Las 10 noticias sobre parejas más interesantes de 2014
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Las 10 noticias sobre parejas más interesantes de 2014

Las relaciones pueden cambiar de un día a otro. ¿En qué situación está la tuya?

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Las relaciones pueden cambiar de un día a otro. ¿En qué situación está la tuya?

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  1. Estas son las etapas de la pareja con mayor riesgo de separación

    La ilusión de tener al lado a alguien que te trasmite cariño, amor, y que te comprende lleva a muchas parejas a tomar la decisión de compartir sus vidas y casarse con la convicción de que será para siempre. Este compromiso da paso a momentos de gran complicidad y de vivencias que resultan maravillosas por el deseo de compartir juntos su tiempo.

    Sin embargo, lo que en principio puede parecer un cuento de hadas, no siempre es así. Tanto la realidad del día a día, que cada vez puede resultar más estresante, como la vida en pareja lleva consigo multitud de situaciones que pueden poner en riesgo la estabilidad de la pareja. Hay que saber cómo hacerles frente para superarlas, pero sobre todo pensar que juntos se pueden superar. Pero, ¿cuáles son esas etapas más conflictivas en la relación?

    La primera de ellas es el inicio de la convivencia. «Éste es un momento de adaptación en el que realmente empiezas a conocer de verdad al otro pues ya no solo presenta su mejor cara, sino que también le vemos cuando está enfermo, de mal humor, recién levantado… y muestra sus manías y hábitos —explica Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de Padres—. Comenzar a vivir juntos supondrá, además, que ambos tendrán que negociar para llegar a acuerdos en las tareas de la casa, temas económicos… lo que puede dar lugar a algún que otro roce hasta que los límites y normas queden bien establecidos».

    La llegada del primer hijo

    Pasado este primer momento llega un periodo de mayor tranquilidad hasta la llegada del primer hijo. Se trata de un momento, por lo general, muy esperado por la pareja, pero no se puede obviar, que también es una fuente importante de estrés puesto que la responsabilidad de cuidar a un bebé conlleva muchas dudas y miedos. La pareja tendrá que adaptarse a ese nuevo ser que formará parte de la familia y que requerirá de toda la atención de sus padres. «En este momento —añade la coordinadora de la Escuela de Parejas — cambian los horarios, se duerme menos, hay menos espacios dedicados a la pareja y a los momentos de intimidad, lo que puede hacer que surjan, en ocasiones, emociones negativas en alguno de los padres de sentirse en un segundo plano, sobre todo cuando alguno de ellos se vuelca en el cuidado del niño. Es una etapa en la que se genera un contexto propicio para que aparezcan fricciones, pues ambos están cansados y estresados y hay poco espacio para los dos. Ahora gira todo en torno al bebé».

    Estancamiento

    Otra de las situaciones que pueden llegar a provocar una crisis en la pareja es que vivan un periodo de estancamiento mantenido en el tiempo. Es habitual que ocurra cuando llevan años en pareja y no han dado pasos en común, ya sea casarse, tener hijos, cambio de casa… «Uno de los aspectos que mantiene a flote una pareja y que mayor satisfacción proporciona es desarrollar proyectos en común que generan sentimientos de crecimiento y de avanzar juntos», explica Cayetana Hurtado de Mendoza..

    Desgaste por circustancias personales

    En otras ocasiones no se produce este estancamiento mantenido en el tiempo, pero sí unas circunstancias de convivencia en la pareja que provocarían momentos difíciles. Como en el caso de que la pareja construya su vida en un contexto en el que reina la rutina, no hay casi tiempo de calidad en la pareja y ambos se centran en sus trabajos u obligaciones dejando en un segundo plano a la pareja y llevándola a un estado de desgaste y desilusión que acabará por generar problemas de más gravedad.

    Contratiempos en la salud o el trabajo

    La especialista en parejas, añade que puede ocurrir también que alguno de los miembros del matrimonio padezca algún problema físico o enfermedad mental. «En esta circunstancia ambos sufren mucho y puede llegar a suponer momentos de mucha frustración y desequilibrio, pues será uno de ellos el que asuma las riendas y tire de la pareja mientras que el otro se recupera».

    Algo similar sucede cuando alguno de los dos se queda sin empleo y empiezan a aparecer problemas de dinero y el otro compensa esa responsabilidad económica. En este caso, el que se queda sin trabajo comienza a sentirse menos útil y pueden surgir sentimientos negativos respecto a su persona y al papel que juega en la pareja y acabar afectando a la relación. Y, por otra parte, el que trabaja más se siente sobrecargado.

    Cuando los hijos se van de casa

    Otro momento crítico surge cuando los niños se hacen adultos y se van de casa, pero llega lo que se conoce como el síndrome del nido vacío. Esta nueva situación puede suponer un problema cuando la pareja se ha centrado en el cuidado de los hijos. «Ahora cuando se ven los dos solos, sin ese punto de unión, tienen que volver a reinventarse y construir nuevos lazos —explica Cayetana Hurtado de Mendoza—. Algo parecido sucede cuando llega la jubilación y ambos pasan más tiempo en casa».

    «En muchas ocasiones se encuentran como dos desconocidos que llevan toda la vida viviendo juntos pero que ahora no saben de qué hablar o cómo compartir su tiempo. Esos huecos que antes dedicaban al trabajo ahora han quedado libres y sienten un vacío que tendrán que volver a llenar y aprender a compartir con su pareja».

