Historia

Galicia, el eje ibérico de la Segunda Guerra Mundial

La Comunidad desempeñó un papel tan crucial como desconocido durante la contienda

Un submarino alemán fondeado en el puerto de Ferrol durante la Primera Guerra Mundial ABC
Miguel Ruiz de Arcaute

Miguel Ruiz de Arcaute

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Submarinos, espías, fugitivos, conseguidores jugándose el pellejo y dos países embarcados en una feroz lucha por hacerse a cualquier precio con un material de valor inestimable. A primera vista, la historia tiene todos los ingredientes para ocupar un lugar destacado, si no en los libros, al menos en la memoria colectiva. Pero aún hoy, 75 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, muy pocos la conocen. Dicha historia tuvo Galicia como escenario y se prolongó durante la práctica totalidad del que sigue siendo el conflicto bélico más letal acontecido hasta la fecha.

La Comunidad se convirtió entre 1940 y 1945 en el eje ibérico de la contienda. Su posición geográfica , unido a la riqueza de muchas de sus montañas en wolframio, resultó crucial en el desarrollo de los acontecimientos. Varios puertos (sobre todo los de Vigo y Ferrol) fueron empleados por los nazis como puntos de descanso y avituallamiento, y desde ellos sus submarinos lanzaron numerosas ofensivas contra convoyes de ayuda estadounidenses con destino Inglaterra en el marco de la batalla del Atlántico. Fue también el telón de fondo de combates aéreos, entre ellos, el que acabó con la vida del mítico actor Leslie Howard («Lo que el viento se llevó»), que murió a los 50 años, en 1943, cuando ocho bombarderos alemanes derribaron a la altura de Cedeira (La Coruña) el avión en el que volaba de Lisboa a Bristol.

Pero fue el wolframio , un mineral altamente cotizado por su resiliencia, lo que por encima de todo hizo erigirse a Galicia en un disputadísimo terreno por ambos bandos. El elemento 74 de la tabla periódica basa su valor en la dureza que es capaz de otorgar a aleaciones como el acero, lo que llevó a los nazis a emplearlo en los blindajes de sus tanques y las ojivas de sus proyectiles desde un primer momento. El problema, sin embargo, residía en que Alemania no atesoraba reservas de wolframio, así que se vieron obligados a buscarlo fuera. Y en esa búsqueda, que tuvo lugar durante la ayuda que el III Reich prestó a Franco en la Guerra Civil, descubrieron el gran potencial de Galicia: sus minas concentraban nada menos que el grueso del wolframio europeo.

Es a partir de ese momento cuando se inicia una insólita carrera de la que Galicia, y por ende España, no puede salir más beneficiada económicamente. Mientras Europa yace devastada por las bombas, alemanes, primero, e ingleses, más tarde, se baten en una feroz lucha por hacerse con la mayor cantidad de wolframio posible. Como resultado, una escalada de precios descomunal : de 8.000 pesetas por tonelada en 1939 a 262.000 en 1943, según recoge el documental «La batalla desconocida» (2017), que analiza el papel de la Comunidad en la Segunda Guerra Mundial. Una situación, como no podía ser de otra forma, que no dejó pasar el régimen para sacar el mayor rédito posible a base de tasas e impuestos.

Pero también desfilaron por Galicia todo tipo de personajes bélicos: espías, fugitivos, desertores… Fue el caso del médico vigués Manuel Rodríguez o de la lucense Araceli González , que sirvieron al bando aliado y que ayudaron, al igual que las hermanas Touza en Orense, a que cientos de judíos y represaliados por el terror nazi se dieran a la fuga. O de criminales de guerra alemanes que, al terminar la contienda, huyeron a Latinoamérica desde los puertos de La Coruña y Vigo mezclados con los emigrantes gallegos.

Episodio olvidado

Ante un mosaico de episodios y figuras que muy bien podría haber inspirado una novela de Ian Fleming, la pregunta se antoja inevitable: ¿cómo es posible que todo esto sea tan desconocido? La respuesta (especialmente en lo relativo al wolframio) la ofrecen diversos expertos en «La batalla desconocida», y no es otra que el empeño que puso el régimen para limpiar su nombre una vez acabada la guerra. Cualquier evidencia que pudiera demostrar la vinculación del franquismo con la venta del mineral a los nazis fue destruida.

«La neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial fue más aparente que real», explica a ABC el exalcalde coruñés Paco Vázquez , que ofreció el pasado martes una conferencia sobre la importancia de Galicia en el conflicto. Estudioso ‘amateur’ de la materia, Vázquez tuvo ocasión de exhibir documentación que probaría la presencia del almirante –por entonces aún capitán– Karl Dönitz en Vigo, donde «aprecia las singularidades de la ría de Vigo y su oportunidad para poder ser punto de refugio de submarinos». Era 1936. El mundo no tenía ni idea de lo que le venía encima.

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