Juan José Esteban Garrido - Historia Militar de la Comunidad Valenciana

460 d.C . «Portus Ilicitanus»: el fin de la última flota romana de Occidente

«Las islas Baleares, Valentia, el Portus Sucronensis (Cullera) y el Portus Ilicitanus fueron saqueados»

Trirreme romana encontrada en Túnez

La mar siempre se antoja incierta, porque la mar supone grandes peligros y riesgos , supone afrontar a hombres y a elementos en un entorno de incertidumbre, pero al mismo tiempo, la mar, es el símbolo más acabado de la libertad, esa palabra hermosa como ninguna otra, que tanta felicidad evoca. Y esa mar, adquiere una dimensión nueva, cuando la historia, como una madre, nos invita a mirar la mar bajo una luz distinta, para hacernos caer en la cuenta, de que nunca ningún pueblo ha podido alcanzar esa ansiada libertad sin unas capacidades navales sólidas.

Vamos a comprobarlo de primera mano al retomar hoy nuestra serie de episodios navales en un Mare Nostrum que constituyó la espina dorsal del Imperio Romano, el soporte en el que descansó toda la prosperidad, desarrollo económico y libertad de que fue capaz la civilización romana. El Mare Nostrum del siglo V d.C, fue una época trepidante y tumultuosa, enmarcada por el convulso periodo final del imperio romano de occidente, una época en la que hombres de cortas miras y larga ambición, sepultaron al otrora temible imperio romano en la inoperancia naval , sellando su destino.

Trirreme romana encontrada en Túnez

Lo que hoy es Santa Pola, hasta 1835 formó parte de Elche (Ilici). Entonces se denominaba Portus Ilicitanus y se hallaba ubicado en la desembocadura del río Vinalopó, vía fluvial navegable que lo unía con Ilici. El perfil geomorfológico de la costa ha variado notablemente desde aquellos tiempos y en consecuencia el “decorado” geográfico actual, esconde un litoral levantino romano, que era entonces una zona pantanosa y anegada, llena de grandes albuferas y majales, una zona en la que se confundían la tierra y la mar. Los vándalos, de acuerdo con Jordanes, Jiménez de Rada y Alfonso X, procedían de un territorio muy parecido, eran originarios de la costa suroriental del Báltico, concretamente del estuario del Vístula, una zona en la que también se confundían la tierra y la mar. Un estuario que cada primavera se inundaba, como el del Nilo, siendo por lo tanto muy fértil. De ahí que Jordanes la denominara: “fábrica de gente”. Esa potencia demográfica les hizo cruzar el Rhin en fuerza a finales del 405 d.C. Tras devastar la Galia, penetraron en Hispania el 409 junto con alanos y suevos, sembrando a su paso, muerte y destrucción. A pesar de que las crónicas los engloban a todos con el nombre común de bárbaros, presentaban una acusada disparidad étnica y cultural, fuente permanente de conflictos entre ellos.

No obstante, a pesar del cataclismo, Roma, que aún no había dicho su última palabra , envió a sus federados visigodos a resolver el problema. Los alanos y los vándalos silingos, establecidos en la Lusitania y en la Bética respectivamente, fueron casi exterminados y los visigodos una vez cumplida su misión, volvieron a la Galia. Los vándalos asdingos, tras el letal ciclón visigodo, eran ahora los más numerosos y por tanto líderes del contingente resultante tras la incorporación de los supervivientes de los vándalos silingos y de los alanos. Su nuevo status les iba a permitir abandonar las zonas pobres de Galicia en las que habían quedado relegados previamente y todos juntos se dirigieron hacia la fértil Bética. Su corta estancia en ella, curiosamente dejó una huella profunda y la zona mantendría históricamente, contra todo pronóstico, el nombre vándalo, para denominar el territorio: Andalucía.

Naves romanas del bajo imperio

En ese proceso de convivencia forzada e intercambio cultural, en la Bética, el reino vándalo, quizás por sus atávicas raíces en los confines bálticos, supo sacar partido al acervo naútico hispanorromano, adquiriendo así un acusado rasgo naval que los singulariza entre los pueblos bárbaros. El “bellum piraticum” y su operaciones anfibias asociadas, serían desde entonces su contundente argumento en la mesa de negociación. Los lacerantes ataques a las costas hispanas que no estaban bajo su control fueron la primera muestra de sus nuevas capacidades bélicas.