    Un hecho traumático

    Otra de las circunstancias más difíciles por las que puede pasar una pareja es afrontar un hecho traumático como la muerte de un familiar o la enfermedad de un hijo. Algunas parejas se unen y establecen unos lazos más fuertes. Sin embargo en otras ocasiones conlleva la separación debido a que cada uno se encierra en sí mismo, lo que supone un distanciamiento. Relacionado con ello estarían las cargas familiares de alguno de los miembros de la pareja que pueden provocar una sobrecarga e interferir en la dinámica de la relación.

    Los engaños, infidelidades o mentiras vulneran uno de los pilares más importantes en los que se sustenta una pareja: la confianza. Si ésta falla se producirá una espiral de inseguridad y demandas constantes que provocarán un distanciamiento mayor.

    Los cambios evolutivos

    Por otra parte, concluye la especialista en parejas, «no podemos olvidarnos de los cambios evolutivos que en cada uno se sucederán —la menopausia o andropausia, cambios corporales después de los embarazos, dificultades físicas, vejez…—. A todos ellos deberán enfrentarse tanto personalmente como en pareja pues estos cambios repercutirán en el estado de ánimo y en la autoestima de la persona y, por tanto, en el modo de relacionarse con el otro también».

  2. En qué mienten más los hombres a su pareja

    Los autores, Allan Pease y Barbara Pease, autores de «¿Somos compatibles? El libro de las preguntas clave sobre tu relación» (Editorial Amat), explican a ABC.es, cuáles son las razones fundamentales por las que los hombres detestan hablar de los problemas de la pareja, quién miente más y cómo lograr una buena comunicación.

    —¿Por qué hay tantos problemas de comunicación en la pareja?

    —Los cerebros de los hombres y las mujeres han evolucionado para especializarse en diferentes tareas. Bajo una perspectiva histórica, el rol de la mujer ha consistido en criar a los hijos y ocuparse de la familia. Las mujeres modernas han heredado de sus antepasadas esta necesidad de la crianza. Por otra parte, el papel del hombre ha consistido en combatir a sus potenciales enemigos y cazar para conseguir comida. Su cerebro ha evolucionado hacia tareas más singulares y orientadas a la consecución de objetivos. Puede ser capaz de golpear la bola en línea recta cuando juega al golf así como aparcar su coche en línea, ¡pero no le pida que encuentre la mantequilla en la nevera! Estas diferencias esenciales están enraizadas en nuestro pasado y generan conflictos en las parejas, en nuestro mundo de hoy. Sin embargo, cuando se aprende a gestionar adecuadamente estas diferencias, la vida de pareja puede ser magnífica.

    —¿Por qué es tan difícil entender las necesidades de la pareja?

    Nunca nos han enseñado a reconocer las diferencias que hay entre hombres y mujeres. Los medios de comunicación nos dicen que los hombres y las mujeres somos iguales, pero la verdad es que hay diferencias muy importantes en el modo de pensar y comportarse. Una vez que la pareja ha comprendido estas diferencias básicas y lo que puede esperar del otro, su relación es mucho más feliz.

    —A muchos hombres no les gusta que las mujeres quieran comentar siempre con ellos los problemas de la pareja. ¿Por qué? ¿No saben cómo afrontar este tipo de conversaciones o es puro desinterés?

    —Los hombres no tienen la misma necesidad de hablar de sus sentimientos que sí tienen las mujeres. Cuando un hombre se entera de que hay un problema, su instinto le empuja a resolverlo. En cambio, cuando las mujeres hablan de sus problemas lo hacen porque desean aliviar el estrés. Lo que en el fondo toda mujer le está diciendo al hombre es: «quiero hablarte de algo pero no quiero que digas nada». Para los hombres, la solución es escuchar, no intentar resolver los problemas de la mujer.

    —¿Qué puede hacer una mujer para conseguir la atención de un hombre?

    —Si una mujer quiere hablar con su pareja sobre su relación, le daré unos cuantos consejos para conseguir que le preste y mantenga la atención. Primero, fije por anticipado un momento concreto para hablar del tema. Segundo, confeccione un programa y sígalo fielmente. Tercero, hable de una sola cosa a la vez. Y cuarto, concédale tiempo a él para que dé su opinión.

    —¿Quién miente más, el hombre o la mujer? ¿Por qué?

    —Más o menos mienten igual hombre y mujeres, pero las mujeres saben captar mejor las señales del lenguaje corporal y detectan cuando un hombre les está mintiendo. Esto es así porque el cerebro de las mujeres está mejor estructurado que el de los hombres para interpretar el lenguaje corporal debido a que los bebés no pueden hablar y dependen de señales no verbales para sobrevivir. De siempre, a las mujeres les hizo falta poder decodificar las señales de agresión y cordialidad, y aún hoy pueden utilizar perfectamente esta capacidad. Esto crea la sensación de que los hombres mienten más que las mujeres, pero no es así. Lo que ocurre es que cuando mienten son atrapados con mayor frecuencia

    —¿Cuál es la mentira del hombre más recurrente en el ámbito de la pareja?

    Los hombres mienten a las mujeres sobre su aspecto. La mayoría de hombres temen decir lo que realmente piensan sobre la apariencia de sus parejas por miedo a ser castigados. Pero esta conducta no es eficaz. Las mujeres saben perfectamente cuál es su aspecto y, por tanto, cuando un hombre miente sobre esto, las mujeres lo detectan.

    —¿Cuál es la razón de que las mujeres quieran conocer en detalle cualquier situación? ¿Es esto peligroso para la relación?

    —Ser sincero sobre sus sentimientos es lo mejor que un hombre puede hacer en el marco de una relación, pero tiene que formular sus respuestas de tal forma que no dé la sensación de que es una persona insensible.

