Sicarios a sueldo de las mafias de la trata sexual: «Si no pagas la deuda, me cargo a tus hijos»

Detectan un gran auge de venezolanas y colombianas llegadas para prostituirlas

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La apertura de las fronteras tras estos dos años de pandemia ha traído su lado negativo en muchas modalidades delictivas, también en la trata de mujeres. Los expertos de la Guardia Civil han detectado un incremento notable de las venezolanas y colombianas que, aprovechando las crisis sociales y políticas de ambos países, están siendo captadas para venderlas en España.

Otras fuentes policiales dedicadas a estos menesteres corroboran lo que expresan en el Instituto Armado: «Las víctimas están llegando a Madrid a paladas. Es una barbaridad. Durante el Covid había bajado mucho, pero ahora desembarcan en situación muy precaria, muchas sabiendo a lo que vienen». Es el caso de las nicaragüenses, que, sobre todo, son utilizadas en la trata de explotación para fines laborales, como empleadas domésticas o en el cuidado de personas mayores o dependientes.

Lo cierto, apuntan nuestros informantes, es que «no hay tantas organizaciones grandes» trabajando a nivel internacional. «La gente que regenta los clubes de alterne van pidiendo a chicas nuevas. Necesitan a gente por el relevo normal que suelen hacer en estos locales pero también por las mujeres que se han ido por la pandemia a sus países», añaden. «Lo mismo está ocurriendo con los pisos, que son donde más se está explotando a estas mujeres sexualmente», especifican.

Organizaciones más pequeñas

«Efectivamente, son grupos pequeños pero con muchísimos casos, gran cantidad de víctimas. Si antes en año y medio hacíamos entre tres y cinco grandes operaciones, ahora son una docena», explican en otro grupo operativo de la Policía Nacional.

El 85% de las chicas que están llegando son de Colombia y Venezuela. De zonas especialmente deprimidas, «con una vulnerabilidad absoluta», explica un agente. Muchas, son ‘vendidas’ por sus propias familias, a las que les pagan las mafias. Pero, cuando llega el dinero de reclamar lo que llaman la deuda, son a las que primero extorsionan. «Si no pagas, me cargo a tu hijo», le dicen a la prostituida, y en algunos casos las amenazas, las menos graves, se llevan a cabo. Con la participación de sicarios y pistoleros de esos países.

En Nigeria, por ejemplo, sí que se han dado casos de asesinatos. Saben que tienen el poder. «Se las traen a España, les pagan el viaje y adquieren una deuda. Esto está incrementando; España es el paraíso del sexo, pero también es cierto que están denunciando más, bien a través de ONG o acercándose a la Policía Nacional y a la Guardia Civil», explica un uniformado.

Menores y vudú

Esas deudas dependen también de la procedencia de las mujeres. En Colombia o Venezuela, son de entre 5.000 y 10.000 euros. En Nigeria, de 10.000 a 30.000: «Hay mujeres que tienen ya 45 años siguen pagando deuda».

Para los investigadores, está claro que «donde menos control existe es en los pisos» y que «existen menores siendo víctimas de la trata, pero son los casos más difíciles de investigar». Y se dan todos los días: «Les hacen barbaridades a niñas captadas con solo 16 años». Las nigerianas son mayoritarias en este punto, añaden, y los ritos de vudú siguen siendo el arma más infalible para que no desaparezcan de las garras de estos criminales.

En cuanto a la técnica del ‘ loverboy ’, sigue siendo la principal en los originarios de Rumanía, Bulgaria y el resto de países del Este ‘exportadores’ de mujeres prostituidas. Sin embargo, en la operación Sana, conocida el pasado enero, la trama dominicana principal utilizaba este método de ‘enamoramiento’ a menores de 16 años para venderlas, violarlas y drogarlas.

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