Jose Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Indultos navideños

Cometer delitos en nombre de esta apulgarada forma de protesta sindical tiene patente de corso

Jose Luis Jiménez
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El Parlamento gallego aprobó ayer una declaración institucional por unanimidad pidiendo de nuevo el indulto para dos sindicalistas condenados en 2011 por participar en piquetes «informativos» durante una huelga del sector del transporte tres años antes. En su sentencia, una juez de Vigo consideró acreditado que cometieron un delito contra la libertad de los trabajadores al impedir el acceso de unos camiones a un polígono y lanzarles objetos.

Sin embargo, ahora todos consideran que si se es un sindicalista en día de huelga, cometer delitos en nombre de esta apulgarada forma de protesta laboral tiene patente de corso. Debe ser el buenismo navideño que se ha apoderado de nuestros políticos, que los vuelve bizcochones y de moral flexible. No es de extrañar en la izquierda, compañera de fatigas del sindicalismo de algarada, pero sí es sorprendente en la derecha, que saca a pasear sus complejos en causas como esta.

El suyo no es un caso aislado, pero es recurrente convertirlo en anécdota para minimizar las conductas propias del matonismo sindical que impera durante las jornadas de huelga. La fauna piquetera se refugia en la peregrina justificación de que gracias a sus conductas violentas permiten a los trabajadores hacer huelga y escapar a la coacción de sus patronos. ¿La huelen? Es naftalina rancia, caduca, propia del siglo XIX.

Luego llegan las condenas, los lloros y lamentos. Que si hay familias detrás, que si se genera un perjuicio, que si no es justo... ¿No hay arrepentimiento? ¿Nadie se lo pensó dos veces antes de vestirse de gángster a la puerta del polígono y amenazar a los transportistas que sí querían trabajar en esa jornada de protesta? ¿Por qué el derecho a la huelga es, por defecto, más importante que el deseo de una persona a ir a su puesto de trabajo?

La izquierda sindical tiene sucursales incluso en las universidades públicas, donde algunos individuos llaman ejercer el derecho a ser «piquetes informativos» a aporrear una cacerola a la puerta de las aulas donde algunos estudiantes libremente deciden recibir clase. Debe ser que el código que emplean en la percusión es desconocido. O que, simplemente, les mueve ese ansia totalitaria de envolverse en la bandera de la verdad única para imponer su postura. Aprenda la lección: hágase sindicalista y apele a su condición de piquete para delinquir. Siempre encontrará a un político por Navidad que le pida el indulto.

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