15º aniversario del incendio del Windsor

«El Windsor era un volcán, pensaba que no volvería a salir de allí»

La madrugada del sábado 12 de febrero de 2005 ardía un rascacielos de oficinas que se encontraba en pleno corazón financiero de Madrid. El jefe de grupo de bomberos Gómez Milara recuerda con ABC cómo fue su infernal intervención

La Torre Windsor es consumida por el fuego tras desatarse un incendio en la planta 21 Miguel Berrocal | Vídeo: Las incógnitas sin resolver en torno al incendio del Windsor
Álvaro G. Colmenero

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Sábado, 12 de febrero de 2005. Doce de la noche. Una antorcha colosal ilumina el corazón financiero de Madrid . Es un rascacielos, que se consume ante la mirada absorta de miles de madrileños. Reina el silencio y la incredulidad. La Torre Windsor , de 106 metros de altura y 32 plantas, un emblema arquitectónico de la capital, se derrite, descomponiéndose en pedazos y cenizas que llueven del cielo para terminar en la calle de Raimundo Fernández Villaverde, junto al metro de Nuevos Ministerios. Un devastador incendio consume este bloque de oficinas que da cobijo a más de 1.200 empleados. Numerosos bomberos se juegan el pellejo tratando de detener las llamas. Es un infierno. No podrá ser. Hoy, 15 años después de aquel «accidente» –como así quedó estipulado en el cierre del caso–, solo existe una certeza oficial: no hubo condenados al sobreseerse la causa, pero sí varias incógnitas sin resolver y mucho trabajo que agradecer.

Todo comenzó para los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid con una llamada a las 23:20 horas de aquel sábado que alertaba de que se había originado un fuego en la planta 21 de un edifico, que resultaba ser el Windsor. Veinte minutos antes habían saltado las alarmas del edificio, aunque algunos vecinos explicaron en su momento que habían detectado un fuerte olor a quemado al menos dos horas antes de la llegada de los equipos de Emergencias. En solo tres minutos se plantó la primera dotación de Bomberos para solucionar el problema. O eso creían.

Tras una primera revisión exterior, José Antonio Gómez Milara , el entonces jefe de grupo del Parque de Bomberos número 1, ubicado en Santa Engracia, fue el primer apagafuegos en introducirse en aquel infierno . «Cuando subimos a la planta 21, había un incendio bastante desarrollado. Lo primero que vemos es que hay gran cantidad de humo. Una vez que entramos a las oficinas, no había aire y la visibilidad era nula. Cuando miramos a la derecha vimos todo el frente de llamas. Era un volcán », recuerda Gómez Milara en ABC. «El fuego era tan generalizado en toda la fachada que con lo que teníamos era imposible extinguirlo », reconoce el mando.

José Antonio Gómez Milara, jefe de grupo del Parque de Bomberos Nº 1 de Santa Engracia, junto a Ricardo Jiménez, jefe de guardia en la noche del incendio

Tras un primer intento de atacar el fuego, llegó un relevo, momento en el que se desataron unos incidentes que pudieron acabar con su vida. «Dos compañeros que estaban en la planta superior se quedaron sin aire y tuvieron que ser rescatados. En la planta en la que estaba yo para hacer el relevo, al compañero se le cayó un falso techo encima y le quitó la careta y la máscara, debido a la temperatura y, al no haber aire, se quedó inconsciente. Antes, al ir a rescatarle, tiró de mi careta y mi máscara y me quedé sin ella... en ese momento me tiré al suelo, traté de salir por el camino por el que había accedido y me perdí en un despacho. Ahí pensaba que no volvería a salir . Temí por mi vida porque no había aire para respirar, pero saqué fuerzas y me consiguieron rescatar», detalla la angustiosa situación vivida 15 años atrás. «Hay cuatro o cinco compañeros que podemos celebrar que hoy cumplimos 15 años desde el incendio del Windsor », sentencia.

Desde las 23:23 horas que llegó el primer equipo de bomberos hasta la una de la madrugada, estuvieron intentando extinguir el incendio, poniendo en serio peligro su integridad, pero no pudieron continuar. «Vimos que el edificio amenazaba con colapsar y tuvimos que desalojar» , zanja Gómez Milara. La voracidad con la que se expandieron las llamas impidieron que se salvaran las plantas superiores de este edificio construido en 1975. Dos días tardaron los Bomberos en conseguir extinguir completamente el incendio.

El cigarrillo, las sombras y el butrón

Finalizado el arduo trabajo de sofocar el fuego, llegó el momento de averiguar el cómo y el por qué, algo que todavía hoy parece no estar clarificado para muchas personas. Tras numerosas hipótesis y especulaciones, la investigación y la sentencia judicial señalaron que el foco del fuego se registró en el despacho de una empleada . Esta aseguró haber estado trabajando en la tarde de aquel 12 de febrero de 2005 y que fumaba cigarrillos , aunque creyó haber apagado todos correctamente. Esta, la hipótesis del accidente, es la más aceptada y, de hecho, el asunto acabó sobreseído el 31 de enero de 2006, después de que el Juzgado considerara que no quedaba «debidamente justificada» la perpetración de alguna infracción penal .

Sin embargo, en este infernal puzle, faltan piezas por resolver. Muchas teorías apuntaron al elevado precio del seguro del edificio y los documentos almacenados en el mismo. Todo ello, indicaban, podía jugar un papel decisivo en intentar resolver el enigma. Pero, si hay un asunto que ha generado un amplio debate, es el de las sombras grabadas por una videoaficionada desde un edificio próximo, a unos 200 metros. Los llamados «fantasmas del Windsor» . En estas imágenes –reflejo óptico para los Bomberos y sombras humanas para la Policía científica– se veía a dos personas moviéndose con linternas a través de una ventana. Se encontraban a la altura de la planta 16 del Windsor, cinco por debajo de donde se había generado el fuego.

Y el de las posibles sombras no es el único misterio en este caso. Durante la investigación, la Policía halló un butrón en la zona de garajes del subterráneo de Azca , que pudo haber sido realizado por alguna persona para salir del edificio, al que hipotéticamente habría accedido por otro lugar. Nunca se ha sabido quién realizó el agujero y por qué, pero el boquete estaba ahí.

Una nueva torre

El final de la historia es conocido por todos. Tras el archivo penal del caso, el edificio se desmontó totalmente. Las obras de construcción del nuevo centro se iniciaron en el verano de 2007. Para entonces, El Corte Inglés ya había comprado la sociedad Ason Inmobiliaria, dueña del antiguo Windsor. La primera licencia que se obtuvo fue para consolidar la cimentación, como informaba Ep. En octubre de 2011, el Corte Inglés inauguró definitivamente su nuevo centro de Castellana, en el que invirtió más de 300 millones de euros.

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