La viuda del patriarca de Volkswagen no podrá volver a casarse

El fallecido Ferdinand Piëch deja bien atada su herencia, bajo sorprendentes consignas

Ferdinand y Úrsula Piëch en una gala EFE

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Mientras Alemania llora al recién fallecido Ferdinand Piëch (1937-2019), que hizo de Volkswagen una empresa global y que continuó moviendo los hilos tras su jubilación, como hacedor de reyes el sector automovilístico alemán, no son pocos los ojos que se vuelven hacia su herencia, un asunto que dejó atado y bien atado. «Uno no pude decidirlo, los herederos que te tocan son una cuestión de suerte y esta sociedad de herederos me repugna», confesaba Piëch a principios de año en una entrevista. «Heredar es un derecho, pero un derecho de malbaratarlo todo».

Su fortuna personal está valorada en 5.100 millones de euros, a los que habría que sumar las acciones en bolsa, y controlada por dos fundaciones austriacas, Ferdinand Alpha y Ferdinand Beta, cuyos estatutos son una especie de elaborado testamento búnker. Uno de los detalles más peculiares de ese testamento es que establece que Úrsula (63 años), su esposa y heredera, si volviese a casarse después de haber muerto él, lo perdería todo.

Marlene Porsche

Úrsula, cuyo apellido de soltera era Plasser y 20 años más joven que Ferdinand, procede de Braunau am Inn, la misma pequeña ciudad austriaca en la que nació Adolf Hitler , donde su padre trabajaba como funcionario de aduanas. A los 25 años de edad, se empleaba en un Kidergarten cuando fue contratada en 1982 por la entonces esposa de Ferdinand, Marlene Porsche , como niñera de la familia en la residencia de Salzburgo. No tardó en llamar la atención de Ferdinand, por entonces en mitad de la cuarentena, y en su segundo día de trabajo decidió probar la capacidad de la institutriz haciendo que condujese un todo terreno sobre la nieve y en una pendiente ascendente del 17% para llevar a los niños al refugio de montaña. Al parecer, fue su habilidad al volante lo que impresionó al magnate el motor, según él mismo escribió en su «Auto. Biografía». A partir de ese momento todo fueron sonrisas, nada de lágrimas, y dos años después estaban ya casados.

«Uschi», como la llaman cariñosamente en familia, siguió aportando hijos adicionales a los siete que ya tenía Ferdinand por entonces y que hoy suman 13 de cuatro mujeres diferentes. Hizo además muy buenas migas con su suegra, Louise . Piëch ascendía rápidamente y era jefe absoluto de Volkswagen en 1993. La influencia de Úrsula en la sombra no era ningún secreto, hasta que en 2012 fue nombrada oficialmente miembro del consejo de vigilancia de Volkswagen y del de su marca subsidiaria Audi. Era la única persona en la empresa en la que confiaba.

Tras la muerte de su marido, habiendo este previamente vetado la nominación de dos de sus sobrinas para el panel de control, queda al frente de las dos fundaciones y administrará las participaciones empresariales: más del 7% de las acciones de la marca Porsche , cuyo accionista mayoritario es el Grupo Volkswagen, y el 10% del Porsche Automobil Holding SE, dueño a su vez de casi un tercio de las acciones del propio Grupo Volkswagen. Es la heredera de una fortuna, estimada antes del escándalo de los motores diésel en más de 5.000 millones de euros más las acciones, que en ese momento tenían un valor de unos 35.000 millones de euros.

Legítimos e ilegítimos

Cuando muera Úrsula, convertida en la gran matriarca del sector automovilístico alemán, las acciones no se podrán vender sin el acuerdo de 9 de los 12 hijos de Ferdinand Piëch , puesto que en los estatutos de las fundaciones aparecen diferentemente valorados los hijos legítimos y los ilegítimos. Ella afirma que lo más valioso en su corazón es la increíble colección de vehículos de Ferdinand, que incluye dos Bugatti Veyron y que solían ambos conducir en competiciones privadas. Y quienes la conocen aseguran que su formación como cuidadora infantil, aparentemente poco satisfactoria para llevar a cabo la administración de tal fortuna no será obstáculo alguno para que mantenga en sus manos el control absoluto del consorcio.

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