    —En las parejas en las que las mujeres siempre hacen el amor y los hombres simplemente practican sexo, ¿es predecible el fracaso en este tipo de relación?

    Hombres y mujeres tienen planteamientos distintos por lo que se refiere al sexo y al amor. Si una mujer percibe que su ansia de amor no se ve correspondida y satisfecha —caricias preliminares y contactos estimulantes—, entonces tiene que hablar de forma directa y clara con su pareja acerca de sus expectativas. La relación falla por estas diferencias cuando uno de los miembros de la pareja se niega a reconocer y aceptar que el otro no tiene las mismas necesidades que él o ella.

    —¿Cuáles son las mayores diferencias entre hombres y mujeres?

    —Cuanto más se comprenda lo que el sexo opuesto piensa y desea, mejor podrá ser la relación. Las cosas van mal sólo cuando ambos rehúsan reconocer que su pareja tiene unas necesidades distintas a las suyas. La mayor parte de las personas se sienten atraídas hacia el sexo opuesto por las diferencias, pero después tratan de cambiar a su pareja para que sea como ellas quieren. Si no se aceptan y gestionan adecuadamente las diferencias entre sexos, la vida será siempre como una montaña rusa.

  3. Tres reglas básicas para estar en pareja

  4. ¿Eres de los que el maor se le hace bola?

    Según Bárbara Alpuente, autora de «El amor se me hace bola» la búsqueda de pareja no debería esclavizarnos

    —¿Por qué hay personas a las que el amor se hace bola?

    —Hay un momento de la vida en el que «tragar» con ciertas cosas o manías de nuestro compañero o compañera en una relación empieza a ser más difícil. Muchas mujeres de unos cuarenta años nos hemos acostumbrado a la soledad porque la resignación que implica, en muchos casos, una vida en pareja ya no nos compensa. Aunque todo puede pasar. Yo no reivindico la vida de solteras, solo planteo que la búsqueda de pareja no debería esclavizarnos. Hay muchas formas de vivir. Yo me preguntó, ¿por qué intentar repetir siempre la misma fórmula?

    —¿Por qué asegura en su libro que no existe una situación ideal: ni de solterio ni de casado?

    —En su día cometimos el error de inventar cómo debería ser nuestra vida en este momento. Y es a lo que le hemos llamado situación ideal; a la especulación de cómo deberíamos ser y estar.

    La pradera de al lado siempre parece más verde y frondosa que la pradera en la que estamos. Perseguimos imposibles pensando que la felicidad siempre se encuentra en lo que no tenemos, y al conquistar nuestros deseos descubrimos que tampoco era eso. La felicidad no está ahí fuera; es una capacidad para vivir que se esconde en cada uno de nosotros y que podemos encontrar junto a una pareja o en soledad.

    Por eso creo que lo ideal, en el terreno que sea, no existe. Y que tampoco pasa nada.

    —¿Qué significa que los solteros deben protegerse «de la aparente felicidad de las parejas»?

    —Esa frase sacada de contexto me hace parecer una psicópata que todavía, creo, que no soy. Es una broma de un personaje absolutamente escéptico con respecto al amor que cree que esa imagen idílica que te muestran las parejas es solo un engaño para que nos sintamos más solos, insignificantes y fracasados.

    —El rechazo a una relación de pareja, ¿es una reacción inevitable siempre que uno ha sido abandonado?

    —No creo que haga falta que te abandonen para decidir que tu vida sin pareja te gusta. Tanto en pareja como sin ella, existen renuncias y sacrificios. Se trata de que nos compensen más los sacrificios sin pareja que los sacrificios en pareja. Nada más. Quizá no estemos todos preparados para el mismo tipo de vida, sin embargo parece que las mujeres que están solteras es porque no pueden estar en pareja, pero es un error. Muchas viven, o vivimos, como hemos decidido, no solo como resultado o circunstancia de un abandono. Aun así, nuestras vidas podrían dar un giro en cualquier momento. No creo que haya que aferrarse a estar con alguien o a estar solo. La vida tiene muchos más matices más allá de las relaciones sentimentales.

    —¿Cree en las segundas oportunidades?

    —Creo en las oportunidades infinitas.

    —Asegura que «si queréis que vuestras relaciones funcionen, nunca sigáis mis consejos». ¿A quién se dirije su libro?

    —A todas esa personas que en algún momento se han sentido fracasadas por no seguir los pasos que marca este sistema. A todos aquellos que quizá no hayan alcanzado la vida que habían planeado, pero que si están dispuestos a ponerle un poco de comedia, podrían descubrir que todo puede ser incluso mejor de lo que habían planeado.

  5. ¿Por qué se rompe el amor de tanto usarlo?

    ¿Realidad o mito? Películas, canciones o noticias del corazón hablan de parejas famosas a las que se les rompió el amor de tanto usarlo, mientras otras muchas parejas en el anonimato les ocurre lo mismo. Pero, ¿cómo es posible que se acabe tanto amor por «usarlo»?, ¿qué significa realmente esta afirmación?

    Según Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora de la Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de Padres, existen relaciones de «amor-fusión»; es decir, en que los dos miembros pasan prácticamente todo el tiempo juntos: van a la compra juntos, al médico, comparten su tiempo de ocio, sus aficiones... Más que dos personas, se convierte en un solo ser en un "todo"».

    Mala gestión del amor

    «Llega un momento —apunta— en que uno, o los dos miembros de la pareja, se da cuenta de que no tienen proyectos independientes, ni inquietudes, ni amigos, ni ocio por separado. Todo se ha hecho y se hace pensando en la pareja y, si se piensa en hacer algo diferente, —por ejemplo, ir al cine con otros amigos y sin la pareja—, se tiene la sensación de que se es infiel al sentir del otro. No es precisamente que se gaste el amor; más bien se trata de una mala gestión del amor».

