Toto, virtuosismo de leyenda al servicio del himno atemporal

La banda californiana cerró en el Auditori del Fórum el Guitar BCN con un contundente repaso a 40 años de carrera

Steve Lukather, en el centro, durante la actuación de Toto en Barcelona ©Lorenzo Duaso

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Un misterio. ¿De dónde había salido toda aquella gente? En 2006, en su primera y hasta ahora única actuación en Barcelona, pasaron de puntillas por Razzmatazz 2, pero el miércoles consiguieron que cerca de 3.000 personas se relamieran en el Auditori del Forum con el suntuoso estribillo de Rosanna, las guitarras acrobáticas I Will Remember o el contrachapado metálico de Hold The Line, molde cerámico del AOR radiable. ¿Habrán intensificado las emisoras de oldies la programación de sus canciones? ¿Se ha puesto de nuevo de moda el soft rock y nadie nos ha avisado? A saber.

El caso es que llegaron Toto a despedir un Guitar BCN que ha batido récords -50.000 espectadores y un 91% de ocupación- y acabaron saliendo a hombros, propulsados por esa mezcla de virtuosismo, fusiones pelín arriesgadas e himnos para cantar con los brazos en alto y los puños apretado. Himnos como ese Hold The Line que seguirá alimentando hilos musicales hasta el fin de los tiempos (y un poco despues tambien) y que los californianos se sacudieron de encima a las primeras de cambio, como si quisieran convencernos de que el conjunto es en realidad más importante que los éxitos puntuales.

Lo mismo ocurre con la propia banda, una alineación estelar de instrumentistas de postín comandada por Steve Lukather que busca reivindicarse bajo el paraguas de Toto como algo más que un puñado de habilidosos mercenarios. El problema llega cuando el pretendido diálogo se convierte en un monólogo de solos y estridencias filometálicas -lo que Lukather le hizo al While My Guitar Gently Weeps ” de George Harrison fue, en fin, cualquier cosa menos un homenaje-, principal escollo de una noche que, por lo demás, avanzó siempre según lo previsto.

Ahí estaban, siempre en su sitio, esos teclados heredados del rock progresivo que habrían hecho salivar al mismísimo Kitflus, el bufido del soplido del saxofón aligerando el peso muerto de las guitarras, las palmas y el alborozo de English Eyes , el relato de Steve Porcaro de cómo escribió Human Nature junto a Michael Jackson, la recuperación de la banda sonora de Dune , ese acabado ochentero que suena hoy deliciosamente desfasado...

Incluso rescataron la inédita Devil's Tower , pero el público no buscaba nuevas emociones, sino recuperar y reeditar las ya vividas. Y nada mejor para conseguirlo que poner la directa para llegar hasta Africa , LA canción de Toto y broche a una noche que podría haber hecho valer el título del último lanzamiento de la banda ( Old is New ) pero que confirmó que lo que ya era antiguo hace dos décadas no ha dejado de serlo como por arte de ensalmo.

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