatra?»

El 33 a.C., el íntimo amigo de Julio César envió una misiva a Octaviano en la que le acusaba de hipócrita por contar con una infinidad de amantes

La historiadora Aroa Velasco desvela a ABC cómo era la relación entre este trío de locura

Marco Antonio, durante el funeral de César
Manuel P. Villatoro

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Los refranes, como las normas, están hechos para romperse. En el 33 a.C., Marco Antonio rubricó, con más inquina que mollera, una misiva en la que le reprochaba a Octaviano –futuro primer emperador de Roma– las críticas que vertía a mares contra su relación con Cleopatra VII . Y, en este caso, una imagen no valió un millar de palabras: «¿Qué te pasa?, ¿protestas porque me esté follando a Cleopatra? Pero estamos casados, y ni siquiera es algo nuevo». Unas pocas líneas pusieron de manifiesto la ruptura de una amistad unida por la muerte de Julio César. Atrás quedaron las palmaditas en la espalda; lo que esperaba a partir de entonces era sangre y gladius.

Aquello fue el resultado de una larga, muy larga, historia que arrancó con una frase: «¡Tú también Bruto, hijo mío!». El 15 de marzo del 44 a.C., Julio César fue asesinado por sus seguidores más íntimos. Así lo recogió Suetonio en su 'Vida de los doce césares': «Los que se hallaban aparejados para aquella muerte, todos tenían las espadas desnudas, y hallándose César rodeado de ellos, ofendido por todos y llamada su atención a todas partes, porque por todas sólo se le ofrecía hierro ante el rostro y los ojos, no sabía dónde dirigirlos, como fiera en manos de muchos cazadores»

[PUEDE LEER LA ENTREVISTA A AROA VELASCO AL FINAL DEL REPORTAJE]

La carta de la discordia

El heredero designado por César fue un adolescente: su sobrino nieto Octaviano (futuro Octavio Augusto ). Y este no tardó en arribar a la Ciudad Eterna en busca de venganza. Lo hizo tras formalizar una alianza con el principal adlátere del fallecido, Marco Antonio, y Marco Emilio Lépido. El llamado Segundo Triunvirato se planteó como objetivo básico y necesario la caza de los traidores Bruto y Casio . Muertos éstos, solo quedó en el horizonte la dirección de Roma. Ardua tarea. Quizá por ello, los dos principales actores de esta función consolidaron tiempo después su pacto con un matrimonio: el de Octavia , hermana del futuro 'imperator', con Marco Antonio.

Tres líderes para poco pastel. En los meses que continuaron, el triunvirato se repartió el territorio romano. Hispania para Octaviano, África para Lépido y Oriente para Marco Antonio. No se puede negar que uno de los más beneficiados fue el amigo del fallecido dictador, pues ahora contaba entre sus dominios con la rica tierra de los faraones. «Egipto estaba gobernado por Cleopatra, heredera de la más importante monarquía del mundo antiguo: los Ptolomeos. Por su parte, y ahora que Roma dominaba el Mediterráneo, la reina necesitaba gozar del favor del delegado», explica Simon Sebag en 'Escrito en la historia. Cartas que cambiaron el mundo'.

Octaviano, futuro Octavio Augusto ABC

Cleopatra, que ya había mantenido una relación con César, probó suerte también con Marco Antonio. Funcionó. El romano quedó prendado de ella y ambos se convirtieron en gobernadores de Egipto tras contraer matrimonio; una extraña pareja que regía Oriente como un imperio personal del general. Al otro lado del Mediterráneo, Octaviano temblaba ante el poder que se erigía desde las pirámides. Solo le quedaba una opción: iniciar una campaña de desinformación contra el uno y el otro. «Rompió su alianza con Antonio, siempre incierta y dudosa. Para demostrar cuanto se distanciaba su rival de las costumbres patrias, mandó abrir su testamento, en el cual colocaba como sus herederos a los hijos de Cleopatra», destacaba Suetonio.

Lo que se sucedió a continuación fue una verdadera campaña de propaganda contra el general y la egipcia. En ocasiones forjada a base de 'fake news' y, en otras tantas, sustentada en verdades como eran su adicción a la bebida y a la buena vida. Enfurecido por el maltrato que padecía desde Roma, Marco Antonio envió una carta a su antiguo amigo. La misiva estaba llena de odio y rencor. Le acusaba de hipocresía por contar con una legión de amantes. Y lo cierto es que no le faltaba razón. El escrito lo recoge el propio Sabag en su obra y no tiene desperdicio:

«¿Qué te pasa?, ¿protestas porque me esté follando a Cleopatra? Pero estamos casados, y ni siquiera es algo nuevo, nuestra relación empezó hace nueve años. Y tú, ¿qué? ¿Eres fiel a Livia Drusilia? Te felicito si, cuando esta carta te llegue, no te has acostado con Tertulia o Terentila o Rufila Salvia Titisenia, o todas ellas. ¿De veras importa tanto quién te la ponga dura?».

