Imagen de María Jesús y Salvador durante una de las sesiones del juicio que se ha celebrado en Valencia EFE/POOL
Toni Jiménez

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El caso Maje ya tiene veredicto . Los dos acusados por el crimen de Patraix, María Jesús -conocida como Maje- y Salvador, su examante y autor de las seis puñaladas que terminaron con la vida del marido de ella, Antonio Navarro , el 16 de agosto de 2017, esperan en prisión el veredicto del jurado popular .

[Veredicto del caso Maje: el jurado declara culpables a la viuda de Patraix y a su examante del asesinato del marido de ella]

La Oficina del Jurado de la Audiencia Provincial de Valencia ha convocado esta tarde a las partes ante la previsible lectura pública del veredicto del caso tras seis horas de deliberación.

El jurado popular, por unanimidad de sus miembros , ha emitido esta tarde un veredicto de culpabilidad para el hombre y la mujer acusados del asesinato del marido de ella, cometid o en el valenciano barrio de Patraix el 16 de agosto de 2017.

El jurado ha declarado probado que ambos planificaron el crimen de la víctima. Considera acreditado que la acusada facilitó las llaves del garaje donde ocurrieron los hechos e información precisa al otro acusado, con quien mantenía una relación sentimental, para que acabara con la vida de su esposo a cuchilladas.

[Todos los detalles del veredicto del caso Maje]

Los nueve miembros del tribunal -cinco mujeres y cuatro hombres- han deliberado en secreto y a puerta cerrada tras once jornadas de juicio en la Audiencia de Valencia. Lo han hecho interrumpidamente para responder a una cuestión muy simple que ha sido clave durante estos tres años: si el autor confeso del asesinato actúo por su cuenta o de acuerdo con la viuda . Es decir, el grado de implicación de Maje en el crimen.

El juez les ha entregado este viernes, tras reunirse con las partes, el objeto de veredicto: un cuestionario con nueve preguntas formuladas alrededor de los hechos enumerados por la acusación y la defensa que los miembros del jurado tienen que declarar si consideran probados o no , diferenciando entre si son desfavorables o favorables a los procesados. Con sus argumentos decidirán también otras cuestiones paralelas como, por ejemplo, si se consideran las atenuantes planteadas por la defensa de Salva.

Si no se alcanza la unanimidad, basta con una mayoría cualificada -siete de los nueve votos- para declarar probados hechos desfavorables a los acusados y mayoría simple -solo cinco votos- para considerar probados los hechos que les resulten favorables.

¿Cuándo está previsto que se pronuncien? Es imposible saberlo. El jurado no tiene un plazo fijo para emitir un veredicto. Si es necesario, se marchará a dormir a un hotel bajo custodia policial y seguirá con la deliberación en los próximos días.

En el momento en el que hayan alcanzado un acuerdo, el magistrado revisará que no haya errores -falta de motivación o alguna pregunta sin responder, por ejemplo- y convocará a las partes para que se personen en el menor tiempo posible en la Ciudad de la Justicia. Allí se leerá el veredicto ante los acusados y las partes, que concretarán de nuevo sus peticiones de condena y/o absolucion.

Tal y como establece la Ley del Tribunal del Jurado, la sentencia quedará en manos del juez que, siguiendo el sentido absolutorio o condenatorio del fallo, deberá concretar el grado de responsabilidad de los procesados e imponer las penas .

Imagen de los acusados junto a sus abogados en la sala Tirant de la Ciudad de la Justicia de Valencia EFE/POOL

Más de dos décadas en prisión en juego

La Fiscalía mantiene su petición de 22 años de cárcel para Maje y 18 para Salva, aunque la acusación particular -representada por la familia de la víctima- ha rebajado de 20 a 16 años la pena que solicitaba para el procesado y sigue exigiendo 25 años de prisión para la viuda . A esas penas habría que sumar una indemnización de 200.000 euros para los padres y 50.000 para el hermano del fallecido.

El fiscal, Vicente Devesa, «no tiene dudas» de que Maje, además de encubrir el asesinato, manipuló a Salva para que lo cometiera. «¿Quién va a desear la muerte de Antonio si no es ella?» . «¿A santo de qué va a cometer Salvador este crimen?», lanzó en su alegato final, en el que pidió al jurado que «hagan justicia», que «le den lo suyo a los dos acusados» y los condenen.

