Ramón Sánchez Martos - Desde el sur

Pinchazos

«No lo pueden remediar, tienen el síndrome de la oposición aun estando en el gobierno»

Ramón Sánchez Martos
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CREO haber escrito en alguna ocasión que quien toda la culpa se la echa al pasado está arruinando el futuro. Una frase que va teniendo cada vez más actualidad en el día a día de nuestros nuevos gobernantes, coaligados con fórceps la mayoría de las veces para ostentar un poder difícil de sobrellevar.

Cuando nada nuevo tiene uno que decir, cuando nada tiene contarles a sus vecinos y conciudadanos, cuando su labor como gestor está completamente vacía de contenido, nada mejor que hablar con vehemencia de la herencia dejada por los anteriores gobernantes. Una situación que estamos viendo de norte a sur de la Comunidad Valenciana. Si ustedes se dedican con sosiego y tranquilidad a tirar de hemeroteca, podrán comprobar que a lo largo de los últimos seis meses todos los poli-partidos han hablado más de sus antecesores que de las actuaciones que están llevando a cabo en beneficio de sus administrados.

No lo pueden remediar, tienen el síndrome de la oposición aun estando en el gobierno. Tantos años criticando, fiscalizando y denunciando, en juzgados incluidos, a los ayuntamientos que ahora gestionan que el subconsciente les traiciona.

El caso más paradigmático de esta moderna sintomatología ocurrió hace unos días en Torrevieja. Ni corto ni perezoso, su primer edil denunciaba al Ayuntamiento que él preside por haber pinchado, hasta en tres ocasiones, las ruedas de su vehículo con unos bolardos instalados en la zona restringida para la corporación municipal. Unos bolardos colocados hace unos años, como no podía ser de otra manera, por un demoníaco equipo de gobierno anterior, decidido a fastidiarles la vida a sus ciudadanos.

Mi amigo Jonás, que sabe más que las ratas colorás, me asegura que el regidor torrevejense debería hacérselo mirar, a ver si cuando aprobó el carnet de conducir no le enseñaron bien en la autoescuela los movimientos precisos para estacionar el vehículo.

Una vale, dos no sé, pero tres pinchazos en el mismo lugar, no me suena nada bien.

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