Las islas Baleares, Valentia, el Portus Sucronensis (Cullera) y el Portus Ilicitanus fueron saqueados. Sin flota operativa, Roma tenía que someterlos, convirtiéndolos en federados a su servicio o debilitándolos y alejándolos del litoral de su Mare Nostrum. Así en el 422 envió otro ejército contra ellos, al mando del general romano Castino, que fue derrotado por la traición de las numerosas tropas auxiliares godas integradas en este ejercito y que tras la batalla pasaron a reforzar el contingente “vándalo”.

A pesar de la victoria, Gunderico, el rey vándalo, tenía claro que en Hispania , Roma no iba a parar hasta acabar con ellos, ya fuese por si misma o mediante los enemigos ancestrales de los vándalos: los visigodos. Las razzias que desataron sobre las costas de la Mauritania Tingitana, dónde saquearon Ceuta, Alcázarseguer, Tánger y Rabat, iban a ser el preludio de su siguiente movimiento estratégico: el desembarco en África. En el 428 sube al trono Genserico. Y bajo su cetro todo el “totum revolutum ” étnico descrito, cruzará al norte de África en el 429, culminando una gran proeza logística y militar. Tras desembarcar, se dirigieron por tierra hacia el este siguiendo la cornisa norteafricana. Conquistaron poco a poco toda la Mauritania Caesariense, la Numidia africana y el África proconsular en torno a Cartago, la ciudad más importante del norte de áfrica y base de la flota imperial.

Liburna en la columna de Trajano

De todos modos la incapacidad romana de afrontar todos los frentes abiertos, llevó antes al emperador occidental a firmar un tratado en el 435. Pero Genserico aplicó una lógica perseverante y fría. A pesar del tratado, atacó Cartago de forma inesperada y traicionera, cuando más confiados estaban los romanos, en el 439 d.C. La ciudad cayó y con ella, toda la flota romana que llevaba la “annona” o “canon urbis”, es decir el tributo de cereales que la provincia más triguera del imperio, enviaba a Roma. Comenzaba así lo que algunos historiadores han denominado “cuarta guerra púnica”.

La caída de Cartago, la segunda ciudad del imperio occidental era el principio del fin de Roma y un fuerte poder naval, el nuevo regnum vandalorum et alanorum, sería el protagonista estelar de ese final. Ante el peligro que suponía el nuevo estado de cosas, Teodosio II, emperador de Bizancio, intentó atajarlo, pero ocupado con los hunos en Tracia, tuvo que desistir. Los vándalos se habían salvado nuevamente. Genserico era un rey afortunado. Roma y Constantinopla comprendieron que una victoria total quedaba por el momento fuera de su alcance. Había que amainar velas. El tratado del año 442 reconocía el reino vándalo en el norte de África. Si bien, dada la escasa fiabilidad de Genserico para cumplir acuerdos, a instancias de Aecio el mejor general y hombre fuerte del imperio, el emperador Valentiniano adoptó una decisión sin precedentes y concedió la mano de su hija Eudocia a Hunerico, hijo de Genserico, quién vió de repente al alcance de la mano, que su estirpe entroncara con la de Teodosio.

Con estas halagüeñas perspectivas, la estabilidad duró un tiempo, hasta que el general Aecio, al que los historiadores han denominado “el último romano”, el legendario vencedor de Atila en la batalla de los campos catalaúnicos en el año 451, fue arteramente asesinado por el emperador en el 454 d.C . Valentiniano III tras su crimen y sin la protección de Aecio, no duró vivo ni un año. En el 455 fue asesinado por soldados fieles a Aecio.

Saqueo de Roma por los vándalos

La respuesta de Genserico, no se hizo esperar. En el mismo año 455 la flota vándala arribó a Ostia y Roma fue nuevamente saqueada. Aunque el papa León I consiguió protección para la población, todos sus tesoros arquitectónicos de bronce y oro, todas las riquezas llevadas a Roma durante siglos por sus ejércitos, todo se embarcó en las naves vándalas que pusieron rumbo a Cartago. Hay que destacar también que la nave que transportaba las estatuas símbolo del esplendor de Roma, naufragó y tales tesoros descansan en los dominios de Neptuno, en el fondo del Mediterráneo.