La acusación particular argumentó la rebaja de la pena para Salva en que su confesión aclara, a ojos de los parientes de Antonio, qué ocurrió en el garaje de la calle Calamocha y, a su vez, cimienta la culpabilidad de Maje como cooperadora necesaria y encubridora del crimen.

El abogado Miguel Ferrer definió a la viuda como «manipuladora, mentirosa y malvada» , puso el foco en que desde el primer momento intento sacar a la luz el presunto maltrato al que la sometía Antonio -que ha quedado desacreditado en el juicio- y no dejó de mantener relaciones con la persona que había matado a su marido.

Por su parte, la defensa de Salva acepta que sea condenado por un delito de asesinato con una pena máxima de siete años y medio, con las atenuantes de confesión tardía -alegando que siempre se ha autoinculpado y colaborado con la investigación- y reparación del daño, puesto que el procesado ha intentado consignar el plan de pensiones que tenía a los parientes del fallecido. La letrada Julita Martínez definió a su representado como «un lacayo» que actuó en base a «promesas de amor» .

El abogado de Maje ha solicitado la libre absolución de su representada, pues considera que « no hay una sola prueba directa, clara y eficaz que ponga de relieve que mi patrocinada acordó con Salvador Rodrigo matar a su esposo». Ni lo indujo al asesinato ni le dijo «cómo lo tenía que matar» , sentenció el abogado Javier Boix, que en su alegato final hizo referencia a los «juicios paralelos» que ha padecido María Jesús por sus infidelidades.

En su derecho a la última palabra ambos acusados mostraron este jueves su arrepentimiento y pidieron perdón. Maje lamentó su «egoísmo y cobardía a la hora de no acudir a la Policía cuando Salvador me contó lo que había hecho». «Eso no me lo podré perdonar. Fui muy cobarde, egoísta, y solo pensé en mí, en las consecuencias que me podría acarrerar todo esto. Lo siento mucho». Por su parte, Salvador fue más escueto: «Confirmo todo lo que he dicho y quiero expresar mi profundo arrepentimiento de los hechos».

[La última palabra de Maje en el juicio: «Fui muy cobarde y solo pensé en mí, lo siento mucho»]

Imagen de Maje durante el juicio que ha celebrado en Valencia EFE/POOL

Una víctima, dos versiones del asesinato

Antonio Navarro fue apuñalado seis veces con un cuchillo de cocina por la espalda, según uno de los informes periciales , sin opción a defenderse. La agresión le desgarró los pulmones y el corazón, por lo que murió en el acto y un vecino encontró su cuerpo horas después. Los dos procesados -internos en la prisión de Picassent desde enero de 2018- ofrecieron versiones contradictorias de lo ocurrido en su declaración en sede judicial.

Para acceder al aparcamiento en el que se produjo el asesinato del ingeniero era necesaria una llave que, según la viuda, Salva tenía desde meses antes porque acudía a comer a su casa cuando su marido no estaba. Un extremo que el acusado rechazó al asegurar que nunca estuvo ni en el garaje ni el piso de Maje y ni siquiera conocía a Antonio. Según su versión, la acusada le entregó las llaves exclusivamente para cometer el crimen. Nunca aparecieron.

Salva confesó ante el juez que asesinó a Antonio con el beneplácito de su mujer, a la que culpó de diseñar el macabro plan . Ambos trabajaban en el mismo hospital y mantenían una relación desde 2015, un año antes de ella se casara con la víctima.

Según su relato, fue Maje quien le insistió hasta convencerlo de que lo hiciera, alegando que el fallecido la maltrataba y él aceptó porque «estaba muy enamorado» y «temía perderla». Para ello compró un cuchillo que más tarde arrojaría a un pozo -llevó a la Policía hasta él- porque pensaban que era «algo más silencioso y más accesible».

El procesado aludió además a un primer intento de asesinato fallido un mes antes del crimen, porque la víctima no dejó el coche en el garaje, algo que sí consiguieron el día de su muerte. «Fue todo muy rápido, no me acuerdo. Llevo estos últimos años intentando olvidarlo», confesó entre sollozos, incapaz de continuar el relato ante el tribunal.

