Polonia 53 - España 89
En el cuarto partido tocó la pachanga. España mantuvo su habitual intensidad defensiva pero, esta vez, se soltó en ataque y se divirtió. Y tiene su mérito, porque ante un rival ridículo, con una actitud indigna de un Eurobasket, sin el mínimo carácter competitivo que se le exige a un equipo profesional, ‘La Roja’ estuvo seria y no cayó en la desidia de Polonia.
Vergonzoso fue ver vagar sin rumbo ni sentido por la pista a Marcin Gortat, Maciej Lampe o Thomas Kelati. El pívot sólido y rocoso de los Suns de Phoenix, con un contrato millonario en la NBA, al menos mostró algo de pundonor y decencia e intentó resistir y luchar, pese a lo desigual de la batalla, con Marc Gasol. Pero no es un jugador precisamente técnico que genere situaciones de juego, por lo que precisa de que sus compañeros le hagan llegar la pelota. El problema es que los exteriores polacos perdían el balón antes de crear ocasiones para anotar.
Lo del flamante fichaje del Barcelona, Lampe, fue más preocupante aún por la abulia que enseñó. Recordó al joven pívot tan talentoso como perezoso e inestable que deambuló por Europa y Estados Unidos. Parecía que en su paso por Vitoria se había olvidado de ese pasado de promesa incumplida para convertirse en un sólido jugador, pero en este campeonato está mostrando que problemas ajenos al juego -tiene una mala relación con su pareja en la pintura Gortat- le influyen demasiado. En un club tan exigente como el culé, o se olvida de este tipo de tonterías o su paso por la plantilla azulgrana será corto.
Sin quitarle valor a la victoria y al esfuerzo de los de Orenga, no hubo duelo porque no hubo adversario. En diez minutos se había acabado el partido por la ventaja alcanzada (5-25) y, sobre todo, por la sensación de superioridad de los bicampeones europeos. Los españoles jugaron el mejor cuarto del torneo, con un Rudy Fernández que parece que definitivamente se ha convertido en la pareja de Marc Gasol, y toman el relevo del ya veterano dueto formado por Pau y Navarro. El de los Grizzlies -15 puntos y seis rebotes- y el escolta del Madrid -13 puntos y cuatro asistencias-, dispusieron además de muchos minutos de descanso, necesarios antes de que empiecen los cruces decisivos.
España dispuso de un partido para soltarse y curar heridas, y superar por fin la barrera de los 70 puntos que parecía atenazarla en este Eurobasket. En el minuto 27 ya había superado esta cifra, poco antes de alcanzar la máxima diferencia del choque (30-78). Ni siquiera el intento de maquillaje de los polacos en una segunda mitad absolutamente insustancial permitió un marcador final que dejara en una posición medianamente digna a los de un consternado y enfadado Dirk Bauermann. Al que fuera seleccionador alemán durante casi una década se le vio enojadísimo en los tiempos muertos que solicitó, en los que pretendía sin resultado que sus pupilos tiraran al menos de orgullo ante la que les estaba cayendo encima.
Positiva fue para ‘La Roja’ la aportación creciente de Ricky Rubio. Contra la República Checa mejoró con respecto a los partidos anteriores, y ante Polonia fue de los destacados, con 15 puntos, cinco asistencias y buenos porcentajes de tiro. También brilló Xavi Rey, el relevo de Marc, que en apenas once minutos alcanzó la docena de puntos con un rendimiento más que aceptable.
Última cita contra Georgia
España cierra este lunes (14.30 h., Cuatro) la primera fase ante Georgia, un equipo que ha dado muy buena imagen y que tuvo contra las cuerdas a los otros dos favoritos del grupo, Croacia y Eslovenia, aunque acabó cediendo finalmente con marcadores muy ajustados. Con un juego coral, compacto y físico, el entusiasmo por defender de su selección lleva a jugadores de un nivel medio a resultar competitivos en un torneo de esta categoría.
El escolta del Galatasaray Manuchar Markoishvili, Ricky Hickman, del Maccabi, y el nuevo pívot del CAI Zaragoza y dos veces campeón de la Euroliga con Panathinakos y Olympiacos, Giorgi Shermadini, forman la columna vertebral de un cuadro ante el que Orenga y los suyos no deberían fiarse si no quieren llevarse un disgusto que complique el camino en Eslovenia.
