Los madrileños dejan la acera: «Ya tocaba salir a la calle sin miedo»

Miles de personas han estrenado esta mañana la peatonalización de 29 calles, cortadas al tráfico los fines de semana y festivos por el coronavirus

Dos mujeres caminan por la calzada de la calle de Goya FOTOS: MAYA BALANYÀ
Aitor Santos Moya

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La crisis del coronavirus ha alterado (y ordenado) la agenda de los madrileños. Tras mes y medio de reclusión en sus casas y solo una semana después de entrar en vigor las llamadas medidas de alivio, la capital amaneció este sábado con 29 calles peatonalizadas , al menos parcialmente. Y como viene siendo habitual desde el pasado 2 de mayo, los ciudadanos parecen haberle cogido la medida a las nuevas circunstancias: a primera hora, «runners» y ciclistas aprovechan los primeros coletazos de permiso para volver a recuperar la forma que el confinamiento les ha arrebatado. Acto seguido, llega el turno de los paseantes , a medio camino entre la práctica del deporte y respirar por momentos la tan ansiada libertad. Superada la primera franja de permisos, son las personas mayores las que toman el pulso a una urbe, dentro de una desescalada progresiva que cambia a mediodía de escenario, cuando los más pequeños invaden la vía pública. Solo que ahora con más espacio, arrebatado a los coches ante la falta evidente de circulación.

«Ya tocaba salir a la calle sin miedo». La frase es de Alberto –un atrevido «skater» de solo 12 años–, pero bien podría haber estado en boca de las miles de personas que esta mañana se han echado a las calles para estrenar la nueva medida del Ayuntamiento de Madrid, puesta en marcha los fines de semana y festivos, entre las 8 y las 22 horas .

Cientos de personas hacen ejercicio en el paseo de la Castellana

En el tramo cortado del paseo de la Castellana (1.000 metros), los deportistas han aprovechado la oportunidad para medir esfuerzos separados los unos de los otros . «Se agradece tener este espacio. Deberían dejarlo así más allá de la crisis», comentaba un corredor al término de su ruta marcada. Más al este, entre Alcalá y Doctor Esquerdo (575 metros), la estampa era otra, con una menor afluencia de personas, algunas de ellas, sorprendidas al descubrir el novedoso cierre. «No sabíamos nada, pero está muy bien», señalaban una pareja de ancianos, cogida del brazo, en pleno paseo matutino.

Fuera de la M-30, la avenida de Francisco Largo Caballero (en Ciudad Lineal) ha visto ampliada su extensión peatonal hasta los 862 metros. «Hasta que empezó el estado de alarma, solíamos venir a patinar todas las semanas», recordaba una familia, en alusión al pequeño corte que ya se venía produciendo desde la avenida de la Institución Libre de Enseñanza hasta Nicolás Salmerón: «Pero ahora tenemos más recorrido».

Algo similar ocurría nada más entrar en el colindante distrito de San Blas-Canillejas, donde la avenida de Arcentales (1.060 metros) también ha ganado terreno a los vehículos motorizados. En este tramo, los niños han disfrutado con sus triciclos, bicicletas y patinetes , al tiempo que los padres no perdían detalle de sus peripecias.

Un niño avanza con su bicicleta en la avenida de Asturias

En la calle de Arturo Soria, una fila de conos ha dejado reducido a un solo carril por sentido el tráfico rodado entre Josefá Varcalcel y Alcalá (1.490 metros). Si bien, apenas entrada la tarde, la afluencia era escasa, pasadas las 20 horas un aluvión de personas ha vuelto a invadir la calzada. Para evitar cualquier contratiempo, 400 agentes de la Policía Municipal y 80 de Movilidad están encargados de controlar los accesos a estas zonas, acotadas, previsiblemente, hasta final de mes. En total, son 19 kilómetros y 235.000 metros cuadrados los reservados para los viandantes.

Dadas las aglomeraciones registradas en diversos puntos los días anteriores, los madrileños han valorado positivamente la parcial clausura, sobre todo las personas de avanzada edad y aquellos con hijos pequeños. A la espera de poder acceder a la fase 1 y vislumbrar el camino a la nueva normalidad, esta decisión «balsámica» supone un balón de oxígeno para una ciudad castigada severamente por la pandemia.

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