Salvador Sostres - SHAMBHALA

Nobu, esperándote

Nobu vuelve con el chef Sergio Martínez al frente. Madrileño, joven, gran talento, imaginativo, consciente de la firma para la que trabaja y valiente para tomar sus decisiones

Vista de la ciudad desde el restaurante Nobu NOBU

Salvador Sostres

Barcelona volverá el 22 de febrero a ser una ciudad importante. Volveremos a tener Nobu, hotel y restaurante, un año y once meses más tarde de que por causa de la pandemia tuvo que cerrar. El Covid se ha llevado por delante al funesto Jordi Mestre, anterior propietario del hotel. Ha perdido este hotel y todos los que tenía, y aunque con su claudicación se haya llevado varios cientos de millones, me alegro de que haya quedado como un incapaz, y que sea la vergüenza de su padre, que tampoco es que fuera un genio, y era de hecho bastante cutre, pero por lo menos tenía sentido del negocio y no era un fantasma como el incapaz hijo. Volveremos a tener Nobu, que ahora pertenece a un fondo de inversión americano, como tanto ha sucedido en Barcelona en los últimos tiempos, porque por supuesto, y por desgracia, Mestre no es el único idiota.

Nobu vuelve con el chef Sergio Martínez al frente. Madrileño, joven, gran talento, imaginativo, consciente de la firma para la que trabaja y valiente para tomar sus decisiones. Sergio forma parte de este club no muy extenso pero sí excelente de jóvenes responsables, educados, con una enorme capacidad de trabajo y que entienden en la justa proporción lo de sus derechos y sus deberes. Es decir, que sólo existen deberes, y que se deben a su trabajo. Desde que llegó a Barcelona, le he visto algunas veces, porque como todo el mundo sabe, Nobu soy yo y me horroriza no saber los detalles. Y a mí ABC me paga mucho dinero para ser capaz de entender a la primera, y bastan 5 minutos con este chico para saber que la empresa tiene razón confiándole las plazas más importantes. Da gusto conocer a hombres enteros, medidos en la concepción de sí mismos y generosos en su dedicación y en su trato con los demás. No he comido aún de él, pero escuchándolo y viendo cómo se comporta no hay duda de que la ciudad va a ganar a un gran chef y –lo que no siempre es lo mismo– un gran restaurante.

Si tuviéramos una alcaldesa decente, y estructurada, y no este revoltijo de carne y huesos, como dice la canción; si tuviéramos una alcaldesa que no odiara lo que Barcelona es y representa, aprovecharíamos la apertura de Nobu para dignificar la zona. Es intolerable que tengamos una plaza dejada sucia y tercermundista como la de la estación de Sants, por no hablar de lo que hay detrás. Es un insulto a la general belleza de la ciudad que recibamos a los viajeros de un modo tan vulgar. Pero en los tiempos oscuros que nos tocan vivir, y desesperanzados, Nobu sirve de refugio para poder creer que estamos en cualquier otra parte. La ubicación del hotel, y sobre todo tras las reformas que ha llevado a cabo en este tiempo de cierre, desaparece cuando entras, y ya no estás en Sants, ni Ada Colau es alcaldesa, ni pasa nada más que estás en Nobu, con su arquitectura, su diseño, su olor, su modo civilizado de relacionarse con la ciudad desde su restaurante en la planta 23, con una visión sexy y culta de Barcelona, como si no hubiera dejado de ser la maravillosa historia de amor que fue desde que se abrió al mar y al mundo con los Juegos Olímpicos. Estar en Nobu –en cualquier Nobu– es siempre estar en Nobu más que estar en esta o aquella ciudad. Mi hija dice que el Nobu de Ibiza es el lugar donde mejor se está del mundo, y cuando vamos se niega a salir del hotel como no sea para ir a Jondal, a comer al Estimar de Rafa Zafra. En un contexto en que el lujo se ha uniformizado, y todo es siempre lo mismo, pero más caro, Nobu se mantiene distinto, con gusto a sí mismo, lo mismo los hoteles que los restaurantes. Probablemente Nobu sea el restaurante más copiado del mundo. Nunca antes, ni después, se había plagiado tanto, y tan descaradamente, un plato como el Miso Black Cod. Y pese a todo, Nobu mantiene su personalidad, su singularidad, y todas sus copias se parecen entre ellas pero ninguna se parece lo suficiente a Nobu para que no sea evidente –y flagrante– la diferencia.

Nobu fundó la idea, la estética y el negocio de los restaurantes modernos. Si Nobu no podría entenderse El Bulli, y no al revés. Sin Nobu no podrían entenderse el 90% de los restaurantes de España, sean o no sean japoneses. Desde el servicio hasta la iluminación, desde la concepción gastronómica hasta la reflexión de cómo tiene que ser una sala, Nobu rompió con la rigidez de los grandes restaurantes franceses y lo que era distancia, arrogancia y un protocolo que siempre era el mismo, y que nadie se atrevía a saltarse, se convirtió en libertad, sensualidad, talento puesto al servicio de la felicidad de los clientes y no de la mayor gloria del mesonero. Y esa alegría de vivir que se concreta en que los chefs tienen que ser talentosos e inteligentes y las camareras y los camareros, rápidos y muy guapos. La belleza no sólo importa sino que importa mucho. No sé cuándo aceptamos la mentira de que el físico no importa. ¿Cómo que no importa? No importa en mí, porque soy un genio. Pero tal como el negocio es lo que da forma a las ideas, y si no hay negocio se desvanecen, no considerar lo físico o de lo estético, en las cosas y en las personas, es vivir fuera de la realidad. Nobu lo entendió el primero, y muchos de los que lo han copiado lo copiaron sin entenderlo. Por ello Nobu continúa siendo lo importante y a sus copias se les ve la farsa y la comedia.

Barcelona volverá el 22 de febrero a ser una ciudad importante. Que el chef Sergio sea de Madrid da una idea de quién se toma en serio las cosas. Y cómo, y por qué. Nada ocurre por casualidad y menos en España. Vuelve Nobu a una ciudad que si se tuviera que edificar ahora, sería imposible, porque la alcaldesa ha prohibido los hoteles nuevos. Vuelve Nobu tras haber sobrevivido al desastre de su primer propietario y pese a un entorno urbanístico deplorable. Las buenas ideas, los buenos negocios y los chefs brillantes son más fuertes que cualquier pelotón de zafios. Luz contra la tiniebla. Talento contra la tiranía de lo horrendo. A veces me pregunto por qué Barcelona, Cataluña y España han decidido arrastrarse de este modo tan absurdo e innecesario. Madrid eligió ser libre y feliz. Algún día también nosotros dejaremos de hacernos daño y yo estaré como siempre en Nobu, esperándote.

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