Tribunales

Juicio del caso Maje: «Te vas a alejar de mí, porque yo siempre te lo voy a recordar»

Los investigadores del crimen de Patraix coinciden ante el juez en que la viuda nunca reprochó el asesinato a su examante

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Imagen de la acusada María Jesús, Maje, durante la primera sesión del juicio en Valencia EFE/POOL
Toni Jiménez

Toni Jiménez

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La segunda sesión del juicio contra María Jesús, conocida como Maje, y su examante Salvador , por el asesinato del marido de ella en el barrio de Patraix de Valencia, ha estado marcada por la declaración de los policías que han investigado el caso desde el 16 de agosto de 2017.

Todos han realizado prácticamente el mismo relato de los hechos y algunos de ellos han coincidido en señalar que la viuda en ningún momento reprochó al procesado que matara al ingeniero . También han intervenido este viernes los dos guardias civiles que recibieron el primer aviso cuando un vecino halló el cadáver de Antonio Navarro con ocho puñaladas.

El jurado popular ha podido escuchar el testimonio de la inspectora de Homicidios y de varios agentes de la Policía Nacional que acudieron al levantamiento del cuerpo en el garaje de la calle Calamocha de Valencia en el que se produjo el crimen.

La testigo ha puesto el foco en que la puerta que daba acceso al sótano no había sido forzada y a la víctima no le habían robado nada. De hecho, la hipótesis del robo se descartó por la «violencia inusitada» con la que se cometió.

El primer contacto con Maje lo tuvieron a los pocos minutos. La recuerdan «muy nerviosa», siendo atendida en la ambulancia. Les explicó que había salido de trabajar, al llegar a casa había visto todo el dispositivo policial y había intentado contactar sin éxito con su marido.

Pero la actitud de la viuda en su primera declaración ante los agentes, un día después de que un vecino encontrara el cadáver de su marido, resultó «extraña» para los policías: tan pronto sollozaba como, en cuestión de segundos, se ponía a chatear . «Uno de mis compañeros le tuvo que decir que por favor se centrara en la declaración y dejara el teléfono», ha explicado la inspectora.

La esposa de la víctima, siguiendo con el relato de la agente, apuntó que «estaba bien» con su marido, para más tarde asegurar que era «muy posesivo» y «muy controlador» e insinuar que tenía «algo» con una compañera de trabajo. Manifestaciones «un poco extrañas en esos primeros momentos», al tiempo que buscaba explicaciones al ataque . La inspectora ha contado que Maje les dijo que Antonio «seguramente encontró a alguien robando» y se habría enfrentado a él porque era muy lanzado.

Algo que contradecía a la versión de sus amigos, que en ese sentido lo calificaron como un «cagón». Los mismos aseguraron que era ella la que lo controlaba cuando volvían a su pueblo -Novelda, en Alicante- y que él «le había perdonado más infidelidades». De hecho, ha explicado la testigo, Antonio no tenía ni problemas de deudas ni de drogadicción, ni aventuras fuera del matrimonio: «Todo el mundo coincidía en que estaba enamoradísimo de su mujer» .

Por su parte, la amiga íntima de Maje -que no conocía a Antonio- asegura en su declaración que la viuda «tiene que mentir a su marido para salir con ella, que suelen salir por la noche, que cuando salen les gusta la fiesta y que a veces tontean con chicos». En en ese momento confiesa que su amiga tiene una relación paralela con un chico que se llama Jose, al que había conocido en una discoteca en mayo de ese año y con el que incluso tenía planes de comprarse un piso.

Este publicista -con el que Maje dormía muchas noches, incluida la anterior al asesinato, con la excusa de que tenía guardia en el hospital- pensaba que ambas vivían juntas en la calle Calamocha y que Maje seguía casada con Antonio porque tenía cáncer y se estaba muriendo.

Las mentiras que cuenta al resto de sus amantes pasan desde que el asesinato ha sido obra de terroristas islámicos hasta que el caso tiene relación con el descuartizador de Valencia -que costó la vida a un subinspector de policía- muy de actualidad en esas fechas. Incluso, llegó a decirle a uno de ellos que su novio la había dejado para irse a Abu Dabi.

