Alexander Wang, el «MeToo» cerca al diseñador estrella de Estados Unidos

Al diseñador Alexander Wang le gusta la fiesta. En la mitología nocturna del Nueva York del último cuarto de siglo están las muchas celebraciones que organizó alrededor de las presentaciones de sus colecciones o de sus cumpleaños. Como la que montó en una gasolinera de Chelsea en septiembre de 2009, cuando presentó su línea de Primavera-Verano 2010, poco después de haberse puesto el mundo de la moda por montera. Por allí, entre dispensadores de diésel y los rollos del lavacoches, estaba todo el que era alguien del mundo crápula y creativo de la Gran Manzana . Ha habido muchas otras fiestas, siempre descaradas, excesivas, diferentes. Con ganas de provocar y divertir. Entre el pijerío habitual de Manhattan, en sus saraos se podía desde pintar con spray un Lexus a atiborrase de patatas fritas de McDonald’s. O saltar en un castillo hinchable y comer donuts baratos de Dunkin’ mientras actúa el rapero más famoso del momento.

La fiesta es el vicio confesado de Wang y, según algunas alegaciones surgidas en los últimos días, el escenario de abusos inconfesables. La moda no es una excepción en el movimiento «MeToo» y ha habido casos flagrantes, como el del magnate canadiense Peter Nygard , detenido recientemente tras acusación de tráfico sexual. Pero acusaciones de abusos contra hombres o contra transexuales han ganado menos presencia y el tipo de alegaciones contra Wang son una excepción.

Abrió la caja de los truenos a mediados de este mes Owen Mooney, un modelo que relató en su cuenta de TikTok un incidente con Wang. Fue, según su relato, en un club de Nueva York, lleno hasta la bandera, donde actuaba el rapero CupcakKe. Con los presentes pegados unos contra otros, Mooney relató como alguien le agarró de la pierna y de la entrepierna. «Me quedé completamente congelado», explicó Mooney, al que después alguien le dijo que el de las manos largas era «un diseñador muy famoso». Otro hombre, Nick Ward, explicó después a «Insider» una experiencia similar, en una fiesta en Brooklyn, también en 2017, en la que Wang le agarró de las mismas partes. Sus amigos también le informaron de que el espontáneo era Wang, el más famoso del jolgorio.

El vídeo de Mooney corrió como la pólvora cuando lo recogieron cuentas con muchos seguidores en Instagram, como Diet Prada, con casi 2,5 millones de seguidores, y «Shitmodelmanagement» (SSM). El asuntó se siguió embarrando con comentarios de otras personas en redes sociales, muchas de ellas anónimas. Uno contaba que un amigo transexual había compartido una limusina camino a una fiesta y que Wang le colocó la droga «mdma» -o «éxtasis»- en su botella de agua. Después, otros recordaron experiencias similares con Wang, también con la droga como engrasador de abusos. No hay pruebas de estas acusaciones, ni se han interpuesto denuncias conocidas ante la Justicia. Pero la máquina reactiva a este tipo de alegaciones se puso en marcha de forma inmediata.

En su denuncia a Wang en redes sociales, SSM aseguraba que «a los modelos masculinos y transexuales no se les tiene en cuenta muchas veces cuando se habla de abuso sexual en la industria de la moda, pero eso no será hoy». Y añadía que «no podemos dejar que los famosos se vayan de rositas en abusos sexuales solo porque están en un pedestal». También pedía a los seguidores de la cuenta que dejaran de seguir a Wang y boicotearan sus productos.

Wang es el diseñador de cabecera de la «aristocracia» del tabloide de EE.UU. -las Kardashian, Jenner o Kanye West- y ha vestido a la mujer más popular del país, Michelle Obama. De momento, sus grandes mecenas no se han pronunciado.