Ambos procesados se citaron horas después del asesinato: «Le dije que estaba hecho y ya está». Siguiendo con la versión de Salva, Maje no le reprochó nada e incluso le dijo que le había quitado un peso de encima. Cuando meses más tarde se vieron cercados por la Policía y fueron detenidos él asegura que le prometió que «la exculparía de todo» y mintió «para protegerla», pero después tomó la decisión de confesar lo ocurrido porque su hija le decía que dijera «la verdad».

Por su parte, Maje reiteró en contadas ocasiones durante su declaración en el juicio que, aunque encubrió a Salva, «jamás» le pidió que matara a Antonio ni planificó con él su asesinato . Se definió a sí misma como una mujer «infiel, sin más», que quería a su marido.

Ella no estaba enamorada de Salva, pero lo quería y le contaba sus problemas conyugales. Por eso no le extrañó que, horas después del asesinato, la citara para contarle algo.

«Me sorprendió que viniera con ropa nueva, peinado y completamente depilado» , apuntó. «Me dijo: Maje, he estado esta mañana en el garaje con Antonio y nos hemos peleado. Él ha empezado a hablar mal de ti y le he dado un mal golpe». «He acabado con su vida» . Entonces «se acobardó», reconoció ante el juez, algo de lo que se arrepiente por «no haberle hecho honor» a su marido.

Maje retomó su relación con Salva porque no podía creerle «capaz de hacer algo así» y «seguía teniendo aprecio hacia él a pesar de lo que había hecho, aunque de forma más distante». Asimismo, negó que pactara con el acusado darle «un susto» al ingeniero, un hecho que ella misma puso sobre la mesa en su anterior declaración.

Al ser detenida, Maje se sintió «presionada» y por ello fue confusa en el interrogatorio policial sin su abogada, en el que llegó a confesar el crimen. Ya en la cárcel se apoyó en Salva a través de un intercambio de cartas para más tarde poner fin a su relación: «Me centré», dijo, porque «no podía seguir con la persona que había matado a mi marido».

Imagen de Salva durante el juicio que se ha celebrado en Valencia EFE/POOL

La herencia y el amor como móviles

Durante las once sesiones de la vista oral que se han celebrado en la Audiencia de Valencia se ha podido escuchar el testimonio de medio centenar de personas, entre peritos, policías que llevaron a cabo la investigación, agentes de la Guardia Civil y personas del entorno tanto de la víctima como de los acusados.

Los familiares de Antonio han rechazado que el ingeniero fuera una persona violenta y que maltratara a su esposa, argumento que Maje utilizaba con sus amantes -a los que llegó a decir que quería «ver muerto» a su marido-, mientras la madre de la acusada confesó que Salva cometió el crimen «en defensa propia» y más tarde se lo dijo a su hija, que no denunció por miedo .

Ambas familias estuvieron enfrentadas desde el primer momento por la herencia del ingeniero . Tanto es así, que los investigadores señalaron como principal móvil del crimen el cobro del seguro de vida que la empresa en la que trabajaba Antonio tenía contratado, la pensión de viudedad que le quedaba a la acusada -de más de mil euros- y el piso que había adquirido la pareja tras casarse un año antes del asesinato.

El fiscal ha considerado «irrelevante» conocer las motivaciones aunque ha apuntado que las consecuencias del crimen eran diferentes para ambos: «Salva destrozaba su vida» mientras «la inculpada se quitaba de encima a su marido».

El abogado de la acusación particular apuntó que «saber que vas a cobrar 1.200 euros de por vida, como el sueldo Nescafé, desahoga» y aunque «no es un motivo que lleva a matar a alguien», ayuda a seguir con un estilo de vida determinado.

Sin embargo, el letrado de Maje aseguró que el único que tenía un móvil para el crimen era Salva , puesto que si Antonio desaparecía, su relación con la acusada iría a mejor. Además, ha incidido durante el proceso en que la procesada tuvo discusiones con el hermano del fallecido, precisamente, por no darse prisa en arreglar la documentación en todo lo relativo a la herencia.