    «El amor nace, se desarrolla, crece y, si no se cuida, muere», dice Mila Cahue

    Asegura que al actuar de esta manera, antes o después —no depende tanto del tiempo, sino de la intensidad de la relación— sentirán «que les falla algo, que necesitan desarrollarse también como personas independientes, sin límites y sin asfixia».

    Mila Cahue, psicóloga del área de pareja del Centro de Psicología Álava Reyes, añade que el amor nace, se desarrolla, crece y, si no se cuida, muere. «Hay momentos en que una relación se estanca porque no se sabe amar. Si no se permite que crezca y madure, la relación no dará más de sí, bien por desconocimiento de cómo solucionarlo o por dejadez porque a uno de los dos no le interese hacer nada para mejorar la situación. Cada error que se cometa se acumulará de tal manera que el esfuerzo por subsanarlo será cada vez mayor».

    Esta psicóloga explica, además, que el amor es algo vivo y «depende de cada persona el introducir cambios para mejorar o el no hacer nada y acabar definitivamente con la relación. Lo que está claro es que lo que suceda con el amor depende de nosotros mismos».

  6. ¿Hasta dónde hay que aguantar los celos?

    Celos. A nadie le gusta hablar de ellos, bien por la vergüenza de reconocer que uno mismo los siente, o por la presión que se padece cuando se vive bajo el mismo techo que un celoso.

    Los expertos en relaciones de pareja advierten que los celos son un sentimiento humano, natural, como la tristeza, la preocupación... Siempre se han relacionado con el amor por tradición y han sido ensalzados por la labor de los poetas a lo largo de los siglos.

    Los padecemos todos los seres humanos y, según la psicoanalista Susana Lorente, «no es perjudicial que las parejas tengan una "escena" de celos cada tres meses, pero suave, en el sentido en que uno de los dos sienta, de este modo, que le importa al otro». Para esta psicoanalista, unos celos normales, sanos, son aquellos que surgen, por ejemplo, cuando una chica se arregla mucho y su marido le dice «que guapa te has puesto, ¿dónde vas?», pero sin ningún tipo de malicia, ni más preguntas, ni consecuencias posteriores.

    Es natural que se puedan producir algo de celos ante algún acontecimieto puntual como una fiesta a la que uno de los dos va solo, un viaje..., pero sin que dé lugar a discusiones, solo a comentarios con los que se da a entender que el amor o la atracción hacia el otro están vivos. «Pero si hay que someterse a un interrogatorio, si los comentarios están contaminados de malas intenciones, se sobre pasan ciertos límites... o se repiten estas "escenas" con frecuencia, lo mejor es acudir a un psicoanalista, no solo la persona celosa, sino la pareja porque no hay maltratador sin víctima. La persona que aguanta que su pareja sea celosa sufre muchísimo y se siente atrapada», explica Teresa Rosillo, psicóloga y socia de Pericial Psicológica.

    Cuando se sobrepasan ciertos límites y afectan de manera negativa a la rutina diaria de una persona, el panorama es bien distinto. «Existen celos proyectados cuando la pareja pregunta constantemente ¿dónde vas?, ¿con quién?, ¿con quién hablas? ¿quién te manda mensajes al móvil?, ¿por qué me eres infiel?..., cuando en realidad no es infiel», apunta Susana Lorente.

    Los celosos son personas inseguras y normalmente encubren un deseo, el de ser infiel, y por eso creen que sus parejas lo son. «Por mucho que se les explique que uno no es infiel, no entran en razón. Es una idea que se les ha metido en la cabeza y, aunque resulte absurda, no es fácil demostrarles lo contrario», explica Susana Lorente.

    No son pocos los casos en los que, generalmente las mujeres, se ven acosadas por innumerables preguntas «absurdas» que deben responder a sus parejas, dar explicaciones de lo que hacen, con quién hablan, sometidas a ser perseguidas para tranquilidad de su pareja e, incluso, que han tenido que cambiar de trabajo ante la presión recibida por una falsa idea de que tenían un amante en la oficina.

    Responder a demandas irracionales

    Según Mila Cahue, psicóloga del área de Pareja del Centro de Psicología Álava Reyes, los celos patológicos (distintos de los celos sanos, que incluso le dan un puntito de interés a la relación) son devastadores para la pareja. «Cualquier pareja que se forme se cimenta en el sentimiento de confianza recíproca. Los celos, que no tienen nada que ver con el amor (a pesar de la literatura que suele ponerlo como el "summum" del afecto) significan precisamente lo contrario. Es una desconfianza en la otra persona: con quién va, qué hace, incluso qué piensa. Estos pensamientos y sentimientos se traducen en conductas que "exigen" del otro las demandas, la mayoría de las veces, irracionales que se le están pidiendo».

    Explica que cuando los celos patológicos aparecen en la relación para quedarse, lo más probable es que el miembro de la pareja que se intenta dominar desaparezca. «La falta de confianza mina la autoestima, es fuente de frustración continua y, literalmente, se convierte en un "sinvivir". Las explicaciones que no se daban a los padres las exigen las parejas y, lejos de producirse una relación entre iguales, quien sufre de celos patológicos intenta controlar cada uno y todos los aspectos de la vida de su pareja, convirtiéndola en una auténtica celda de tortura. Algo más parecido al horror que al amor».