Leyenda negra

En este trío de locura perdieron todos. La leyenda negra que ronda alrededor de Cleopatra, por ejemplo, fue forjada a partir del año 27 a.C., como bien afirma Cristina Gil Paneque en su completísimo artículo 'Octavio Augusto, el enemigo de Cleopatra'. El adalid de estas mentiras fue el emperador, némesis de la egipcia. De la mano de decenas de poetas, políticos y escribas, el romano extendió entre la población falacias como que era una « reina ramera » obsesionada con el alcohol. Además, se esforzó en mostrarla como una « mujer fatal » que hacía uso de sus armas y de los más bajos instintos para encandilar a dignatarios y emperadores.

«Las voces masculinas que la sentían como una amenaza centraban el objeto de su ira en la destrucción de su reputación que, dada su condición femenina, estaba en relación directa con su licencioso comportamiento moral, de ahí que para César , Pompeyo , Escario o Mecenas fuera 'lasciva', 'puta', 'ramera' o 'indecente yegua'. Otros personajes la perciben como una mujer 'extraña'», explica Belén Ruiz Garrido, Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, en su dossier 'Yo soy Egipto. El poder y la seducción de Cleopatra en las artes plásticas y en el cine'. Octaviano, no obstante, fue quién inició aquella guerra total contra la egipcia.

Cleopatra VII ABC

El mito nació en la misma batalla de Actium, la contienda en la que la flota de Roma se enfrentó a las naves de Marco Antonio y Cleopatra en las costas de Grecia el 31 a.C. Octavio extendió la idea, como bien señala Gil Paneque, de que la egipcia había abandonado a sus soldados en mitad de la contienda para proteger su vida. Una verdad –todo sea dicho– igual de grande que una pirámide, pues no tuvo reparos en soltar trapo y retirarse del enfrentamiento cuando vio que pintaban bastos. Se le olvidó decir al emperador, eso sí, que él había preferido esconderse bajo las faldas de Agripa, fiel oficial al mando de sus buques.

Más allá de quien fuera el culpable, y en palabras de la autora, «la figura de Cleopatra adoptó rápidamente una dimensión simbólica como paradigma contrario a las virtudes y a la moral romana». Empezó a ser conocida como «la egipcia» de forma peyorativa. Y ese fue el mejor de los apelativos que le dedicaron. El poeta Horacio, por ejemplo, la tildó de «insensata, colmada de una locura ambición y embriagada por un éxito insolente» que ansiaba la destrucción del Imperio. Tras su muerte, celebrada como si fuera la de un sádico criminal, se extendió la idea de que había engañado a César y a Marco Antonio con sus encantos. Todo ello, para evitar manchar el pasado romano.

Así, la imagen que nos ha llegado en la actualidad de Cleopatra VII es la de una mujer hermosa, obsesionada con su belleza y que usaba sus armas de mujer para encandilar a los romanos más poderosos de la época; entre ellos, Julio César y Marco Antonio. Una devoradora de hombres que tuvo la suerte y la desdicha de convertirse en la última reina del Antiguo Egipto. La realidad, sin embargo, es bien diferente, pues la verdad histórica está teñida por una leyenda negra creada por sus enemigos a golpe de pluma. Personajes que, para denigrarla, la calificaron de ramera, borracha o megalómana. Cosa de las noticias falsas de la época, vaya.

Tres preguntas a Aroa Velasco

Aroa Velasco es historiadora especializada en el Antiguo Egipto

1-¿Se rompió la relación entre Marco Antonio y Octavio por culpa de Cleopatra?

La relación con Cleopatra se inició mucho antes de que Marco Antonio y Octaviano empezaran a tener problemas. Pero sí que fue un detonante clave para el enfrentamiento entre ambos. El general comenzó a flirtear con la reina de Egipto cuando estaba casado con Fulvia. Al morir esta, Octaviano le propuso que contrajese matrimonio con su hermana Octavia para, de esta forma, afianzar el Triunvirato. Funcionó: le dio descendencia y los triunviros estuvieron mucho más unidos. Sin embargo, el gran amigo de César no tardó en volver a las andadas y seguir su relación con la egipcia. El punto culmen de la discordia entre los dos fue que se divorciarse de Octavia.

2-¿Qué importancia tenía Egipto para Roma durante esta turbulenta época?

Egipto, tras su conquista, se convirtió en el granero de Roma. La importancia venía de su riqueza. Aunque, cuando Marco Antonio y Cleopatra dirigían la región, una serie de sequías habían provocado cierta desaceleración en su economía. Con todo, empezaba a remontar. El general tenía mucho interés en la zona porque necesitaba dinero para pagar a sus legionarios.

3-Se ha hablado mucho de la relación entre Marco Antonio y Cleopatra. ¿Cómo era en realidad?

No lo sabemos muy bien. Empezó por un doble interés. A Marco Antonio le servía a nivel económico para financiar las guerras de Roma. Cleopatra, por su parte, había tenido muchos problemas para poder reinar. De ahí su relación con Julio César, al que utilizó para ascender al trono y mantenerse. Es posible que hiciera lo mismo con el triunviro, aunque parece que la relación sentimental existía de verdad. Muchos autores la criticaron por entonces y, de hecho, así surgió el mito de la 'devoradora de hombres'. Lo que está claro es que había una asociación política y económica detrás.

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