Cuando Maje se enteró de que su amiga había hablado sobre sus relaciones extramatrimoniales -antes y después de casarse-, volvió a ponerse en contacto con la inspectora. «Me llamó a los cuatro o cinco días, después del entierro» para reconocer que había «ocultado algunas cosas» porque «le daba vergüenza» .

«Me dio un bajón bestial y llamé a la Policía»

Con las escuchas telefónicas, ha continuado la investigadora, «observamos que tiene una doble cara». Maje manifiesta que se siente liberada con frases como «ahora sí que estoy feliz», al tiempo que se muestra como una viuda «apenada y deprimida» que «está medicada» y que «solo come un yogur al día» mientras habla con otro de sus amantes, un guardia urbano que había conocido en Barcelona.

El 8 de noviembre entra en la ecuación Salvador , un auxiliar de enfermería del hospital en el que Maje trabajaba, veinte años mayor que ella, casado y con una hija. Un perfil que distaba mucho del resto de hombres con los que se le relacionaba, tanto por la diferencia de edad como por su fisionomía.

En medio de una conversación, el acusado le lanza: «Al final te vas a alejar un poco de mí porque yo siempre te lo voy a recordar». Pero Maje le responde que ya lo tiene olvidado . «Ayer me dio un bajón bestial y llamé a la Policía», sigue Salva, al parecer para ponerla contra las cuerdas por venganza -Maje se iba de viaje con Jose a Italia-, sin saber que los agentes les estaban escuchando en ese momento.

«La conversación empezaba a ser interesante», ha comentado la testigo. Tanto es así, que a raíz de la intervención del teléfono de Salvador, la Policía detecta que Maje utilizaba otro terminal exclusivamente para hablar con él, al menos desde el 12 de agosto -cuatro días antes del asesinato-.

El 28 de diciembre, ha contado la inspectora que trabajó en el caso, Salva llama a ese número. La viuda le cuenta que ha tenido una reunión con el hermano de Antonio por la herencia. Maje pensaba que todo iba a ser para ella -discutió con la familia de su marido- y hasta que no cobró la pensión de viudedad -de alrededor de 1.600 euros- tenía problemas económicos, han explicado los agentes.

Vicente Navarro, su cuñado, le dice que ha llamado al grupo de Homicidios y «que le hemos dicho que la Policía ya sabe quién es el autor con nombre y apellidos» y que «solamente van a esperar un poco más para recabar más indicios». « Pues mira qué bien, así cobras antes el seguro» , le respondió Salva a Maje al contárselo. «Habran cogido a alguien y le van a endorsar» el crimen. Pero ella se muestra preocupada y coinciden en que es mejor que no hablen esas cosas por teléfono. De hecho, borran todos los mensajes.

Se citan en una cafeteria del centro comercial Las Arenas de Torrent (Valencia), en frente de la residencia en la que trabajaba Maje. Lo que no sabían era que uno de los agentes estaba sentado en la mesa de al lado y les estaban fotografiando, aunque la grabación de esa conversación resultó «defectuosa» .

Imagen de Salvador durante la primera sesión del juicio en Valencia EFE/POOL

Sobre el asesinato: «Su primera respuesta es sí»

La detención se produjo, ocho días después de ese encuentro, el 10 de enero. La inspectora ha asegurado que preguntó a Maje si había planificado el asesinato de su marido con el otro acusado: «Su primera respuesta es sí». La recien detenida explicó a los agentes que Salva estaba «obsesionado» con ella y que le decía que si se divorciaba, Antonio no la iba a dejar en paz. Por eso era «mejor que se ocupase él».

Según la viuda, él le propuso el asesinato pero ella le decía «que no se lo creía». Contó a los policías que pensaba que le iba a dar «solo un susto» -por eso le dio las llaves del garaje- y que cuando se reunió con Salva el 16 de agosto en casa de su hermana -de vacaciones- y éste le contó lo que había hecho, se fue a casa y vio que era verdad. De hecho, sobre las 15.30 horas, cuando Maje ya sabe que su marido está muerto, le llama. Más tarde, según el relato de la inspectora ante el juez, Maje aclaró que ella y su examante solo habían tenido sexo oral «exporadicamente» y aseveró que «le daba asco» .