Imagen del jurado popular en la sala Tirant de la Ciudad de la Justicia de Valencia EFE/POOL

Las conversaciones telefónicas que les incriminaron

La reconstrucción de los hechos y de las horas y meses posteriores al crimen por parte de los investigadores ofrece un relato muy cercano al expuesto por el fiscal y la acusación, en el que Maje muestra «una doble cara» .

Tan pronto manifestaba que se sentía liberada con frases como «ahora sí que estoy feliz», que actuaba como una viuda «apenada y deprimida» mientras hablaba con otro de sus amantes, según explicó en el juicio la que era inspectora de Homicidios en ese momento. De hecho, los investigadores recalcaron que la esposa del ingeniero en ningún momento reprochó al procesado que lo matara.

De las grabaciones escuchadas en la sala Tirant , ante los dos procesados, se extrae una relación de amistad íntima y sexual entre ambos, con muchas confidencias y bromas. El acusado le hacía multitud de gestiones, recados y arreglos en casa a la viuda. Además, mantenían un contacto continuo, con largas charlas animadas sobre lo que iba ocurriendo en su día a día, sin mencionar la muerte de Antonio.

El 8 de noviembre, tres meses después del crimen, se produce una conversación clave que puso a Salvador, una figura que hasta entonces no había tenido relevancia para el caso, en el centro de la investigación. Además, a raíz de la intervención de su teléfono, la Policía detectó que Maje utilizaba otro terminal exclusivamente para hablar con él , al menos desde el 12 de agosto -cuatro días antes del asesinato-. Un móvil que, al parecer, el procesado le había dado.

En ese diálogo, Salva le lanza: «Al final te vas a alejar un poco de mí porque yo siempre te lo voy a recordar». «¡Qué va! Jamás. Te prometí que no lo iba a relacionar y así ha sido», exclama Maje. «Me lo acabas de recordar tú ahora, ya lo había olvidado».

«Ayer me dio un bajón bestial y llamé a la Policía», le lanza él. «Salva, ¿no hagas locuras, eh?», le responde, aunque él se refiere a que ha hablado con un amigo suyo que es agente y le informa de los avances del caso. A través de ese policía, Salva se ha enterado de que Maje se va de viaje con otro chico: «Saben que tenéis los dos un viaje a Italia». «Escúchame, ¿me están investigando a mí?» , salta Maje. «A ti o a él», contesta el procesado. «Yo pensaba que ya estaba descartado y me están investigando», sigue ella.

El 28 de diciembre, Salva llama a ese mismo número. En un momento dado, la acusada le cuenta a su examante que su cuñado le ha dicho que la Policía ya sabe quién es el autor del crimen y está recabando más indicios. Salva se muestra muy convencido de estar a salvo: «No me están investigando», dice. «¿Y cómo lo sabes?», le responde Maje. «Ellos no pueden pincharme el teléfono». «No soy un terrorista» , aludiendo a que tenían que averiguar primero muchas cosas para llegar hasta él.

Cree que «habran cogido a alguien» con antecedentes como «chivo expiatorio» y le «aumentan la pena» para endorsarle el crimen. Pero ella se muestra preocupada por el hecho de que alguien inocente pague por algo que no ha hecho: «¿Y la justicia, no existe?» . Se despiden y convienen en que es mejor hablar en persona.

Se citan el 2 de enero, días antes de ser detenidos, en una cafeteria del centro comercial Las Arenas de Torrent (Valencia), en frente de la residencia en la que trabajaba Maje, para preparar sus coartadas -convienen que la viuda declare que Salva estaba celoso de Antonio- y acordar una misma versión sobre las llaves del garaje en el que murió el ingeniero: «¿Que tú me las cogiste?» , propone ella.

Lo que no sabían era que uno de los agentes de Homicidios estaba sentado en la mesa de al lado y les estaban fotografiando, aunque la grabación de esa conversación resultó defectuosa, con mucho sonido ambiente que impide escuchar con claridad lo que ambos dicen.

El veredicto de los nueve miembros del tribunal y la posterior sentencia pondrán fin en las próximas horas a un caso muy mediático por sus tintes de novela negra . Ambos escritos responderán de una vez por todas la pregunta clave que lleva tres años en el aire: ¿Fue Maje cómplice o no del asesinato de su marido?

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