    Los celos pueden llegar a ser paranoicos, delirantes, lo que se considera una patología mental grave. Se da en quellos casos en que las preguntas se producen en una cascada incesantes y finalmente se acompañan de palizas, maltrato e, incluso, asesinato. Se da, sobre todo, en los casos en los que el sujeto considera que otra persona es de su propiedad y es más común que los padezcan los hombres que las mujeres. «Este tipo de comportamiento tiene una explicación desde el punto de vista del psicoanálisis y es que detrás de estos celos hay escondido un deseo homosexual. Se trata de un proceso inconsciente, que el sujeto no admite, pero está ahí», señala Lorente.

    Dónde está el límite

    Una persona debe aguantar los celos «hasta el momento en que deja de hacer algo habitual en su vida por evitar que su pareja se enfade —explica Teresa Rosillo, psicóloga y socia de Pericial Psicológica—. Al principio puede hasta resultar gracioso, incluso una prueba de amor, el dejar de ir a un sitio, no hablar con alguien o dejar de ponerse una determinada prenda de vestir… pero es solo el comienzo. La situación puede ir a más y que el celosos termine poniendo más límites y opinando sobre cualquier cosa: cómo se viste, se pinta, habla, gesticula, etc.

    Cuando los celos sobrepasan el límite, se interponen de manera muy negativa en la pareja. Según Teresa Rosillo afectan en todos los sentidos porque la victima de una pareja celosa sentirá que está haciendo algo mal, y si quiere seguir teniendo libertad acabará mintiendo, y si no se sentirá controlada y con poca libertad. «En la pareja aparecerán disputas por cualquier motivo y un empobrecimiento de las relaciones sociales puesto que cualquier gesto, movimiento, mirada o conversación puede ser motivo de enfado para el celoso. Los celosos acaban controlando a la pareja y apartándola de familiares y amigos», apunta Rosillo.

    Para Mila Cahue, siempre resulta difícil determinar dónde se pone el «nivel» que asegurar: «a partir de aquí, se trata de abuso psicológico». En su opinión, depende mucho de la capacidad de aguante de cada persona, de lo que se busca en la relación, de la capacidad para salirse de una relación tóxica o incluso para vivir solos.

    «En general, como con cualquier otra situación en la que intervienen personas, el límite ha de ponerse cuando se percibe un daño moral, psicológico y, a veces, físico —puntualiza—. Nada en una relación afectiva justifica el daño que se causa al otro, pues esto es lo antagónico al amor. Cuando comienzan las culpabilidades, los reproches, el control de la vida, la confiscación de teléfonos, llamadas o correo; los insultos y las acusaciones basadas en la imaginación de quien las pronuncia, en vez de en evidencias reales, es el momento de hablar claramente con la pareja y, en la mayoría de los casos, dar por terminada la relación. Los celos patológicos tienen una curación larga y difícil, pues hay que cambiar toda una forma de percibir la realidad y de sentir sobre uno mismo y los demás, que no todos están dispuestos a afrontar».

  7. Cómo decir a tu pareja «ya no te quiero»

    A cualquier pareja le puede ocurrir que un buen día uno de los dos se dé cuenta que está desenamorado. Sí, que ya no quiere a la persona con la que comparte un proyecto de vida, con la que se había comprometido o con la que había decidido con toda firmeza y certeza que fuera el compañero/a para el resto de la vida. A veces se deja de amar. Es un episodio muy doloroso en la vida tanto para el que lo siente y, por honestidad, lo tiene que comunicar a su pareja, como para la pareja que recibe esa noticia lamentable y probablemente inesperada.

    No es tan fácil decir «ya no te quiero». Antes debe haber existido una reflexión calmada. Una meditación que ha llevado a esa persona darse cuenta de que la relación se vive con cierta angustia; que los valores, proyectos y metas no son compartidos; que existe cierta sensación de saturación... Desde luego, nunca es buen momento para hacérselo llegar al otro, pero se trata de ser responsable y honesto en lo que empezó como una relación feliz y con quien se ha querido.

    ¿Qué actitud mantener?

    A la hora de comunicar tan dolorosa noticia «es muy importante mantener una actitud sincera, firme y de escucha activa. Tratando de que la conversación se realice cara a cara y sin rodeos. Eso denota respeto hacia ambas partes», aconseja María Beatriz Pereira, psicóloga clínica de adultos de Isep Clínic Barcelona.

    Tres son los ingredientes que no deben faltar en esa conversación que no deja de ser una triste sorpresa para el otro miembro de la pareja. Mila Cahue,piscóloga de pareja del Centro de Psicología Álava Reyes, los enumera: «El primero, convencimiento, para transmitir seguridad y reflexión en lo que se está diciendo. El segundo, empatía para saber ponerse en el lugar de la otra persona que está recibiendo una noticia desagradable. Y el tercero, escuchar sin personalizar todo lo que se pueda oír».

    «Hay que dejar que hable y escucharle»

    No hay que caer ante los posibles reproches o críticas que plantee la pareja al conocer la noticia. «Hay que dejar que hable y escucharle, pero manteniendo la decisión tomada», dice Pereira. No se debe entrar en contestar ni defenderse de ninguno de esos reproches, en cierto modo hasta hay que comprenderlos con cierta humildad.

    Si el otro miembro de la pareja no acepta la situación, es imprescindible mantener la decisión inicial, sin caer en chantajes emocionales o en dar una última oportunidad. Por eso, es tan importante meditar muy bien la decisión.

    ¿Qué lenguaje utilizar?

