José Luis Jiménez - Pazguato y fino

Amenazas de cartón piedra

¿Quiere decir el PSOE que van a abandonar a su suerte a las Mareas de Santiago, Ferrol y La Coruña?

José Luis Jiménez
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Casi a la desesperada para forjar un «gobierno del bien común» —hay que reconocerle al PSOE su gusto por los nombres rimbombantes y con regusto petulante—, los socialistas han advertido a Podemos y sus confluencias que, si se cierran en banda, las «ciudades del cambio» —los de morado tampoco se quedan atrás en el eslogan vacío— pueden quedar en el alero. Resumiendo: o me apoyas directa o indirectamente, o te dejo caer. La amenaza velada, curiosamente, no se refiere a las autonomías, donde la situación es a la inversa, y es el PSOE el que fue aupado por Podemos a los gobiernos extremeño o manchego, por dar dos ejemplos.

El órdago socialista es, una vez más, una chufla, un brindis al sol que a Podemos le produce sonoras carcajadas.

Veamos el caso gallego. ¿Quiere decir el PSOE que van a abandonar a su suerte a las Mareas de Santiago, Ferrol y La Coruña? ¿Que se desentenderán de la gobernabilidad de las ciudades? ¿O que van a desbancar al rupturismo urbano mediante mociones de censura?

Vayamos por partes. En La Coruña y Santiago, el PSOE ha pasado de ser el socio preferente o necesario para la investidura a un enemigo acérrimo con el que Ferreiro y Noriega no pueden ni pactar unos presupuestos. Y esto, semanas antes del sainete de la investidura en el Congreso. En Ferrol, gobiernan en una coalición ficticia, porque el desprecio recíproco sobrepasa toda contención. Por tanto, la desatención sobre la gobernabilidad ya es un hecho, y las tres ciudades coruñesas están paralizadas por ejecutivos en minoría con poca cintura y mala capacidad de diálogo.

Si algo está claro es que por más que el PSOE quiera castigar a Podemos, todavía pesa mucho más su sectarismo y odio al PP, lo que imposibilita de facto que se promuevan censuras en las alcaldías para entregárselas a los populares —legítimos aspirantes en La Coruña y Ferrol, donde ganaron en las urnas—. Esa es la garantía de Ferreiro, Suárez y Noriega, que se saben blindados ante unos socialistas maniatados por sus obsesiones hacia la derecha y que, todo lo más, pueden gruñir y patalear, pero nunca pasar de las amenazas de cartón piedra.

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