Nueva vida para los fortines de Mata Espesa: una grúa trasladará 100 metros el conjunto para ser musealizado

Los nidos de ametralladora de la Guerra Civil están mitad de las obras de ampliación de Ifema

Fortines de Mata Espesa, en Valdebebas, durante el proceso previo de excavación perimetral antes de su traslado Ifema
Adrián Delgado

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Fueron construidos con un metro de espesor para resistir y en ángulo para cruzar el fuego en el frente de Madrid, en lo que entonces era el municipio –hoy distrito– de Hortaleza. De planta cuadrada, tronera frontal y en pareja, los fortines de Mata Espesa cumplen con la tipología más repetida por los republicanos para el medio centenar de nidos de ametralladoras que ubicaron en zonas como Fuencarral, Barajas, Canillejas o Vicálvaro. En el olvido durante décadas, salvo para algunas asociaciones como el Grupo de Estudios del Frente de Madrid o Madrid Ciudadanía y Patrimonio, han servido hasta ahora de refugio para los botellones y de muros para el vandalismo grafitero.

Sin embargo, las obras de ampliación de Ifema en Valdebebas –para construir dos nuevos pabellones, el 21 y 22– volvieron a poner sobre la mesa el importante legado que suponen para la historia militar de España. Se quedaban justo en medio del nuevo recinto y, protegidos por la Ley 3/2013 de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, Ayuntamiento, Gobierno regional y la institución ferial decidieron algo insólito: mover los pesados fortines a 100 metros con una gran grúa hidráulica .

Un épico trabajo que ya ha comenzado con la excavación de la zona perimetral para evaluar el estado de las estructuras y que profundizará más de medio metro por debajo del plano de apoyo de estas dos construcciones. Todo ello bajo control arqueológico. «Las obras se desarrollan a buen ritmo, y esperamos que la meteorología no retrase el proceso que podría estar concluido a finales de este mes. Si todo sale según lo previsto, los fortines podrían estar en su nueva ubicación antes de que acabe el año», explicó ayer a ABC Eduardo López-Puertas, director general de Ifema , que costea el complejo proceso.

En el traslado, que cuenta con el visto bueno de la Comisión Local de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento, se empleará una serie de estructuras para garantizar la integridad del conjunto. Tal y como explicó ayer su director general, Luis Lafuente, en la Comisión municipal de Cultura, Turismo y Deporte, serán ubicados con idéntica orientación a la que tienen actualmente, pero accesibles desde la calle.

Este aspecto es el que más preocupa a las distintas asociaciones que han venido reclamando la protección de este vestigio de la Guerra Civil y que han expresado en varias ocasiones su temor a que, al ser movidos de su ubicación original, quedaran descontextualizados. «Se recrearán los 43 metros lineales de trincheras del conjunto, que se han podido documentar», añadió Lafuente sobre el plan municipal para musealizar los fortines una vez sean restaurados.

La rehabilitación de los dos espacios incluirá la limpieza y reparación en su integridad, que se protegerán con un tratamiento especial. Para evitar humedades en su interior, el estudio de arquitectura que se encarga del proyecto ha diseñado un sistema que facilite la evacuación de aguas tanto en los fortines como en las nuevas trincheras recreadas. «El objetivo principal de esta actuación es que los ciudadanos puedan visitar y acceder a los fortines, grandes desconocidos para el público general», destacó el director general de Patrimonio Cultural.

Acceso a uno de los dos fortines, vandalizado con grafitis Ifema

Carteles informativos

Aunque la zona no hubo combates relevantes , en el nuevo recinto visitable está prevista la instalación de varios paneles informativos para contextualizar su historia. En ellos también se explicará el significado de este tipo de construcciones. Asimismo, se instalarán las bases de las ametralladoras que fueron retiradas al inicio del proceso para ser limpiadas y restauradas. El interior de los dos fortines, que se encuentra especialmente degradado por los comportamientos incívicos, espera así una nueva vida ocho décadas después del final de la contienda.

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