Claves para organizar un viaje con adolescentes

El éxito de un viaje familiar depende de que todos sus miembros disfruten de la experiencia y en el caso de tener hijos adolescentes es importante que ellos formen parte de la organización

S.F.

Las vacaciones son siempre un buen momento para estrechar relaciones entre padres e hijos, para desconectar de las rutinas cotidianas, descansar y dejar a un lado las pantallas. Los viajes en familia son muy satisfactorios, y permiten compartir experiencias inolvidables… siempre y cuando se planifiquen teniendo en cuenta los gustos de todos sus miembros. C uando los hijos son pequeños resulta sencillo encontrar actividades y diversiones infantiles con las que pueden disfrutar, pero según van haciéndose mayores resulta más complicado encontrar una oferta de ocio a su medida. Por ello, una de las claves del éxito de viajar con adolescentes es implicarles desde el primer momento en la elección del destino y la organización del viaje.

La adolescencia es una etapa complicada en la que ni ellos mismos, muchas veces, llegan a comprenderse. Sus preferencias cambian, y cosas que antes les gustaban ahora les parecen «de críos». A la hora de viajar con ellos, los padres sentimos que están en tierra de nadie y no tenemos del todo claro con qué destinos y qué tipo de actividades acertar para sacar de ellos su lado más receptivo y participativo. Desde Evaneos, plataforma especializada en organizar viajes personalizados y sostenibles a medida, aseguran que hay una serie de cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de preparar un viaje con adolescentes para que sea un éxito para toda la familia.

Según esta plataforma de viajes, actualmente los cinco destinos más demandados por las familias españolas son Grecia, Italia, Costa Rica, Egipto y Escocia. Una vez decidido el lugar al que viajaremos (si no nos ponemos de acuerdo, siempre podemos recurrir al juego de escribir los países en papelitos y elegir uno al azar), se puede buscar contenido en Internet para poder ofrecerles un aperitivo de lo que van a encontrar allí y así generar expectativas, lo que siempre resulta positivo.

Es interesante plantearnos si queremos un viaje «de turistas», en el que vayamos a los lugares más típicos o masificados, o si optamos por una opción más auténtica, huyendo de las masas y buscando algo más respetuoso con el medio ambiente, las personas y la cultura del lugar. Los jóvenes suelen estar más concienciados con la sostenibilidad, por lo que esta segunda opción puede ser más atractiva para ellos.

Opciones para todos los gustos

El siguiente paso es pensar y contratar las actividades a realizar allí. En este punto es conveniente ser flexibles y adaptarse a los gustos de los adolescentes en una parte, para que ellos entiendan que habrá otras en las que ellos también deberán ceder a las preferencias de padres o hermanos pequeños .

Por ejemplo, podemos organizar algún tipo de actividad física que les haga soltar adrenalina, como una excursión a caballo o con canoas, una incursión en el surf, una experiencia con tirolinas o multiaventura. Si, por el contrario, son más sedentarios, podemos localizar visitas o talleres de carácter cultural, experiencias artísticas, o de interacción con animales, o actividades sostenibles como la limpieza de playas o bosques… Se trata de captar su interés, de generar momentos de complicidad familiar y de vivir momentos únicos que queden grabados para todos en nuestra memoria.

En este punto, contar con el asesoramiento de un guía local puede ser la clave fundamental para vivir una experiencia diferente, pues nos puede ofrecer una inmersión en actividades fuera de los tradicionales circuitos turísticos y de las típicas excursiones masificadas que le den la vuelta totalmente a nuestro viaje.

Tiempos de desconexión

Por otro lado, es importante g estionar bien el ritmo del viaje de manera que cada miembro de la familia tenga también tiempo para sí mismo. Para ello, lo mejor es alternar actividades conjuntas con otras de tiempo libre, en las que los padres pueden aprovechar para darse una vuelta o tomar algo, mientras los hijos descansan, juegan a algo juntos o dedican un tiempo al uso de sus dispositivos electrónicos. No debemos olvidar que para el adolescente de hoy resulta esencial poder seguir en contacto con sus amigos, y no hay por qué prohibir su uso, sino dosificarlo y reservarlo para los momentos adecuados. Puede ser una buena idea animarles a llevar un diario del viaje online, con fotos o vídeos de lo que ven y hacen cada día, que luego sea un recuerdo gráfico de la bonita experiencia vivida en familia.

Por último elegir bien el alojamiento es también un plus de atractivo para el viaje. Dependiendo del tipo de destino podemos optar por salir de la zona de confort y buscar cabañas, refugios, casas flotantes, autocaravanas o alguna clase de hospedaje vinculado a la cultura del lugar. Si el destino es una ciudad, un alojamiento céntrico permitirá a los adolescentes salir a dar una vuelta sin riesgos mientras los padres descansan, o al revés. Ambas vivencias pueden ser muy instructivas.

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