    Un tono de voz firme y la postura erguida ayudan a transmitir el mensaje y hacen entender al otro miembro de la pareja que no hay esperanzas. «Es necesario ser honesto con el otro, amable y comprensivo —explica la psicóloga Pereira—.Por tanto, la decisión se debe dar de manera clara y precisa, omitiendo los detalles que no aportan nada».

    «No hay que prolongar muchas horas la conversación»

    Mila Cahue aconseja aplicar las tres reglas de la comunicación: decribir lo que ocurre con los sentimientos; decir lo que uno piensa y siente de forma amable y expresa sus deseos. Además, considera que no es recomendable prolongar mucho la conversación y las dos, tres o cuatro horas que llevan este tipo de mensajes aplazarlas para otro momento en el que ambos estén más calmados. «Un par de días después se puede retomar la conversación, mejor por la mañana para que no haya prisas y durante un fin de semana». recomienda. Cahue no recomienda las cenas porque hay menos tiempo y ambos están más cansados. Tampoco dos conversaciones sobre el mismo asunto.

    ¿Cómo enviar el mensaje?

    No ofrecer comentarios con esperanzas, sino neutros («no te quiero como pareja pero el camino recorrido contigo ha enriquecido mi vida en muchos aspectos»). Según Beatriz Pereira, «no hay que sacar clichés del tipo "no eres tú, soy yo". Tampoco echarle la culpa al otro ni herirlo con insultos».

    ¿Se puede ser amigos tras la ruptura?

    Ambas psicólogas coinciden: se puede ser amigo de la ex pareja con el paso del tiempo, pero no de forma inmediata tras la ruptura. Cada uno debe realizar su duelo por separado. Debe ser una decisión compartida por los dos.

    Hay que entender que quien recibe la desagradable noticia todavía puede sentirse pareja «y no ha templado sus sentimientos hasta que esté en la distancia que requiere la amistad», explica Cahue.

    ¿Cuándo es momento de solucionar asuntos compartidos?

    La custodia de los hijos, quién se queda con la casa o con el coche... son cuestiones importantísimas en la pareja que acaba de romper. Sin duda, en el momento de la conversación para decir al otro que no se le quiere no conviene entrar en estos asuntos. Sin embargo, por cuestinoes legales, emocionales y morales con los hijos hay que ponerse en marcha cuanto antes para resolverlo. «Lo mejor es resolverlo de mutuo acuerdo», aconseja Beatriz Pereira.

    «Y por partes —dice Mila Cahue—. Primero, la situación real de la pareja: en este caso, que ha dejado de existir como tal. Cuando se haya podido asumir, entonces se hablará de cada paso en su momento, pero no todos a la vez».

  8. ¿Qué esperan ellas de los hombres?

    No cabe duda de que cuando un hombre y una mujer se enamoran y deciden comenzar una relación, la vida se torna de color de rosa y todo nos parece maravilloso en la persona con la que empezamos a compartir parte de nuestra vida.

    Pero hay que ser realistas, bajar de la nube y poner los pies en el suelo..., sobre todo para evitar decepciones posteriores o que, al menos, sean menos dolorosas, puesto que las expectativas no satisfechas se valoran como un fracaso.

    La ilusión con la que se inicia una relación es muy importantes y, en parte, van a determinar cómo será el futuro de la pareja. «Son dos biografías las que comienzan una nueva convivencia, y no solo dos personas —asegura Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora «Escuela de Parejas» de la Fundación Educativa Universidad de Padres—. Cada uno aporta una memoria vital que condicionará la idea de pareja y lo que espera de ella. Esta memoria incluirá los modelos de pareja vividos previamente, el tipo de apego desarrollado en la infancia, las experiencias afectivas previas, el tipo de educación recibida…».

    Pero, ¿qué esperan ellas de su pareja? Según Cayetana Hurtado de Mendoza, las mujeres cuando comienzan una relación aspirana tener:

    —Cuidados y atención a diario. Una de las cosas que más reconfortan en la pareja es sentirse querido y que se es importante para el otro. Sentirse únicas y deseadas por su pareja. Esperan que su pareja les haga sentirse especiales y que sean detallistas con ellas.

    Las mujeres buscan el candidato ideal que cumpla con «los requisitos» para formar una familia. Entre los más valorados estarían la protección y la seguridad económica y en cuanto a recursos para el mantenimiento de la familia con el que formar una familia.

    —Aceptación incondicional por lo que valen como personas y no condicionada a estar guapas y siempre dispuestas.

    —Que la pareja sea capaz de entender lo que necesitan y cómo se sienten sin tener que hacerlo explícito y que mantengan una actitud proactiva.

    —Intimidad. Sentir una cercanía emocional y una conexión íntima con la pareja.

    —Compromiso y estabilidad. Un compañero de vida con el que se proyecten en el futuro y compartan una filosofía de vida y proyectos comunes, en definitiva, sentir que se crece como pareja.

    —Ayuda y soporte ante las adversidades. Buscan una pareja resolutiva capaz de reaccionar en el momento y de la forma necesaria.

    —Las mujeres esperan que si su pareja «falla» en algún aspecto, con mucha probabilidad podrán cambiar aquellos aspectos negativos de su pareja con tiempo y esfuerzo.

    —Una persona cómplice con la que compartir ocio, actividades, risas…etc.

    —Buscan una pareja que sepa integrarse con su entorno (familiares, amigas…) y respetarlo.

    —Sentir admiración y sentirse admiradas por el otro será uno de los elementos que busquen y esperen de la pareja.

