Cuando Tarradellas «caló» al banquero Pujol

La documentación del President entre 1954 y 1977 reafirma su desconfianza hacia el hombre de Banca Catalana

BARCELONA Actualizado: Guardar
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«Desde que Jordi Pujol se considera un gran banquero seguramente sin darse cuenta, sus ideas políticas no tienen nada que ver con las de su juventud… Querría que el tiempo no me diera la razón, pero hoy soy francamente pesimista hacia Cataluña. El trío Montserrat, Òmnium Cultural y Banca Catalana tiene un mismo pensamiento y facilita la acción a quienes querrían hundir el país. Los triste de todo esto es que son tan ‘babaus’ que se creen lo contrario…». Estas notas de Josep Tarradellas del 26 de julio de 1970 traslucen la desconfianzadel presidente de la Generalitat en el exilio hacia un Jordi Pujol que monopolizaba el sentimiento catalanista.

El nacionalismo estrecho del banquero metido a editor de prensa ponía de los nervios a Tarradellas.

Meses antes de esas notas, el President ya había expresado a Pujol sus inquietudes sobre esa instrumentalización sectaria de la lengua y la cultura catalana que cristalizaría, años después, en Convergencia y su «patriotismo» económico: «La ‘moixiganga’ cultural que han organizado y organizan cuatro minimecenas de fabricantes y ‘botiguers’ que se creen que de esta manera podrán dirigir en el futuro la vida política de nuestro país».

Para Tarradellas, un ejemplo de esa mediocridad fue la patética manipulación nacionalista del poeta Josep Carner cuando se le hizo viajar a Barcelona con el señuelo de proponerlo como Nobel catalán. Las veinte mil personas que se esperaban en el Prat para dar la bienvenida al que fue en los años veinte «príncipe de los poetas» se quedaron en tres centenares. El comentario de Tarradellas no tiene desperdicio: «Que fracaso más espantoso. Que grave responsabilidad de los que han organizado este viaje y la significación que le han dado… Era necesario honrar y querer a Josep Carner por lo que es y representa para todos los catalanes y por su obra que a todos nos honra, pero hacerlo servir como bandera de una baja política hecha de rencores y ambiciones personales es despreciable y a la vez imperdonable. De su llegada a Cataluña, sólo quedarán las palabras lúcidas y de un coraje moral que emociona del amigo Salvador Espriu. Todo lo demás es grotesco y hecho para que se puedan exhibir los arribistas de siempre».

Presidente «in pectore»

En el sexenio que va de aquel 1970 hasta el momento de negociar con Adolfo Suárez a finales del 76, la tirantez tiñe las misivas entre el inquilino de Saint-Martin-le-Beau y un Pujol que se cree ya presidente «in pectore» y al que Pla tilda de «milhomes». Del nacionalcatolicismo montserratino y el anticomunismo, Pujol pasa a apoyarse en Carrillo y el PSUC para aislar cada vez más al hombre que encarnó y preservó la Generalitat bajo el franquismo. Cuando Pujol se refiere a los comunistas catalanes –anota Tarradellas- «dice que son diferentes de los de otros países porque ‘los nuestros’, además, son ‘nacionalistas catalanes’. Esta afirmación es infantil o sirve para esconder aquella convicción suya de que se puede ser ‘nacionalista catalán’ y hacer el elogio del Régimen, ¡como él hace a menudo!».

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En estos documentos del Arxiu Tarradellas de Poblet, introducidos por Carles Santacana en una edición de Ton Barnils para la Diputación de Barcelona, el President reafirma su carácter de estadista y disecciona la política que Pujol impondrá en Cataluña desde los ochenta. «En estos momentos no puedo dejar de recordar lo que me dijo Jaume Vicens Vives de Jordi Pujol, que, a pesar de que lo disimula muy bien, es un intolerante y un fanático·. Pujol tampoco le convence como banquero. El 26 de julio de 1970, Tarradellas no escondía sus temores sobre una quiebra de Banca Catalana: «¡Son hoy más convincentes que nunca si tengo en cuenta lo que me dijo y lo que sé!».

La ambición del líder de Convergencia –que acaba de hablar con el ministro Martín Villa- se revela el 17 de agosto de 1976: intenta convencer a Tarradellas de que lo importante es ir a las elecciones aunque no se haya legalizado a los comunistas y la Generalitat no haya sido restaurada… En una carta al periodista Manuel Ibáñez Escofet -23 de diciembre de 1976-, el President expresa un mal augurio para Pujol: «Si no rectifica rápidamente su conducta, llegará un día que Cataluña tendrá de él una imagen muy diferente, completamente diferente, de la que representó durante muchos años…». Clarividente Tarradellas.

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