Salva sacó a Maje de la ecuación

Respecto a Salva, los testigos han coincidido en su actitud colaborativa con los agentes, siempre para proteger a Maje. Desde el momento en el que confesó ser el autor material del crimen, intentó sacar a la procesada de la ecuación, asegurando que estaba siendo «maltratada» y que «la quiere mucho», por lo que «haría cualquier cosa» por ella . Lo detuvieron, de hecho, con cinco cartas de amor en su mochila.

Explicó, además, que ese año se había producido un pequeño accidente en la empresa de Antonio y ambos habían fantaseado con que a él le hubiera ocurrido algo, pero puso el foco en que todo lo había planeado él.

En esa primera declaración, Salva contradice la versión de su examante y asegura que tenía llaves del garaje de Calamocha porque se las dio Maje para cuando se veían - «cosa que no tiene ni pies ni cabeza», según uno de los testimonios- y que él ya conocía toda la información necesaria para cometer el crimen.

Salió de casa en moto a las 6.30 horas con una mochila en la que llevaba un cuchillo - que arrojó después a un pozo en Ribarroja - y guantes, por lo que «no iba a darle un susto». Cuando llegó Antonio se enfrentó a él, le recriminó su actitud y le clavó el cuchillo en el abdomen. Pero, cuenta la inspectora sobre esa misma declaración, el acusado «no sabe que le pasa» y le da otra puñalada en el pecho, lo cual no se ajusta a las puñaladas -ocho- que tenía la víctima en el torax.

[Todas las claves del juicio por el crimen de Patraix]

Se enfrentan a dos décadas en prisión

El Ministerio Público y la acusación particular coinciden en que los dos procesados - en prisión desde enero de 2018 - idearon y llevaron a cabo un plan para acabar con la vida de Antonio, del que Maje fue la principal instigadora y Salva actuó como autor material.

Fue él, según este relato, quien asestó al marido de su examante las ocho cuchilladas que le desgarraron los pulmones y el corazón , al abordarlo por sorpresa en su garaje cuando se iba a trabajar. La viuda, de 26 años en ese momento, mantenía una relación extramatrimonial con el acusado -y con otros tres hombres-, al que había conocido en el hospital en el que trabajaba. Ella era enfermera y él, veinte años mayor, auxiliar.

Por ello, el fiscal reclama 22 años de prisión para la esposa de la víctima y 18 para su examante , además de una indemnización de 200.000 euros para los padres y 50.000 para el hermano del fallecido y el pago de la mitad de las costas del juicio. Extremo al que se suma la acusación particular representada por la familia de la víctima, que eleva las penas a 25 y 20 años de cárcel, respectivamente.

Por su parte, las defensas de ambos acusados piden su absolución. En el caso de Salva, según su letrada, porque fue solo «una marioneta» en manos de su examante, mientras el abogado de Maje defiende que su representada no participó en el crimen y solo tuvo contancia de él cuando el supuesto autor material se lo confesó. Cree además que la procesada ha sido objeto de «juicios morales y sexuales» durante todo el procedimiento.

El interrogatorio de los acusados -que han ido cambiando su versión a lo largo de estos tres años- se ha retrasado a petición de la defensa de Maje para poder valorar una nueva prueba pericial aportada por la letrada que representa al otro procesado.

El abogado de la viuda solicitó este miércoles, incluso, la suspensión de la vista oral, algo a lo que todas las partes se opusieron. La declaración de Maje y Salva se realizará al final del calendario marcado, tras las pruebas testificales y antes de que los nueve miembros del jurado -cuyo veridicto está previsto inicialmente para el 30 de octubre- se retiren a deliberar.

El juicio se desarrolla en la sala Tirant lo Blanch de la Ciudad de la Justicia de Valencia -la más grande del complejo, reservada para las macrocausas- a lo largo de doce sesiones . En ellas se escucharán las grabaciones de las conversaciones de los procesados e intervendrán más de 60 personas, entre testigos, peritos, criminólogos y profesionales de la Policía y la Guardia Civil.

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