    La expectativa más peligrosa

    Según la coordinadora de «Escuela de Parejas» de la Fundación Educativa Universidad de Padres, una de las expectativas más peligrosas, y compartida por ambos sexos, consiste en pensar que la pareja culminará todos nuestros sueños y nos hará sentir plenos. «Si pensamos de este modo, estamos responsabilizando al otro de nuestra felicidad olvidando que los responsables últimos de ella somos nosotros mismos»

    ¿Qué ocurrirá entonces cuando aparezca un problema o atravesemos una mala racha? «Con mucha probabilidad —añade Cayetana Hurtado de Mendoza— reaccionaremos con una actitud demandante y exigente que no acabará satisfaciendo nuestras necesidades. Éstas, no podrán ser cubiertas del todo por el otro pues hay parte de ellas que dependen directamente de uno mismo, lo que nos hará sentir vacíos y con una sensación de que nuestra pareja fracasa».

    Lo saludable es tener claro desde el principio que una pareja está formada por dos personas con sus individualidades y es lógico que no mantengan la misma opinión sobre las cosas. «Tener diferentes opiniones debe valorarse como un enriquecimiento mutuo, en lugar de creer que no congeniamos o que debemos intentar cambiar al otro», señala la coordinadora de esta escuela de parejas.

  9. Lo que debes hacer para no poner en riesgo tu relación de pareja

    Demasiadas horas de trabajo y responsabilidades, poco tiempo de sueño, escasos momentos de ocio personal… Cierto es que, ante este panorama, el tiempo para dedicarse a la pareja no es mucho y cuando ambos están juntos es habitual que estén cansados de todo el día y queden pocas energías para la relación. A todo ello se pueden añadir ciertas dificultades como, por ejemplo, que la pareja tenga que vivir en la distancia, que alguno de los dos sufra alguna enfermedad o problema médico, que aparezcan problemas en la sexualidad por desgaste o porque exista alguna disfunción sexual, dificultades con algún hijo, que la suegra viva con ellos en la misma casa…

    Este tipo de situaciones puede derivar en roces, necesidades no cubiertas e insatisfacción en la relación y sacar a relucir lo peor de cada uno. Por eso, es necesario que la pareja esté construida sobre unos pilares sólidos que no se tambaleen ante las adversidades.

    Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de padres, y Mila Cahue, psicóloga de parejas de Centro de Psicología Álava-Reyes, aportan los siguientes consejos para que la relación de pareja no falle:

    —Comunicarse de forma abierta y clara y llegar a un entendimiento mutuo será una de las herramientas más eficaces en el funcionamiento de la pareja. Sin olvidar que debe ser acorde lo que uno piensa con lo que uno dice para que exista una comunicación eficaz, decir en cada momento lo que uno piensa y no esperar a que sea el otro el que lo adivine, pues si no se lo comunicamos no tendrá forma de saberlo.

    —La pareja es un proyecto en el que se tiene que invertir a diario, la relación no solo se sustenta en el sentimiento amoroso sino que hace falta además atención, cuidados, mimos diarios…etc.

    —No dejar de decir cosas bonitas y agradables a diario ayuda a mantener un buen ambiente entre los dos. Además es más barato y saludable que un regalo material.

    —Disponer siempre de tiempo exclusivo para la pareja —sin hijos ni amigos—, al menos una vez a la semana, para poder hablar tranquilamente de temas más personales y sin interrupciones.

    —Las expectativas con las que uno llega a la relación deben ser realistas y adaptativas; es decir, si se mantienen expectativas muy exigentes en el otro, en lo que nos va a aportar o viendo a la pareja como la responsable de nuestra felicidad estaríamos en un error. Esta actitud traería consigo dependencia de la pareja y una fuente de frustración.

    —Debe darse una reciprocidad en cuanto que son dos los individuos que la forman, ambos deben sentir un equilibrio y que los dos reciben y aportan en condiciones similares.

    —Nunca dejarse de hablar. Siempre hay que expresar cómo nos sentimos. Si el enfado es muy grande, no dejarse llevar por el impulso y decir cosas que no pensamos y de las que después nos arrepintamos. Dar marcha atrás en este asunto, como si nunca hubiéramos dicho algo, es casi imposible.

    —Una relación implica ceder en algunas cuestiones y no imponer el propio criterio.

    —El respeto mutuo y la sinceridad serán elementos clave.

    —Es muy importante que no se pierda en la monotonía del día a día la espontaneidad y la capacidad de sorprender al otro. Así como el cuidado de los detalles, los buenos gestos, la sonrisa…. todo aquello que al inicio nos sale solo y de forma constante debe seguir manteniéndose.

    —No olvidarse de dar el beso de buenas noches.

    —Expresar a la pareja en cada momento lo que se piensa y siente libremente acerca de uno mismo y del otro. Es fundamental que la otra persona no tenga dudas acerca de nuestros sentimientos de amor y admiración y, por ello, no hay mejor forma que expresarlo verbalmente y mediante gestos de cariño.

    —Mantener el contacto físico y espacios de intimidad. Esto será especialmente importante con la llegada de los hijos, saber buscar momentos y no caer en la rutina. Es muy importante sentirse atractivos y deseados por la pareja.

    —No dejar en ridículo a la pareja delante de terceras personas ni en segundo plano.

    —No confundir amor con enamoramiento. En una fase inicial existen emociones muy intensas que pueden llegar a nublar el entendimiento e idealizan al objeto amado, en un momento posterior, pasamos a una fase en la que las emociones se atemperan y empieza a intervenir más la razón y la voluntad. Aquí es cuando comienza el verdadero sentimiento de amor y cuando elegimos construir un proyecto con la pareja. No debemos interpretar la calidad de nuestra relación solamente teniendo en cuenta la intensidad emocional.

