Madrid toma aire con un 80% menos de pacientes en Urgencias: «No podemos bajar la guardia»

Las personas afectadas por Covid-19 suben a 38.723, con 17.322 curados y 5.136 fallecidos, 195 en el último día, una tendencia a la baja

Una de las salas de observación del Gregorio Marañón, ayer, sin ningún paciente esperando

Carlota Barcala

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Madrid, sumida en la tristeza y el silencio impuestos por el coronavirus , parece querer salir a flote y toma ya aliento en la dura guerra que se libra contra el patógeno. De momento, la Comunidad va ganando la batalla con unas cifras esperanzadoras : desde el lunes de la semana pasada, los pacientes de Urgencias han bajado un 80%, pasando de 1.955 a 390, según los datos de la Consejería de Sanidad publicados ayer. En este sentido, los curados ascienden ya a 17.322, con un total de positivos confirmados de 38.723 , lo que mantienen a la región como la más afectada de España. De ellos, 14.501 personas han necesitado hospitalización y 1.510 continúan en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). «Ya van cinco días en fase de meseta», valoró el consejero Enrique Ruiz Escudero.

Las cifras parecen estabilizarse cuatro semanas después de que la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso , decretase el cierre de colegios y recomendase el teletrabajo. Ayer los muertos por Covid-19 fueron 195, marcando cuatro días consecutivos de bajada , pero elevando los decesos desde que se inició la pandemia a 5.135. «Siempre desde la prudencia, seguimos en esa tendencia de mejora y lo que tenemos que hacer es reorganizarnos rápido, reorganizarnos bien, para ir volviendo poco a poco a la actividad normal de los hospitales», apostilló Escudero.

Los buenos datos aportados por el consejero son palpables en Ifema , donde se han dado 1.386 altas de los 2.367 ingresos acometidos, es decir, un 58%. Y también en el día a día de los hospitales. Las banderas del pabellón docente del Hospital Gregorio Marañón , situado delante de la entrada de Urgencias, ondean a media asta, en señal de duelo por las personas fallecidas a causa del coronovirus. La tristeza de las telas contrasta con la «alegría» que se vive dentro del recinto, rodeado de unas carpas militares que tienen la función de hospital de campaña pero que, por suerte, están en desuso. «Atención, zona Covid-19», puede leerse en unos carteles blancos y rojos pegados al tejido verde oscuro de las instalaciones. «La afluencia de pacientes en Urgencias ha bajado entre un 35% y 40% los últimos días», aseguran fuentes de este hospital madrileño, situado en el distrito de Retiro: «Aunque son buenos datos, no podemos bajar la guardia. Se ve que las medidas empiezan a hacer efecto, pero no debemos decaer, porque en cualquier momento podría haber un repunte». El centro de campaña funcionó tan solo un día, de manera puntual: cuando se produjo el traslado de afectados al hospital temporal de Ifema.

Olga, que dejó ayer a su madre en la sala de Observación del Gregorio Marañón Guillermo Navarro

Con ese objetivo se mantienen intactas tanto las carpas instaladas como las salas de observación : frente a la puerta de admisión de Urgencias, los sillones destinados a los pacientes ya valorados que están a la espera de evolución o de ingreso no tenían ayer ocupantes. Como tampoco los dos gimnasios habilitados como apoyo a las Urgencias, que desde hace días ya no se usan. «Desde el fin de semana notamos cierta calma. Las instalaciones del hospital pueden atender ya la demanda de pacientes sin los recursos de apoyo, pero los vamos a mantener equipados por si fuera necesario», continúan las fuentes consultadas, que aseguran que los «mil pacientes hospitalizados también están descendiendo».

Realización de test

De este centro salió, ayer por la mañana, Olga, cargada con una bolsa de plástico en la que guardaba la ropa de su madre. Tras varios días con síntomas en su domicilio, la fiebre le subió a Antonia, de 96 años, el domingo hasta los cuarenta grados . «Le han hecho una analítica, le han mirado la saturación y le han hecho una placa que ha dado que tiene neumonía. Estamos a la espera de los resultados del coronavirus», afirma su hija, fuera del recinto: «Nos han dicho que hasta que tengan la confirmación no la ingresan». Olga asegura que está preocupada, pero prefiere ser positiva: «Dentro de todos los síntomas, no tiene los peores, mi madre al menos puede respirar , aunque ya es muy mayor».

Otra muestra de alivio se vive en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, que ha recuperado ya el «nivel de ocupación anterior a la evolución de la pandemia». Con la colaboración de Médicos Sin Fronteras , se puso en pie la semana pasada un hospital de campaña en el polideportivo Carlos Sastre , donde actualmente están ingresadas 30 personas en estado menos grave, aunque tiene capacidad para 120 y que ha «mitigado» la cogestión que vivía el centro principal. «Seguimos por debajo del límite de la capacidad de Urgencias», señalan fuentes del Severo Ochoa, que admiten notar ya los resultados de la puesta en marcha de las medidas de confinamiento . «Cada vez acude menos gente, nada comparable con lo que vivimos hace una semana. Si el límite de lo soportable está en el 80% o 90% ahora estamos muy por debajo, aunque las cifras varían cada hora», subrayan con cautela. Las UCI siguen a pleno rendimiento en este centro leganense: «Esta mañana [por ayer] teníamos un puesto libre. No habíamos llegado al tope, es algo muy positivo».

Concha sale con su padre, ingresado hasta ayer con Covid-19 en el Severo Ochoa Guillermo Navarro

De allí salió Concha con su padre, Antonio, de 89 años, tras una semana ingresado. La madre de Cocha, Eugenia (los tres nombres ficticios), no corrió la misma suerte y falleció el domingo, tras haber entrado el mismo día que su marido. «Llegaron el martes, él con una neumonía que resultó ser bilateral. Ella se puso mal de un día para otro y los médicos no pudieron hacer nada, y no tenía patologías, solo achaques de la edad », cuenta la hija, ya con su padre subido al coche preparado para volver a casa: «Por suerte, me llamaron para que me despidiese de ella. Llegué para oír sus tres últimos suspiros y murió con sus manos entrelazadas a las mías ».

Eugenia, de 86, está ahora, según indica su hija, en la morgue del Palacio de Hielo , la «nueva preocupación» de Concha, que no sabe cuándo le entregarán el cadáver. A pesar del trágico caso de su progenitora, celebra que su padre se aferrase a la vida.

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