En Rávena, capital del imperio de Occidente desde el 402 d.C, se suceden cruentos derrocamientos y nombramientos hasta que Flavio Julio Valerio Mayoriano se convierte en emperador de Occidente en el 457. Sería el último emperador de occidente que intentó restaurar la grandeza del Imperio romano, el último capaz de poner en el agua una flota. Recuperó la Galia y la mayor parte de Hispania para Roma. No dudó sobre quién era el enemigo más importante y se preparó para el ataque al reino de Genserico. En aquel contexto de debilidad militar romana supo coordinarse con Marcelino ,señor de Dalmacia y, jefe de una fuerza militar romana de importancia en otra zona de fuerte tradición marítima, Mayoriano, trazó su plan. Marcelino cumplió su parte. Navegó hasta Sicilia dónde desembarcó, para atraer la atención vándala, listo además para secundar el ataque principal si éste tenía éxito.

Y mientras tanto, el emperador descargaría el ataque principal con el grueso de las fuerzas desde Hispania. Una nueva flota que debía organizarse en el levante hispano con el mayor sigilo, lo transportaría con su ejército hasta África. Es decir la operación anfibia de Marcelino debía permitir ocultar o disimular la operación principal que debía partir del levante hispano. Para ello las fuentes hablan de una flota de unas 300 naves.

Dada la discreción necesaria en el apresto de una cantidad tan grande de naves, Cartago Spartaria (Cartagena) el imponente puerto que atraía todas las miradas, no podía ser el punto de concentración o por lo menos no debía ser el más importante. Así por sus excepcionales condiciones: al abrigo de todos los vientos , capaz de albergar un gran número de buques, con una fuerte tradición marítima, próximo a los principales puertos norteafricanos (Cherchell y Argel) y muy adecuado para desorientar al enemigo, Mayoriano eligió el Portus Ilicitanus como punto de concentración principal de la flota de invasión.

El emperador formó su ejército en gran parte con tribus germánicas pseudoromanizadas procedentes de la zona del Danubio y entró en España en el 460 , dirigiéndose hacia el Portus Ilicitanus. Por desgracia para Roma, la red de espionaje a través de los comerciantes que recalaban en Cartago desveló las claves del plan al rey vándalo , que consciente de la enormidad que se le venía encima, intentó primero que los suevos de Galicia atacaran al ejército romano, pero éstos no se movieron y después negociar directamente, pero Mayoriano sintiéndose fuerte, rechazó la proposición. Craso error. Genserico con “barbara astutia” desplegó una vez más su estrategia tradicional: “bellum piraticum” atacando siempre primero.

A mediados de Mayo, inicio de la temporada de navegación, seguramente adelantándose por días a los planes imperiales, la flota vándala avistó el Portus Ilicitanus, capturó una parte de la flota imperial y el resto, fue pasto de las llamas. El núcleo principal de la última flota imperial romana de occidente, había dejado de existir. Aquellas llamas en el Portus Ilicitanus consumirían mucho más que una flota. La expedición militar contra el reino vándalo había fracasado y la historia se repetía.

Un verdadero emperador romano, Mayoriano se vió obligado a firmar un tratado con el rey vándalo, reconociéndolo como Rey. A continuación, volvió a la Galia, dónde licenció a la mayoría de su ejército y después de esta derrota, las intrigas procedentes de Rávena hicieron el resto. Mayoriano fue asesinado. Corría el año 461. En los años siguientes y con semejante deficiencia estructural naval, ninguna nación por muy imperio romano de occidente que fuera, podía aspirar a nada digno y mucho menos a ejercer su libertad. Su destino sería desaparecer de la historia en el 476 d.C. Genserico moriría también en el 478 y su reino naval sobreviviría hasta el 533 d.C cuando las poderosas flotas romanas del imperio oriental de Justiniano el grande, al mando de Belisario, pudieron al fin “reconquistar” para “Roma” el reino vándalo, para una “Roma” diferente , pero eso es ya otra historia, la de Bizancio.

Juan José Esteban Garrido

Teniente de Navío (RV)

Ingeniero de Caminos Canales y Puertos

Miembro de la Asociación Valenciana de Historia Militar

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación