Menos del 1% de las familias sacó a sus mayores de las residencias y geriátricos

Para analizar lo que ha pasado, cómo afrontar el futuro o si existe una quiebra de confianza por parte de las familias respecto a estos centros, hablamos con Ignacio Fernandez-Cid Plañiol, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia; Miguel Vázquez, presidente de la Asociación Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en las Residencias; y Cinta Pascual, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a las Personas

Ana I. Martínez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Muchas son las trágicas estampas vividas en España a consecuencia del coronavirus. Y las residencias de mayores son, sin duda alguna, una de ellas. Quizás la mayor. Porque casi 20.000 mayores han muerto en residencias y geriátricos, aunque aún no hay cifras exactas oficiales.

Comunidad de Madrid (con casi 6.000 fallecidos), Cataluña (más de 4.000), Castilla y León (2.600) y Castilla-La Mancha (2.500) son, por este orden, las comunidades que registran la mayoría de las defunciones.

Para analizar lo que ha pasado, cómo afrontar el futuro o si existe una quiebra de confianza por parte de las familias respecto a estos centros, hablamos con Ignacio Fernandez-Cid Plañiol, presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia (FED); Miguel Vázquez, presidente de la Asociación Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en las Residencias (PLADIGMARE); y Cinta Pascual, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs).

Más de 19.000 muertos en residencias de ancianos. ¿Qué ha fallado?

Ignacio Fernandez-Cid Plañiol (FED) . «En sus inicios se advirtió que este virus afectaba principalmente a las personas más vulnerables y con patologías múltiples, es decir, el residente medio que tenemos en las residencias.

Desde el primer momento todo pasó a depender de una mando Único Sanitario, que con el paso del tiempo se ha demostrado que desconocía totalmente el mundo de los social.

Equivocadamente creyeron que los centros estábamos preparados para curar a pacientes, cuando en realidad nuestro trabajo se basa en el cuidado de nuestros residentes. Carecemos de los medios humanos y técnicos para poder desarrollar esa actividad porque no estamos concebidos para ello.

Las residencias son las casas de las personas mayores no son ni quieren ser hospitales».

Miguel Vázquez (PLADIGMARE) . «Lo primero que hay que tener claro es que esto ha cogido a todo el mundo por sorpresa. La dimensión de la pandemia no se la esperaba nadie y esto hay que tenerlo en cuenta para posibles análisis. Nosotros desde el primer momento hemos estado denunciando el negocio que se hace a costa de la atención a los mayores. Hay una falta de personal clarísima que garantiza el ahorro de las administraciones, de medios, los familiares no pueden participar en la mejora del centro... Existe una falta de control en las residencias».

Cinta Pascual (CEAPs) . «Esto es lo que ha fallado en todo el mundo. Las residencias son espacios comunitarios, menos las habitaciones, en los que se sociabiliza, donde el contacto físico es estrecho porque el 67% son dementes, muchísimas personas la comida en la boca, todo el mundo necesitan ayuda de higiene… Por tanto, es evidente que es nuestro caso el distanciamiento social es imposible.

Son entornos, además, donde el virus lo tiene muy fácil para vivir y para transmitirse muy rápidamente. En una situación extrema de nuestro servicio sanitario, se decidió que a la gente se la tenía que mantener en las residencias, aun estando infectados. Lo que se tenía que hacer era trasladar a estas personas a otros hospitales o servicios intermedios pero no mantenerlos en las propias residencias.

Ahora, cuando hay comunidades autónomas que han hecho bien los deberes, con planes de contingencia, que han sectorizado que tenemos unidades pequeñas, sí estamos más preparados para que, si entra una una infección, no se transmitan tan rápidamente como antes. Hemos sufrido mucho y no vamos a volver a pasar por lo mismo».

¿Qué aprendizajes sacar y qué medidas deben ponerse en marcha para que esto no se repita?

Ignacio Fernandez-Cid Plañiol (FED). « De forma urgente y ante la posibilidad de un rebrote se debería hacer un mapa epidemiológico sobre cómo están los centros actualmente, eso supone pasar los test de forma periódica tanto a todos los residentes como a los profesionales.

Todos los centros nos estamos preparando ya para el otoño, aprovisionándonos de EPIs, reservando espacios concretos de aislamiento, reservando un porcentaje de plazas libres y definiendo protocolos de actuación.

Nos sorprende que si el sistema sanitario ha sufrido un colapso a lo largo de cinco semanas aproximadamente, ¿por qué entonces la solución pasa por cambiar el modelo de atención en las residencias?

En primer lugar se debería preguntar a los mayores qué tipo de residencia quieren, no se debería rediseñar un recurso sin su opinión.

El mundo social se tiene que abrir mucho más a la sociedad y a la Sanidad en concreto, debemos ser mucho más transparentes y trasladar al exterior nuestra realidad diaria. Una realidad que es muy humana y un trabajo muy satisfactorio y gratificante, en el que como siempre el más da, más recibe. No solo la curación tiene valor, los cuidados también lo tienen.

En nuestra opinión se deben poner en marcha sistemas de colaboración y coordinación entre el mundo de lo social y el sanitario.