    —Pedir y saber recibir será otra de las habilidades que ayudarán. Es muy importante demandar lo que uno necesita o decir con lo que no se está de acuerdo en el momento en que se necesite y, por otra parte, dejarse cuidar y saber aceptar las críticas constructivas que puede hacer la pareja.

    El objetivo no es tener la razón, sino llegar a un entendimiento o a una solución cuando se produce alguna desavenencia en la pareja. Por ello, será prioritario que la pareja disponga de unas buenas estrategias de afrontamiento activo frente a los problemas.

    —El respeto hacia las opiniones, decisiones y proyectos del otro es básico y nunca debe perderse.

    —Es importante poner los límites adecuados y llegar a acuerdos en la manera en la que se aborda la familia extensa.

  10. Cómo enfrentarte a tu pareja si has cometido un desliz y no quieres perderla

    «Desacierto, indiscreción involuntaria, flaqueza en sentido moral, con especial referencia a las relaciones sexuales». Esta es una de las acepciones que la Real Academia de la Lengua (RAE) otorga al significado de la palabra desliz. Pero en el mundo de las emociones, de los sentimientos, un tropezón de este calibre supone algo muy diferente según la persona de que se trate. Cómo explica Mila Cahue, psicóloga de pareja del Centro de Psicología Álava Reyes y autora del libro «Amor del bueno», «no hay una norma fija de lo que es para cada pareja. Para algunas puede ser una relación sexual de una o varias noches, y para otras un simple mensaje de teléfono subido de tono. Todo depende del grado de complicidad de la pareja, de su confianza y compromiso y de las bases de su intimidad afectiva».

    Enfrentarse a esta situación no es nada fácil. Sobre todo cuando quien ha cometido el desliz tiene claro que ha sido un grave error y se arrepiente. Claro que hay que pasar el gran trago de contárselo a la pareja y enfrentarse al temor de que ésta no lo entienda y le/la deje, porque en el fondo la queremos y no deseamos perderla.

    «Para tomar una decisión, lo primero es analizar qué tipo de relación se mantiene»

    Pero antes de tomar cualquier decisión y proceder a anunciar el desafortunado desatino, primero es necesario analizar qué tipo de relación se mantiene: si está basada en la confianza y en la verdad; si es una relación abierta y un resbalón de este tipo se medianamente aceptado; o si por el contrario, supone un punto y final con la pareja. «Aceptar los deslices, incluso a veces, se convierte en una estrategia de supervivencia», afirma la psicóloga Cahue. Y, por qué no, quizá merece la pena preguntarse si un desliz que no ha tenido importancia resulta preciso contárselo a nuestro compañero/a que puede sufrir, v bastante por ello.

    «Algunas parejas valoran la sinceridad tanto que prefieren contarse todo y aguantar el dolor —dice Mila Cahue—. Sin embargo, la gran mayoría prefiere estar ignorante. Y se dicen: ¿para qué tener esa información? Ha sido algo puntual. No va a volver a ocurrir. En estos casos, es mejor ahorrar la dolorosa imagen del otro o la otra retozando con otra persona», recomienda la experta. Lo importante siempre es atenerse a las consecuencias de la decisión que se adopte.

    En cualquiera de los casos, estas son las recomendaciones que ofrece Mila Cahue para superar un episodio que puede resultar muy doloroso en la relación, hasta el punto de romperla:

    Si lo oculta a la pareja...

    1. Quien decide no contarlo a la pareja, debe asumir que el error es de uno mismo. Quizá no pueda quitárselo de la cabeza, entonces es mejor que tampoco lo propague entre los amigos. Para gestionar estas emociones lo mejor es acudir a un especialista que ofrecerá las herramientas para superar lo ocurrido.

    2. Si se ha ocultado una vez un desliz, existe el riesgo de que vuelva a ocurrir, ya que después de ese primer tropezón quien lo cometió no ha sufrido consecuencias negativas. Para evitarlo, «es aconsejable centrarse en el compromiso y amor hacia nuestra pareja y en querer hacerla feliz a diario. De esto modo estaremos bien ocupados y no dejaremos tiempo, ni espacio, ni ganas para sucesos inesperados».

    Quien decide contarlo...

    1. Hay que tener en cuenta que se corre un riesgo, pues la pareja puede decidir acabar con la relación. Podrá perdonar pero ya con vidas separadas.

    2. Pensar bien lo que se va a decir, por qué se va a contar, para qué, cómo y cuáles son las consecuencias. Barajar la posibilidad de que la otra persona lo acepte o no lo admita.

    3. La otra persona tiene libertad para tomar su propia decisión. Pregúntese si está dispuesto a admitir cualquier reacción. Entonces, adelante.

    4. Si la estrategia es informar y pedir perdón, no hay que olvidarse de proponer la forma en que se va a evitar en el futuro otro desliz.

    5. Debe estar preparado para aguantar un largo periodo de reproches de la pareja que acaba de recibir un jarro de agua fría. Será inevitable.

    6. Armarse de paciencia y humildad para encajar esos reproches.

    7. Trabajar en ganarse la confianza de la persona dañada con tiempo y atenciones. Existen estudios que indican que el cerebro necesita cinco halagos o experiencias positivas de parte de quien ofendió para resarcir o reequilibrar una experiencia negativa. Por tanto, a partir de ahora hay que querer elevado a la quinta potencia.

    8. Piense si realmente merece la pena recuperar a una pareja herida, porque el esfuerzo es tan grande que uno puede no estar a la altura de las circunstancia y acabar desesperado, sin conseguir volver a restablecer el amor. Si merece la pena, adelante, su pareja puede acabar incluso más enamorada de usted.

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