Despoblación rural

Los Pazos señoriales gallegos atraen la inversión extranjera: «La piedra para ellos es un lujo»

Desde emigrantes retornados hasta chinos y «muchísimos americanos», que producen para exportar

Además de los Pazos, cada vez se demandan más aldeas abandonadas, actualmente hay 125 en venta en Galicia

Pazo en venta en Orense, de unos 200.000€ ALDEAS ABANDONADAS

Aldara Diéguez

Un Pazo señorial, con sus tierras, su hórreo, sus cuadras, su escudo y su piedra «con historia» resulta extraordinariamente atractivo para los inversores extranjeros , tanto como vivienda como espacio empresarial. Así lo explican desde la inmobiliaria Aldeas Abandonadas, especialista en este tipo de transacciones. Son 25 los pazos gallegos que ya hay a la venta.

«El mercado de los Pazos está en auge, porque antes era muy difícil venderlos. Estaba mal visto renunciar a ellos », explica Elvira Fafián, representante de la agencia. «Son los emigrantes de tercera generación los que venden , porque están menos apegados, y el mantenimiento es muy costoso», detalla.

Y para quién compra, es una opción interesante. «Es como una fortaleza, algo impensable de donde vienen. Nos piden algo que tenga historia , donde vivió alguien importante, buscan sentir que han comprado algo valioso», explica la agente inmobiliaria. Además, les sorprende la cantidad y calidad de piedra utilizada. « Para ellos es un lujo , nos lo dicen cada día».

Su clientela son mayormente emigrantes retornados , «a quienes tira la morriña», que vuelven a Galicia con dinero tras abandonarla de niños. Quieren darle al Pazo un uso residencial, pero «aportando nuevas ideas, una visión de futuro», dejando un negocio incipiente para su descendencia.

Un rural empresarial

El 40-45%, según Fafián, se vende para uso residencial, y lo restante, como inversión empresarial. Y además de emigrantes retornados, «y cada vez más nacionales», también hay inversores puramente extranjeros, empresas grandes que buscan utilizar los pazos como espacio para eventos o para el turismo rural . «Antes había muchos suizos, alemanes y franceses. Desde el Covid, han entrado los americanos. Muchísimos», destaca Fafián.

El objetivo de estas empresas es variado, pero Elvira destaca quien compra los pazos para dedicarse al sector primario : «ha entrado fuerte la explotación de cáñamo . También de arándano, o de bodegas de vino ». Varios inversores, tanto estadounidenses como chinos, acceden a este mercado buscando la calidad de una denominación de origen , para exportarlo a su país.

Así, en la zona de Rías Baixas hay una fuerte demanda, «sobre todo con viñedos de Albariño », y también en la Ribeira Sacra . Los de Orense son atractivos para el sector agroalimentario por la dimensión de sus fincas , según la agente inmobiliaria, y en el Camino de Santiago son acondicionados como hoteles.

Precios «asequibles»

Adquirir tierras y una construcción histórica en un entorno mágico, a buen precio, parece un sueño. Pero para los clientes objetivo, un Pazo es una "ganga". « En las zonas más despobladas, un pazo ronda los 600.000€. Si nos vamos a zonas de mayor población, podemos hablar de 800.000 €», explica Fafián. Para los inversores, «sorprende» y es un precio «asequible».

Para su uso residencial, «los interesados suelen preferir los precios más bajos» y las zonas tranquilas, mientras que las empresas buscan «buena localización, con buenas comunicaciones o un aeropuerto cerca».

No es fácil, no obstante, entrar en el negocio de los pazos. «Muchos de ellos están en ruínas , lo que abarata el precio y los inversores lo prefieren, para acondicionarlo a su gusto sin construír desde cero, pero los bancos no suelen dar préstamos o hipotecas en esos casos », cuenta la profesional. «Hemos perdido muchos interesados clientes por ello».

Aldeas abandonadas

Si el mercado de los Pazos está en auge, aún más lo está el de las aldeas abandonadas. La inmobiliaria consultada cuenta con 125 en toda la geografía gallega . «Son al menos cuatro viviendas, con sus tierras de cultivo». Cuestan entre 70.000 y 200.000€, aproximadamente, y las buscan «familias, en las que cada cual tiene su vivienda propia».

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