Fallece Hermann Bonnín, el director que sabía escuchar

El artista, que tenía 84 años, fue director de la Escuela Superior de Arte Dramático del Teatro Real de Madrid y del Centro Dramático de la Generalitat, entre otros

Bonnín, en una imagen de archivo ABC

Sergi Doria

Hermann Bonnín ha muerto en plenas fiestas de la Mercè, justo en el noveno aniversario de cuando inauguró, con el ilusionista Hausson, la renovada sede del Brossa Espai Escènic en La Seca, antigua fábrica de moneda del siglo XIV.

En aquel 2011 de la crisis económica, ganar un espacio cultural en un barrio del Borne tomado por el turismo era un acontecimiento: «No puede ser que los centros culturales estén encerrados en sí mismos y que gran parte de los vecinos del entorno lo vivan como algo extraño», declaraba Bonnín.

La programación del Brossa Espai Escènic era un compendio los intereses de su director, un continuado diálogo a través de los siglos: los clásicos, la cultura popular y las vanguardias del siglo XX. Maridaje de arte escénico y artes visuales.

Poco dado a las expansiones emocionales, que tampoco contemplaba en el trabajo teatral, Bonnín daba la imagen de un hombre concentrado en sus quehaceres intelectuales. La frialdad de sus ojos azules contrastaba con su indumentaria polícroma: un perfecto equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco. En el libro-entrevista que le dedicó, el escritor Jordi Coca lo definía en el título: «Hermann Bonnín, el método de saber escuchar«.

Director de la Real Escuela de Arte Dramático del Teatro Real de Madrid (1967-1977), del Instituto del Teatro de Barcelona (1971-1981) y del Centro Dramático de la Generalitat (1982-1988), Bonnín imprimió a su ejecutoria teatral esa conjunción entre la teoría de la docencia y la práctica de la dirección escénica.

Un repaso a la treintena de obras que puso en los escenarios ilustra la coherencia de esa vocación cultural. Clásicos como «La Celestina» de Fernando de Rojas o la «Nausicaa» de Joan Maragall combinados con «La gaviota» de Chéjov, «El guante negro» de Strindberg y «La intrusa» de Maeterlinck. Comedias populares de De Filippo y Labiche, con «La metamorfosis» de Kafka, la vanguardia de Brossa, Miró, Gasch, la recuperación del teatro de Palau i Fabre o la vindicación de las artes del circo y la magia.

Una transversalidad que Bonnín aplicó al cine como actor y director. Su mirada azul aparece en «La señora» (1987) que protagonizó con quien fue su primera esposa, Silvia Tortosa.

De las cinco películas en las que trabajó como actor, cuatro fueron adaptaciones literarias: la citada «La Señora» (Antoni Mus), «La fiebre de oro» (Narcís Oller), «Los papeles de Aspern» (Henry James) y «La ciudad de los prodigios» (Eduardo Mendoza).

Casado en segundas nupcias con la traductora Sabine Dufrenoy, Hermann Bonnín se ha ido con el sigilo de algunos personajes de sus obras: «Ha hecho un mutis tan elegante y discreto como ha sido su vida, sin hacer ruido»… Así lo despedía su hija, la actriz Nausicaa Bonnín..

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