Crónica de campaña

Nunca habíamos llegado con tan poco ánimo a una campaña, y es que lo van a tener difícil los políticos para que nos traguemos las mismas promesas de hace seis meses.

En Marea vuelve con la bandera de la defensa de Galicia, a pesar de que son una delegación rasa de Podemos. Prometen comerse el Congreso y acaban pidiendo permiso a Pablo Iglesias hasta para ir al baño. Sus votantes, de todos modos, parecen estar dispuestos a darles una nueva oportunidad. Ellos sabrán.

Ciudadanos viene con la pancarta del «AVE sí» —bienvenidos al tren— pero primero van a tener que convencer a Rivera y Garicano. Hay que reconocer que su candidato coruñés es mejor que el anterior, pero las formas para designarlo han sido las peores posibles.

¿Para esto unas primarias?

En el Bloque el problema no es el envoltorio, sino el contenido de su mensaje. ¿Nacionalismo marxista? ¡Venga hombre! Menos mal que siempre hay algún alcalde, como el de Bueu, que no sólo rechaza que le impidan ir a procesiones, sino que avanza su asistencia a la del Carmen de este verano, como corresponde en una villa marinera. Por ese camino irían mejor, una misa no le hace daño a nadie.

Al PSdeG, pasadas las primarias, no les vendría mal un buen retiro espiritual que les aclare las ideas. ¿Cupo fiscal gallego? Menos mal que su candidato a la Xunta es economista y se ha apresurado a desdecir al grupo parlamentario. Leiceaga dice reivindicar a Touriño, pero a este paso a lo que va a poder aspirar en la Xunta es a ser un nuevo Quintana.

¿Y el PP? En todas las casas cuecen habas. Siguen sin estar del todo bien en Vigo, en Lugo las primarias han dejado algunas caras largas y los procesos que afectan a Baltar no le restan votos en Orense, pero sí afectan a la imagen del partido. Con todo, y visto el esfuerzo por renovar equipos de Núñez Feijóo los populares deberían recuperar terreno, pero ojo porque no estamos votando aún a la Xunta.

Vuelve la campaña, a ver si pasa pronto.