Los centros de atención primaria deberían poder crear unas Unidades de Apoyo a las Residencias (UAR), estables en el tiempo que permitan complementar a las residencias en esa labor diaria de atención médica y sanitaria.

De la misma forma que se debieran establecer canales de comunicación fluidos y constantes entre los hospitales y las residencias, ¿por qué no tener acceso a una única Historia clínica y social del mayor? ¿por qué nuestros médicos no pueden recetar?

Determinados centros residenciales de gran tamaño debieran especializarse más para poder atender a dependientes grado III reforzando sus servicios sanitarios y médicos. Pero ello no significa que todos los centros debamos «medicalizarnos», término que se debiera definir previamente».

Miguel Vázquez (PLADIGMARE) . «Yo destacaría dos aprendizajes: por un lado, el que ya habíamos denunciado anteriormente, es decir, la falta de personal, medios y demás carencias de las residencias, y, por otro, hay que estar preparados ante las epidemias.

Con respecto al primero, con el COVID-19 se ha evidenciado la falta de personal de forma trágica. Los mayores han estado mal atendidos: los que no han muerto por coronavirus han fallecido por falta de atención.

Con respecto al segundo, las empresas privadas tienen que dotar a los trabajadores del número de EPIS adecuados; que se les forme en este tipo de epidemias y pandemias porque un empleado no formado es un peligro para los residentes.

Pero hay algo también muy importante a nivel asistencial: no puede ser que el personal de las residencias se considere de otra especie. Tiene que seguir bien atendido por los centros de salud y hospitales de referencia. El mayor no pierde sus derechos por entrar en una residencia.

Por último, creo que la sociedad en general debería reflexionar sobre el hecho de que el 92% de las residencias en España sean privadas. No es algo deseable. Considero que hay que debatir y buscar alternativas porque estas empresas solo buscan beneficios a costa de la atención de los mayores con personal poco cualificado, precario, bajos salarios…. »

Cinta Pascual (CEAPs) . «Creo que Salud Pública ha visto que tenía que dar más servicios a las residencias, más médicos y enfermeras. A mi me sigue preocupando que hay comunidades con una intervención sanitaria muy rápida y otras no. Los rebrotes en toda España nos preocupan. Es muy importante que se pongan más recursos económicos para parar el coronavirus. Insisto: es imposible trabajar en unidades pequeñas si cada comunidad no pone más personal en cada residencia de España. Con el mismo ratio, nosotros no podemos trabajar con unidades de 10 y 15. Es imposible. Y es importante que cada trabajador, en caso de contagio, no entre en contacto con más de 10-15 personas. Estamos luchando porque los circuitos de infección sean lo más pequeños posibles.

Atención sociosanitaria real y palpable. Es decir, que los médicos y enfermeras de Atención Primaria tengan entre sus prioridades la atención a las residencias. Y no como un favor sino como una obligación. Ahora mismo creo que hay comunidades que han entendido que es una obligación y el futuro tiene que ir hacia esa integración social y sanitaria. La sociedad está muy envejecida. Se necesitan estructuras de servicios, no solo residencias, para atender a los mayores».

¿Han perdido las familias su confianza en este tipo de centros?

Ignacio Fernandez-Cid Plañiol (FED). « Indudablemente nuestra imagen ha sido dañada porque nos han hecho responsables injustamente de las consecuencias dramáticas de esta pandemia. Pero como sector creemos que hemos sido capaces de trasladar, por primera vez, nuestra visión a las opinión pública. De tal forma que la gente podrá decidir hasta qué punto somos responsables del colapso del sistema sanitario, así como del funerario en aquellas semanas tan trágicas. Seguimos siendo un servicio esencial que complementa y ayuda a los dependientes y a sus familias. Mayoritariamente los centros en España han estado libres de Covid 19 pero se ha intensificado mucho la comunicación entre los centros, sus profesionales y las familias. Menos del 1% de las familias han optado por llevarse al mayor a su casa, por lo que el grado de confianza ha sido muy alto.

Consideramos que como en tu casa no se está en ningún lado, y cuando no sea así, allí estaremos nosotros».

Miguel Vázquez (PLADIGMARE) . «Es difícil de contestar a pesar de que el panorama es desolador. En las familias que tienen a sus mayores vivos, hablar de confianza es obvio que sobra. Los que tienen a sus familiares dentro de una residencia es porque no les queda más remedio y desean mejorar su situación. Quienes aún no utilicen este tipo de servicios, seguro que sí la han perdido».

Cinta Pascual (CEAPs) . «Diría que no. Hemos abierto los centros y hay ingresos. Creo que hay «mucho ruido y pocas nueces» porque la gente no es consciente del perfil de personas que atendemos: tremendamente vulnerables, con una dependencia muy severa y que los familiares no pueden cuidar en casa. Hemos abierto residencias y las familias nos preguntan si ya se pueden hacer ingresos.

Las 20.000 plazas que se han quedado vacantes queremos ocuparlas no sin antes reforzar psicológicamente a nuestros equipos, negociar con las comunidades, reforzarnos de personal… Pero podríamos tenerlas ya ocupadas porque España tiene un problema en este sentido y de eso se tendría que estar ocupando el Gobierno: cómo vamos a terminar con las listas de espera».

 

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación