«Este chaval apunta muy alto». Es una de las frases que se decían por el 'paddock' cuando, con apenas una pelusilla imberbe en su mentón, se subía a un BMW Sauber para sustituir a un accidentado Robert Kubica en Estados Unidos. Ese día, sumó su primer récord: el del piloto más joven de la historia en puntuar, con 19 años y 349 días. Desde aquel 17 de junio de 2007 hasta hoy, Vettel ha logrado hacer que en Alemania empiecen a pensar seriamente lo que, desde la inmensa cantera de Red Bull, creen firmemente: es el heredero natural del reinado eterno de Michael Schumacher.

Desde la pequeña localidad germana de Heppenheim, este 'Tintín' ha batido (y lo que le queda) casi todos los récords de precocidad posibles. El de ser el bicampeón más joven de la historia, con 24 años, 3 meses y seis días, es el último de una larga lista que comenzó en Estados Unidos, y que aún no sabe dónde acabará. Por citar algunos: es el más joven en liderar una carrera (Japón 2007, 20 años y 89 días), el más joven en conseguir una pole y una victoria (Italia 2008, con Toro Rosso, con 21 años y 72 días), el más joven en lograr un triplete de pole, victoria y vuelta rápida (Gran Bretaña 2009, con 21 años 353 días), el subcampeón más joven (2009, con 22 años y 121 días) y, por supuesto, el campeón del mundo más joven de la historia, con 23 años y 135 días.

Ahora ya es oficial lo que se veía venir desde principio de temporada: Sebastian Vettel se ha convertido en el bicampeón del mundo más joven de la historia, quitándole uno de los pocos récords que le quedaba a Fernando Alonso en la categoría. El alemán ha culminado en Suzuka, un circuito 'fetiche' para la celebración de títulos mundiales (once coronas más se han decidido en otras tantas ediciones de este Gran Premio, bien en Suzuka, bien en Fuji), y la de Vettel no hace sino confirmar que estamos ante un piloto que puede marcar época.

Vettel ha logrado entrar en el selecto club de los que probaron las mieles del éxito y, por abusones, les gustó. Es decir, los que no se conformaron con una muesca en su revólver de títulos mundiales, sino los que entraron, por derecho propio, en ese olimpo de múltiples títulos. Ahora mismo, este chaval de 24 años y 96 días puede presumir de llevar los mismos títulos que Alberto Ascari, Jim Clark, Graham Hill, Emerson Fittipaldi, Mika Hakkinen y, por supuesto, Fernando Alonso. La superioridad, y casi tranquilidad, con la que ha logrado este entorchado dista mucho de lo que tuvo que sufrir en 2010 para coronarse por primera vez. Cuando salió del circuito de Abu Dhabi la noche del 14 de noviembre del año pasado no sólo era la primera vez que lideraba en toda la temporada la clasificación general, sino que además lo hacía con el título mundial en la mano, con la connivencia involuntaria de Ferrari, Stefano Domenicali y Fernando Alonso.

El heredero natural de Schumacher

El 2011 ha sido un paseo marcial. Empezó con una victoria en Australia y no se ha bajado del podio en todo lo que llevamos de temporada, a excepción precisamente del Gran Premio de su país, una ligera mácula que no empaña en absoluto la impresionante temporada que ha marcado. Habría que remontarse a 2002 para ver una temporada mejor, cuando el que le precedió en los fríos corazones teutones, Michael Schumacher, estuvo siempre en los puestos de honor.

Y es que, precisamente, es Schumacher el espejo en el que se mira Vettel. Por edad, está en condiciones no sólo de igualar sino incluso de superar la leyenda de su compatriota, una reliquia de los 90 que se verá forzado a dejar -otra vez y de manera definitiva- la Fórmula 1. Con 19 victorias, 27 poles, 705 puntos y 33 podios (casi un 43% de podios en sus 77 Grandes Premios disputados), Vettel está en camino de convertirse en una de las mayores leyendas de la Fórmula 1, si su progresión sigue así.

El éxito de Vettel es, también, el éxito de la estrategia de Red Bull. Desde que Dietrich Mastechitz se hizo con la licencia de Jaguar, comenzó a crear una infraestructura para 'fabricar' pilotos a su medida. Sebastian Vettel es el último de una larguísima cantera, en manos del doctor Helmut Marko, que garantiza pilotos punteros en los próximos años. Jaime Alguersuari y Sebastian Buemi son las puntas de lanza de 'la próxima generación' que acompañará a Vettel en el futuro de Red Bull, pero por detrás vienen hombres como Daniel Ricciardo, Jean-Eric Vergne o Carlos Sainz hijo son nombres que dentro de muy poco, si no ya mismo, escucharemos junto a los Alonso, Hamilton y compañía.

¿Piloto o coche?

Uno de los argumentos que utilizan los críticos con Sebastian Vettel es que sus victorias se logran porque tiene un gran monoplaza. La maravillosa mente de Adrian Newey, considerado por muchos como el último maestro de la ingeniería moderna, ha conseguido crear los monoplazas más completos de los últimos años. La vanguardia de la ingeniería está en sus diseños, y los demás no pueden sino rendirse al absoluto dominio de este ingeniero al que le pusieron un cheque en blanco en Ferrari, y dijo que no.

La filosofía de Red Bull es mucho más que la creación de coches. El propio Newey ha admitido muchas veces que la libertad de la que goza en el equipo dirigido por Christian Horner nunca la había tenido antes en otros equipos donde fue ganador, ni en su época de Williams, ni en la de McLaren. Este ha sido el octavo título de pilotos que logra Newey, confirmando así que su mente es capaz de ver flujos de aire y soluciones aerodinámicas donde otros ven tuercas, tornillos y láminas de fibra de carbono.

Si a la máquina salida del boli de Newey le unes el talento innato de un piloto como Vettel, se crea un conjunto que es mucho mayor que la simple suma de las partes. El contexto en el que se mueve la actual Fórmula 1 hace pensar en un ciclo muy largo, en el que Vettel a los mandos de los próximos RB8, RB9 o RB 'X' en las próximas temporadas. Sólo la aparición de una nueva estrella en el firmamento podría hacerle sombra. Por el momento, este príncipe sigue ganándose la corona de futuro rey absoluto de la Fórmula 1.